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Los tres socios del Consorcio Valencia 2007 (Generalitat, Ayuntamiento y Gobierno) arrancan 2021 sin deuda, sin lastre financiero y, por tanto, sin excusas. La Marina se enfrenta a un año en el que tendrá que hacer frente a la reconversión a la que obliga el Covid-19, que de momento obliga a tener todos los restaurantes cerrados, pero lo hace con la seguridad de que los más de 450 millones de deuda que tenía quedan reducidos a unos 55, según datos ofrecidos por fuentes de la entidad. El espacio podrá aspirar a proyectos europeos y las empresas que están radicadas en el mismo verán sus alquileres reducidos hasta un 70%. Quedan por solucionar, eso sí, cuestiones como el 'Alinghi 5', almacenado en una explanada de la Marina Sur desde 2011, cuando fue regalado al Ayuntamiento por el equipo suizo.
El Consistorio se plantea vender el catamarán al ser imposible que vuelva a navegar y tampoco pueda decorar una de las rotondas de la dársena. La embarcación tiene 34 metros de lado y está rodeada de todo tipo de residuos, como denunció hace unos días LAS PROVINCIAS.
Soplan, por tanto, nuevos vientos para la Marina. Los Presupuestos del Estado para 2021 han cumplido una promesa largo tiempo reclamada: la condonación de la deuda con el Instituto de Crédito Oficial contraída para convertir la dársena interior en una marina que pudiera albergar la Copa América, como ocurrió con las obras para los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Expo de Sevilla. El Gobierno del Estado asume los 390 millones de deuda directa con el ICO, así como unos 35, según varias fuentes, que se deben al Puerto de Valencia como compensación. De estos, por cierto, el Gobierno pagará ya 16, 9 millones y el resto, en 2022.
La vicealcaldesa de Valencia Sandra Gómez se muestra satisfecha por la condonación de la deuda. «Nos hemos quitado una losa de 400 millones que afectaba transversalmente a la ciudad. Si asumíamos la deuda entre las tres administraciones era una deuda importante para la ciudad», asegura Gómez.
El director del Consorcio Valencia 2007, Vicent Llorens, tilda de «reparación de una injusticia con la ciudad» la condonación de la deuda. «Nos permite la gestión sin estar condicionados por la deuda y todos los contenciosos y gastos que esta situación ha comportado y por otra una exigencia de mayor responsabilidad hacia la autofinanciación y ahondando en la estrategia de apropiación ciudadana, formando parte de la agenda de soluciones de esta ciudad», indica.
Así las cosas, con las cuentas saneadas, ¿qué va a hacer la Marina este año? Pilar Bernabé, consejera del Consorcio Valencia 2007 y concejala del Ayuntamiento de Valencia, explica que prevén invertir en la Marina Sur. «Es la parte donde están las empresas de las bases de la Copa América. En esa zona hay una parte con rotondas donde tenemos previsto pedir fondos europeos para mejorar el tránsito peatonal», comenta Bernabé, que es consciente de que es una de las reivindicaciones más repetidas por los vecinos del Marítimo. En los planes del Consistorio también entra «rehabilitar los Tinglados 4 y 5 que irían destinados a empresas de innovación y tecnología». «Queda el edificio de la base, donde tenemos una parte casi cerrada para que se instale una empresa de ciberseguridad», desvela.
En la Marina aún hay espacio para nuevas construcciones. En la Marina Sur, de hecho, está proyectado un polideportivo náutico. «Nos vendría muy bien porque ahora que nos han acreditado como centro de tecnificación de vela adscrito a la Petxina, podemos aspirar a ser un centro de alto rendimiento para la vela», comenta. En esa misma zona, el Ayuntamiento quiere abrir «una zona de paseo». Tampoco se ha descartado la Torre Eólica. «Estamos a la espera de un nuevo proyecto», dice Bernabé.
En definitiva, se pretende abrir la Marina a la ciudad. Para eso, es importante reurbanizar la avenida del Puerto. «Queremos que sea un paseo hacia el mar, por eso tenemos que actuar en ella», dice Gómez, que asegura que el proyecto está listo. Lo que por el momento no está encima de la mesa es abrir más restaurantes en la Marina. «Creo que con el ocio ya se ha hecho lo que se podía hacer», indica Bernabé.
Una parte importante del futuro de la Marina pasa por las empresas que están ya en la dársena. Javier Andrés, presidente de la Asociación de Empresarios de la Marina de Valencia, asegura que están satisfechos con la condonación de la deuda. «No nos afectaba de forma directa pero sin esa deuda la Marina puede aspirar a otras cotas de visibilidad a través de proyectos europeos. Se abre un mundo de posibilidades», indica Andrés, que tiene alquilado el Veles e Vents donde tiene dos restaurantes: La Sucursal y La Marítima.
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«Nosotros queremos seguir con el trabajo iniciado en últimos años. Hasta marzo de 2020 estaba en un momento óptimo de mejora del espacio público. Llevábamos una trayectoria en alza. Este va a ser el año de consolidación de los proyectos, incluido el Veles e Vents», comenta Andrés. Este mes, además, el Consorcio ha de decidir si acepta el nuevo socio que propone para su proyecto en el Veles e Vents tras la salida de Heineken.
Más accesibilidad
La desaparición de la deuda también supone que se acabaron las excusas, al menos para los vecinos del Marítimo, para no reconvertir el espacio en una zona con equipamientos públicos y abierta a quienes viven cerca de la dársena. «Ahora ya no tienen excusa para seguir privatizando y pueden abrirse a la ciudad», explica Vicent Martínez, vicepresidente de la Associació de Veïns Grau-Port. Tanto ellos como sus homólogos en Nazaret y el Cabanyal conformaron una plataforma llamada El litoral per al poble que abogaba por una apertura de la Marina a la ciudad. Ahora, dicen, ya no hay excusa para no hacerlo.
Martínez explica que en varias reuniones les trasladaron que tenían «las manos atadas por la deuda». Ahora que esa circunstancia ya no se da, Martínez cree que es el momento de «dejar de privatizar espacios para empezar a aceptar propuestas de uso ciudadanos más público». «Necesitamos algunos equipamientos públicos que cabrían en la Marina como un instituto de enseñanzas navales y náuticas, una biblioteca de referencia en temas náuticos o centros de atención a la ciudadanía. Tampoco tenemos espacios deportivos como pabellón cubierto o piscina cubierta», explica Martínez. El dirigente vecinal teme que la zona albergue demasiados negocios relacionados con la innovación. «Quizá hay demasiada oferta», dice.
Martínez, además, recuerda que el parque infantil más concurrido del Marítimo está en la Marina y aboga por el traslado de los locales de ocio «al Veles e Vents o a las bases que están fuera de planeamiento»: «Hay espacio de sobra». En la misma línea se expresa Elena Vicedo, vicepresidenta de la Associació de Veïns del Cabanyal. «No queremos que se convierta en una zona de ocio porque causa muchas molestias. Retumba todo. Además hay mucho eco», explica Vicedo. No es la primera vez que la Policía Local ha de acudir a la Marina para realizar sonometrías en los locales de ocio, sobre todo en uno situado junto al paseo de Neptuno. Vicedo, con todo, insiste en la apertura del espacio al Cabanyal-Canyamelar. «Pedimos que sea más accesible porque la zona del puerto es bastante peligrosa de cruzar y que sea un entorno con más zona verde y que haya una continuidad» desde el punto de vista urbanístico. «Ahora los vecinos van a través de la playa pero luego tienen que ir por la zona de Doctor Lluch que es más peligrosa», lamenta Vicedo, que insiste: «Tiene que ser un entorno más amable». «Ha de ser una zona asequible a todo el mundo», remacha la vicepresidenta de los vecinos del Cabanyal.
Julio Moltó, portavoz de la Associació de Veïns de Natzaret, exige que se haga una revisión «del plan de usos del puerto» para que tanto Autoridad Portuaria como Marina de València cedan al Consistorio amplias zonas donde podría actuar la concejalía de Urbanismo. Moltó reclama, además, que se avance en la peatonalización del puente de Astilleros, para convertirlo «en el paseo marítimo de Nazaret». «Por ahí podría pasar la línea de tranvía entre el barrio y el Cabanyal», propone Moltó, que insiste en que el tráfico podría desviarse por el puente del Grao.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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