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Una decena de proyectos para recuperar la Marina que debían estar ejecutados siguen en distintas fases de tramitación. La enorme influencia de la deuda que arrastra la entidad gestora de la dársena y la inestabilidad política en el Gobierno ha supuesto este año una combinación letal para cumplir el Plan Estratégico 2016-2021.
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Así las cosas, una de las decisiones del Consorcio para garantizar la liquidez de sus cuentas ha sido «pausar» una serie de obras públicas en concurso que suman inversiones por valor de 692.842 euros. Hay que recordar que cada año, el juzgado ordena el pago a un fondo de inversión de un millón de euros debido a embargos de cuentas por impagos.
La gestión de la Marina ha mejorado aspectos como las actividades culturales, la ocupación de los amarres o los alquileres de los edificios de la antigua Copa América de vela, pero eso no es suficiente para tranquilizar a los responsables de la entidad, conocedores desde hace meses de que el Gobierno no iba a poder cumplir con la promesa de hacerse cargo de una deuda que suma 465 millones de euros.
Entre los concursos que se han decidido pausar se encuentran algunos de escasa cuantía, lo que refleja el interés de que no se pierda liquidez. El embargo bancario es de 87.000 euros mensuales, aunque no se sabe si podría aumentar y descalabrar las cuentas. La inversión pública más modesta es la del suministro e instalación de 131 aparcabicis, con 14.200 euros de presupuesto.
La relación sigue de menos a más con el servicio de gestión integral del aparcamiento del Veles e Vents, un gasto que se eleva a los 125.000 euros anuales, mientras que también se encuentra a la espera de adjudicación las obras de reurbanización de la Plaza de la Ola, entre el antiguo Varadero y la Base, en este caso con un valor de 148.704 euros.
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La cuarta licitación en espera se refiere a la construcción de un skatepark en la misma zona por 179.938 euros, mientras que la mejora en la accesibilidad peatonal desde la avenida del Puerto se eleva a 225.000 euros. Esto es lo primero que se adjudicará después del periodo de espera, indican fuentes conocedoras de los concursos. Beneficiará a peatones y ciclistas que llegan por el principal cordón umbilical con la ciudad y que tiene todavía el rastro del mobiliario empleado para el desaparecido circuito de Fórmula 1.
La entidad asume que la condonación de la deuda se va a retrasar, pese a las promesas de la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, que se han venido repitiendo los últimos meses tras el acuerdo alcanzado con el presidente Puig. La formación del Ejecutivo de Sánchez es una incógnita y hay que recordar que aportan la mitad de los consejeros del Consorcio y para las decisiones de calado en materia de gestión es obligada la unanimidad.
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El embargo de 87.000 euros mensuales procede del fondo de inversión TCA, que compró al Banco Santander una deuda de 61 millones de euros. Esta es la parte más débil de la telaraña financiera por la que se ve obligado a caminar el Consorcio. La parte principal de 370 millones está avalada por el Instituto de Crédito Oficial y ante la imposibilidad desde el primer día de hacer frente a las mensualidades, el Tesoro se hace cargo de los pagos, que reclama a través de la Agencia Tributaria.
370 millones es la deuda principal; avalada por el ICO y la paga el Tesoro, que la reclama a la Marina.
61 millones de euros; un préstamo secundario fuera del aval del Gobierno y origen de los problemas.
11 millones de un tercer préstamo para el pago de intereses. Sujeto a embargos de 87.000 euros al mes.
Al margen se encuentra un litigio abierto con la Autoridad Portuaria por el pago de unas tasas y la reclamación de este organismo de que asuma el coste del traslado del puente giratorio para la Copa América de vela, que en total suman 23 millones de euros. De esto tampoco se paga nada. Con todos estos condicionantes debe convivir la gestión diaria de la dársena. Así las cosas, el Consorcio decidió subir el precio de los amarres, que habían permanecido congelados el último año, además de empezar a repartir gastos con entidades públicas que organizan actividades en la Marina. Esto ha supuesto cierto alivio en el capítulo de ingresos, que se ve favorecido por el alto índice de ocupación de los amarres. Entre las decisiones para que llegue más dinero se encuentra la eliminación de la plataforma donde cada verano abría un local de copas de temporada, al lado del Veles e Vents. Ahí se ganarán más de 40 amarres.
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En cuanto al Plan Estratégico 2016-2021, los problemas de financiación han ido retrasando los proyectos, así como cambios no previstos como la posibilidad ya conseguida de lograr fondos europeos para la rehabilitación de los tinglados. De esta manera, se descartó su ocupación temporal y se esperará a que finalicen las obras de rehabilitación de las naves protegidas.
Los objetivos de 2016 están cumplidos, aunque en los previstos un ejercicio después empiezan a producirse retrasos. Ocurre con la dignificación del entorno del Tinglado 2, todavía repleto de vehículos aparcados y muy lejos de la idea de transformarlo en un entorno peatonal, arbolado y con zonas de descanso. Ocurre lo mismo con el previsto centro de formación profesional, pendiente de formalizar con la Conselleria de Educación y que se quiere especializar en formación náutica. De momento, se piensa en aprovechar la presencia de algunas empresas como la del Victory Challengue, destinada a la fabricación y reparación de veleros de competición, para este propósito.
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De 2018 se han cumplido dos objetivos, el alquiler de la antigua estación Marítima y la habilitación de juegos infantiles en la Marina norte, el lugar de mayor afluencia de público por su conexión con el paseo marítimo. Las obras en el inmueble que se destinará a pequeñas empresas y emprendedores están ya iniciadas después de un agitado concurso donde se presentó un recurso por parte de la otra aspirante.
Quedan pendientes por lo tanto la apertura total del cantil sur, para que los viandantes tengan un recorrido peatonal en todo el borde de la dársena, así como el Museo del Mar para el que se reserva el antiguo Varadero. Un circuito de running también está en el capítulo de retrasos, lo mismo que una zona comercial y de industria náutica en la Marina sur, espacio donde ahora se celebran conciertos.
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De este año, la finalización del espacio público sigue a la espera de adjudicación, mientras que el polideportivo náutico no ha salido ni a licitación. Las buenas noticias han venido por el inicio de obras de los Tinglados 4 y 5 que empezarán a la vuelta de las vacaciones navideñas. El primero será para uso comercial y el segundo, cultural.
En el camino se queda también la rehabilitación de los Docks, en manos del Ayuntamiento desde el anterior mandato y que fue transferido al Consorcio. La idea es recuperarlo a través de una concesión, seguramente para un uso cultural. El edificio domina el arranque del paseo de Neptuno y durante la Copa América albergó una discoteca y un restaurante. Del Museo del Mar tampoco se sabe nada, dado que deben ponerse de acuerdo varias administraciones públicas, y la previsión es que el próximo año se tengan listos los proyectos, no las obras, del Poblado Náutico y el varadero industrial, que se ha desgajado en un posible concurso de los amarres, que seguirán con la gestión directa por su buen resultado.
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Uno de los problemas de los locales de ocio instalados en la Marina es que se rigen por las ordenanzas del resto de Valencia, es decir, tienen el déficit de que dependen completamente del clima para llenar las terrazas, pero con las mismas exigencias en horarios y límite de decibelios. La diferencia al tratarse de una zona portuaria no se tiene en cuenta, pese a que no hay ni habrá edificios residenciales en el entorno. De momento, la situación no cambiará por lo que se trata de negocios que viven condicionados por la temporada. En la Marina norte se concentran la mayor parte de los locales por su mejor comunicación con la ciudad y disponer de aparcamiento.
Las empresas que se presenten a la construcción del hotel previsto entre el edificio del Reloj y la antigua estación Marítima serán las que propongan el número de plantas, que el plan de usos fija con un máximo de 30 alturas. El Consorcio ya ha tomado esa decisión, basada en una mayor flexibilidad del concurso y en el resultado de los talleres y encuestas del proceso de participación ciudadana.
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La entidad ultima el envío de toda la documentación al Ayuntamiento para que valide las cuestiones urbanísticas antes del concurso. Aunque la parte principal del inmueble sea para un hotel, el empeño del Consorcio es que tenga usos múltiples, algo así como un edificio de servicios que sirva para otras actividades. Así, fuentes conocedoras del proceso señalaron que en los talleres de participación, el interés principal ha sido por los usos que se definan más allá de las alturas que tenga el edificio.
El hotel se plantea como el elemento arquitectónico de nueva planta que competirá con el Veles e Vents como la imagen de la dársena y la prolongación del nuevo barrio del Grao. El alcalde Joan Ribó ha mostrado predisposición varias veces a este tipo de edificios en altura, al consumir menos territorio y ser más eficaces a la hora de la sostenibilidad.
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Esto último será uno de los puntos fuertes del concurso, dado que el Consistorio no incluirá, salvo sorpresas de última hora, condiciones en el diseño de la fachada y elección de materiales. La ejecución del proyecto se plantea como uno de los retos que deben fructificar en 2021, por lo que será uno de los asuntos principales a tratar el próximo año.
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