![Massarrojos: la pedanía a la que el metro le dio la vida](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/08/22/1470363454-RqXcj2q8sW8yPiPOi7WWb3H-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Pablo Alcaraz
Viernes, 25 de agosto 2023, 00:17
Las agujas del reloj solar que cuelga en una de las fachadas y las del campanario de la iglesia de la Asunción de Massarrojos marcan las once de la mañana. Los repiques suenan el número de veces correspondientes a la hora en punto. Un túnel ... subterráneo que sirvió como refugio durante la guerra conecta la plaza donde se encuentran estos dos emblemas arquitectónicos de la pedanía con una callejuela próxima al cruce de Moncada. La vía que une esta vecina población con el municipio de Rocafort aporta el único ruido que hay en el ambiente. Las calles están desiertas a la hora del almuerzo y el bar de la Asociación Cultural, anterior sede de la banda municipal, actúa de salvaguarda contra el calor para sus vecinos.
Un grupo de hombres charla amigablemente en uno de los rincones del establecimiento. Son parroquianos habituales del 'casino', el término que ellos mismos utilizan para referirse al recinto. Vicente está sentado en una de las esquinas. Con sus 93 años a cuestas es uno de los vecinos más longevos de la pedanía y, por tanto, de los que más ha vivido el cambio experimentado por Massarrojos. Cuando él habla, todos callan y lo escuchan con la atención que le prestan los alumnos al maestro. «Antes la sociedad de labradores daba empleo a cerca de 30 personas porque el suelo de aquí es muy bueno para el cultivo de naranjos», explica Vicente. Es un hombre de otra época y opina que a la localidad le hace falta un horno tradicional porque hace unos años había una decena de comercios. Hoy, solo resiste una única tienda junto a la farmacia y al estanco.
Massarrojos mantiene el alma de pueblo a pesar de haber sido anexionada allá por 1898, hace justo 125 años. «Somos la mejor pedanía del norte de Valencia gracias a la riqueza que nos ha dado el 'caballo de hierro'», comenta Vicente mientras suelta una carcajada. El metro es el elemento diferencial en los Poblats del Nord. Massarrojos es la única localidad de este distrito que conecta Llíria y Bétera con Torrent mediante la línea 1 de Metrovalencia.
Massarrojos rompe el tópico de que las pedanías pierden cada vez más residentes. Allí ocurre más bien lo contrario. En tan solo tres décadas, su población se ha más que duplicado al pasar de 1.086 habitantes en 1991 a 2.498 en 2022. El aumento del censo resulta todavía más llamativo porque, debido a la buena conexión con el resto de la ciudad gracias al tranvía, la vivienda «está carísima», en palabras de Vicente. De vez en cuando el vecino cuenta alguna de sus anécdotas o chistes. «He recorrido todo el mundo, hasta el planeta Marte, y, para comer buenas paellas, como en Massarrojos, en ninguna parte», dice divertido a modo de despedida entre las risas de todos los integrantes de la mesa.
Francisco pasea por una calle que desemboca en la puerta de la iglesia. Reside en la pedanía desde hace 20 años, pero no es de allí, y admite que la utiliza como lugar de descanso. Aun así, reconoce que tiene amigos de toda la vida y que la convivencia es muy buena. «Tenemos la huerta, no nos hace falta río», afirma. También valora el impacto del metro y de sus frecuencias de paso que posibilitan que la juventud se pueda desplazar a la ciudad.
Los balcones de toda la pedanía lucen pancartas que conmemoran el 150 aniversario de la banda municipal. Sin embargo, en la avenida principal estos carteles van acompañados por una de las reivindicaciones que trae de cabeza a todo el vecindario: el paso de la VV-6046 que cruza la localidad de punta a punta. Los vecinos denuncian que Massarrojos se ha convertido en una zona de paso entre Rocafort y Moncada con todas las consecuencias negativas derivadas del tráfico.
Rafael Roca habla con un operario de las obras de rehabilitación del casco antiguo. Ha sido elegido como nuevo alcalde pedáneo y tiene claro su primer propósito: peatonalizar la pedanía. «Nuestra idea es encontrar la manera de poner una circunvalación que desplace la carretera del casco urbano», asevera Roca. Además, a este problema se le suma la falta de plazas de aparcamiento en toda la pedanía y el peligro que sufren todos los residentes, y la gente mayor en particular, al tener que pasar por un estrecho túnel para acceder a la huerta.
El término municipal de la pedanía ubicada más al norte de Valencia tiene una forma peculiar. Tanto es así que, el cine, una de sus edificaciones más emblemáticas, pertenece a Moncada. El otro símbolo de la pedanía es el riurau «más grande del mundo» situado en el Mas del Fondo, en uno de los caminos que separa ambas localidades.
El pedáneo proviene de una saga familiar de tres generaciones de constructores. De hecho, su padre fue quien levantó la estructura del recinto tiempo atrás, pero los lindes actuales de la pedanía hacen que sea patrimonio de la localidad vecina por esta en su suelo. Desde la Alcaldía se han prestado a negociar un intercambio de terrenos municipales entre ambas poblaciones.
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