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ÓSCAR CALVÉ
VALENCIA.
Domingo, 9 de diciembre 2018, 00:19
«De gustibus non est disputandum», o lo que es lo mismo, sobre gustos no se discute. Ya saben que el aforismo medieval pasó al español y a la jerga actual mediante expresiones hechas como «sobre gustos no hay nada escrito» o «para gustos, colores». El tema de la semana va de gustos, de gustazos. De antídotos para disgustos y sinsabores de la vida. ¿Razón? Su mercado municipal más próximo. Allí, uno disfruta tanto con los fantásticos productos frescos como con la frescura social que muy pocos otros lugares ofrecen. Si queda algún inexperto en la materia, le animo a comprobarlo. Puede estar semanas sin ir, pero los vendedores no se olvidarán ni de su nombre ni de sus gustos gastronómicos. Tampoco el comprador descuidará a los comerciantes, en quienes -casi imposible en cualquier otro lugar de transacción comercial-, confiará. El mercado es el lugar en el que, si el destino quiere, puede encontrarse un sábado con ese buen amigo que, pese a ser vecino, apenas ve entre semana. Es el enclave donde se improvisa un almuerzo o donde ante la vista de un manjar uno piensa en sorprender con una cena especial a sus seres queridos. Eso sí, no sin antes preguntar al vendedor el mejor modo de preparar el producto. No piensen que estoy haciendo una oda al consumismo desenfrenado tan propio de las fiestas que se aproximan. Únicamente les presento el que para un servidor es un dinamizador natural de primer orden de las relaciones humanas en la ciudad. Para gustos y para gustazos, mercados. Mercados en Valencia. Mercados estudiados desde múltiples perspectivas por César Guardeño, Esteban Longares y Sara Bono en un ameno volumen de 316 páginas que aborda un pedacito de la historia de cada uno de los lectores de este libro. Porque en 'Mercados de Valencia' son tratados todos y cada uno de los mercados de nuestra ciudad. Una invitación en toda regla para despertar la atención del lector.
Resulta lógico que las publicaciones sobre nuestros mercados se hayan centrado tradicionalmente en aquellas estructuras más llamativas, antiguas y mejor conservadas. En no pocas ocasiones coinciden con los mercados con mayor volumen de ventas, además de los más céntricos. Un buen ejemplo es el Mercado Central, orgullo de todos los valencianos. ¿Pero acaso el resto de mercados no merece un cuidadoso estudio? Quien suscribe frecuenta el de Ruzafa, pero entre ustedes los habrá que compran en Algirós, Jesús, Rojas Clemente, etc. Todos y cada uno de estos núcleos comerciales forman parte de la historia de Valencia. Al igual que ustedes mismos y un servidor, aunque en su mayoría no seamos recordados por ningún cronista del futuro. «C'est la vie».
Es evidente que la historia ha de marcar ciertos límites, pero esos mismos confines privan a la cultura de algunos tesoros. Ciñendo el asunto a la materia que nos ocupa, es significativo que desde 1984 ninguna publicación recogiese el testigo de la obra de María Ángeles Arazo y Francesc Jarque sobre los mercados de Valencia. En más de tres décadas nadie ha revisado con exhaustividad la realidad pasada, presente y futura de los mercados en nuestra ciudad. Suficiente pretexto intelectual para que la investigación llevada a cabo por estos tres agentes culturales vislumbrara en el horizonte interesantes novedades. Dicho, y tras mucho trabajo, hecho.
Hoy, gracias a sus pesquisas, sabemos los posibles nombres de los arquitectos encargados del Mercado de la Virgen de la Valvanera. Según se deduce de un documento hallado por los autores del libro, Cayetano Borso di Carminati y Rafael Contel fueron los artífices de esta construcción. A muchos no les importará, pero si usted vive en el barrio de la 'Creu Coberta', podrá decir con satisfacción que su mercado fue fruto de la colaboración de dos prestigiosos constructores que en sus currículums correspondientes cuentan con edificios tan representativos como el grupo residencial de Nuestra Señora de la Valvanera o la fábrica de Bombas Hidráulicas Carlos Gens S.L., hoy reconvertida en 'Bombas Gens Centre d'Art', por poner dos ejemplos.
La obra de César Guardeño, Esteban Longares y Sara Bono está repleta de anécdotas y detalles relativos a todos nuestros mercados. No asociadas de forma exclusiva a la faceta arquitectónica. De hecho, una de las apuestas fuertes del libro atiende a su carácter multidisciplinar. Si la evolución constructiva de estos edificios es importante, no lo es menos la transformación de la forma de comerciar, de los productos que se ofertan, de los clientes, etc. ¿Saben lo que es la 'tira de contar'? La verdad, quien suscribe no tenía ni idea, y sólo les adelanto que tiene que ver con un tradicional sistema de compra-venta diametralmente opuesto al nuestro actual basado en el peso. Comprenderán que si les destripara la solución completa sería una faena para los autores del libro. Autores que con mucho esmero y dedicación han entrevistado a propietarios de los puestos de esos mercados, cuya vinculación con sus respetivas actividades se remontan hasta cuatro generaciones.
También hay comerciantes de reciente incorporación, y expertos propietarios de puestos que han transformado su negocio, mostrando a las claras que el peso de la tradición, si quiere sobrevivir, ha de convivir con el renovarse o morir. Por eso la obra es una historia de continentes, pero también de contenidos. Por eso la obra está repleta de microhistorias tocantes a los verdaderos protagonistas de casi una veintena de mercados: las personas.
Estos centros de pulsión vital urbana, y todo lo que gira en su interior y su entorno, son presentados en orden cronológico. El recorrido arranca con un análisis de los antecedentes del Mercado de Abastos e incluye extraordinarias fotografías como la del antiguo mercado homónimo junto a la iglesia de San Agustín. Las causas de su construcción por parte de Javier Goerlich en el ensanche suroeste de la ciudad, las consecuencias de su posterior falta de eficiencia, el traslado a Mercavalencia pocos meses después de que precisamente Naranjito gafara el Mundial de España 82.
Tomen aliento: Mercado del Grau, de Colón, Central, de Mossén Sorell, del Cabanyal, de Ruzafa, de Rojas Clemente, de Castilla, de Algirós, de Benicalap, de Torrefiel, de San Pedro Nolasco, de Nazaret, de Jesús-Patraix, de Benimámet, de Jerusalén, de la Plaza Redonda y el citado de la Virgen de la Valvanera. Todos caben en esta novedad editorial. Sin descuidar las menciones a los ya desaparecidos. 'Mercados de Valencia' es un volumen óptimo para la consulta y para la divulgación de su realidad más próxima. Con un magnífico aparato gráfico y una atractiva maquetación repleta de llamadas al lector (que incorpora los horarios de los centros o una minisección a modo ¿sabías qué...?) el libro editado por 'Sargantana' puede sorprenderles con curiosidades particulares de ese señor o esa señora que lleva décadas seleccionándole el tomate que más le gusta.
Otro aliciente de este estudio es que también se alimenta de material documental inédito o desatendido. Es el caso del ofrecido por el Servicio de Comercio y Abastecimiento, organismo que dispone de un archivo propio, y que para sorpresa de los autores, hacía más de dos décadas que nadie acudía a consultarlo. Tal vez por eso el libro contiene joyitas como el croquis de la reasignación de los puestos Mercado del Grau tras «la riuà» del 57. En resumen, los componentes de la cooperativa 'Caminart' han generado un volumen donde predomina el equilibrio entre la historia constructiva de los mercados y las experiencias, el mundo social que sólo allí acontece y las menciones a los cambiantes productos que se venden.
Paradojas de la vida y muy comprensibles, los creadores de 'Mercados de Valencia' estarán firmando ejemplares hoy en la conocida multinacional francesa especializada en libros, música y artículos electrónicos. Que nadie recele. Fue presentado donde comienza el libro, en el antiguo Mercado de Abastos.
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