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Es martes, pero parece domingo. Es junio, pero parece agosto. Es Valencia, pero parece... otra cosa. Es la calle Poeta Querol, la otrora conocida como la milla de oro de la ciudad, donde se concentraban todas las grandes cadenas y las tiendas de más lujo de Valencia. Ahora, es una vía con coches aparcados en segunda fila y con uno de cada tres locales cerrado, en alquiler o en liquidación. Casi todo lo que ha pasado en España en los últimos tres meses ha sido de ciencia ficción, más propio de una película que de la realidad asentada del siglo XXI, pero encontrar ropa a 15 euros (vestidos completos) en la milla de oro parece, directamente, imposible.
Pero no lo es, porque incluso en la zona más noble de Valencia, el que no se adapta a los nuevos tiempos acaba atropellado por los mismos. En una tienda del primer tramo de Poeta Querol, entre las calles de Salva y Miñana, se encuentra un establecimiento que ha tenido que plantearse una nueva estrategia de ventas. Sigue abierto en una manzana donde hay cuatro locales cerrados y en una calle de la que ya se han ido grandes cadenas como Prenatal o Nespresso. «Quiero recuperar a las empleadas, pero antes tengo que ver cómo cuadro las cuentas», explica el dueño de la tienda de ropa.
Frente a él, la otra cara de la moneda: quienes ya se han rendido. No es gente que haya decidido tirar la toalla a las primeras de cambio. Se trata de personas, pequeños empresarios, que han decidido que es el momento de guardar la ropa antes de que empiece a llover con fuerza. Es una joyería que está de liquidación. Aseguran que ya comenzaron a ofrecer descuentos antes de la pandemia, pero la realidad es que el coronavirus ha adelantado los plazos.
Algunos de los que siguen abiertos se sienten, como reconocen entre susurros, como la orquesta del Titanic, que tocaba mientras el barco se hundía. El tramo de la calle más cercano a la calle de la Paz, que se llama Marqués de Dos Aguas, sobrevive debido a la cercanía del mismo palacio y de un hotel de lujo que, por supuesto, sigue cerrado y sin perspectivas de reabrir sus puertas a la espera de los ansiados turistas. Pero más allá de la plaza del Patriarca, el local cerrado y vacío de Salvatore Ferragamo marca, como un funesto presagio, el inicio del tramo más deprimido de la calle.
El motivo hay que buscarlo en el descenso del tráfico, sí, pero no únicamente ahí. Cabe recordar que la milla de oro concentró decenas de grandes marcas internacionales como Tommy Hilfiger o Bvlgari, pero se fueron. Permanecen ahora otras como Loewe, Louis Vuitton o Lladró, mientras que Zadig & Voltaire se trasladó a la cercana Sorní, situada a escasos metros de Jorge Juan que, peatonal, concentra ahora un gran tráfico de viandantes.
La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico y del Ensanche es consciente de esta situación. Le preocupa y le ocupa. Su presidente, Rafael Torres, tiene la joyería a escasos metros de la milla de oro y ha visto con sus propios ojos cómo se iba apagando la que en su momento fue una de las calles comerciales más importantes de España. La recuperación parece complicada, pero en Poeta Querol sobreviven casi dos tercios de los locales que hubo en su momento. Se enfrentan ahora, como un mascarón de proa, a los embates de la tormenta posterior a la pandemia.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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