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Paco Moreno y Vanessa hernández
Valencia
Sábado, 8 de septiembre 2018, 19:23
«El Carmen no es para vivir, es para sufrir». La frase fue pronunciada hace muchos años por el fallecido dirigente vecinal Miguel Wiergo y sintetiza lo que sienten muchos de los 27.259 residentes empadronados en el distrito de Ciutat Vella. Lejos de resultar un privilegio, como señala el esteriotipo de cualquier ciudad sobre el centro, la realidad es que las carencias se amontonan, se vuelven crónicas y ninguna Administración ha sido capaz de resolverlas con garantías.
«El comercio de proximidad ha desaparecido», indican fuentes de la plataforma vecinal creada en torno al plan de la muralla musulmana, en el corazón del barrio del Carmen. Un vistazo al anuario estadístico municipal desvela uno de los motivos: la población apenas ha crecido desde 1991, cuando había censados 27.010 vecinos.
«Viene gente, pero aguantan de dos a cuatro años para irse luego. Esa es la realidad», precisaron las mismas fuentes. Una de las razones es el alto coste que deben afrontar los vecinos a la hora de rehabilitar sus viviendas. «Cualquier intervención necesita de un montón de permisos tanto del Ayuntamiento como de la Conselleria de Cultura al estar protegidas las fincas», subrayaron, para citar como ejemplo la restauración de una fachada.
«Llevamos una semana con el andamio quitado y de momento no hay pintadas», ironiza la misma persona. Sólo la limpieza del zócalo de piedra está en unos mil euros. «Cuesta muchísimo dinero y lo estropean con un simple espray», lamentó. Los grafiteros se han tomado un descanso en agosto, aunque los residentes saben que a la vuelta de vacaciones volverán de manera inexorable a ensuciar sus fachadas.
El Plan de Ciutat Vella pretende ser una respuesta a la mayoría de estos problemas, al menos los de índole urbanística, aunque el escepticismo sigue entre los vecinos. El documento está en periodo de alegaciones hasta principios de septiembre y actualiza y une todos los planes vigentes que rigen el distrito.
La contaminación acústica, la mendicidad, la suciedad y la prostitución son problemas cotidianos para los vecinos. La portavoz de la Coordinadora de Ciutat Vella, Trini Piquer, insiste en el perjuicio de esto último con el ejemplo de lo ocurrido los últimos meses en Velluters.
«La presión de la Policía Local en la calle Viana ha llevado a que haya más prostitución en otras zonas como la calle Adressadors», para destacar lo complicado que es encontrar una solución a esta lacra. Las mafias han dado el salto a un entorno próximo a la plaza del Ayuntamiento, a unos minutos a pie.
Avenidas, calles, plazas y terrazas colmadas de turistas durante el periodo veraniego. Un acopio de personas que taponan la circulación de viandantes. Esa es la imagen diaria de la plaza de la Reina, pendiente de reurbanización desde hace décadas y donde ahora está pendiente de encargo la ejecución del proyecto de los arquitectos José María Tomás y Antonio Escario.
Para la asociación de vecinos de Velluters, la cuestión es que «algunos locales han privatizado las calles con esta invasión de terrazas». La tensión ha crecido los últimos meses, sobre todo a partir de la aprobación de las medidas definitivas de la Zona Acústicamente Saturada, que apenas varía la situación actual.
No obstante, la expectativa tanto por las asociaciones vecinales como por los hosteleros es que la normativa cambiara. La nueva regulación de las terrazas de los bares, con la reducción de buena parte de las situadas en el centro, ha sido entendida por el sector como un ataque directo a sus negocios, mientras que desde Amics del Carme critican la falta de inspecciones.
Fuentes de la entidad consideran que la gestión del Ayuntamiento es deficiente y no saben tramitar la demanda veraniega. «Hay muchos locales que incumplen la normativa y colocan más mesas», afirman, para añadir que en la última reunión con el concejal de Actividades, Carlos Galiana, el edil destacó que «si se incumple la normativa, eso ya no depende de su concejalía. Los que salen daminificados por esta impunidad en el espacio público son los vecinos y los hosteleros que sí cumplen con la normativa».
Uno de los hosteleros que trabaja en la calle Subida del Toledano destaca que tiene delimitada su terraza por unas jardineras y las mesas son las que marca la licencia y que los no cumplen tendrían que ser sancionados.
«El barrio hace tiempo que cambió su fisonomía por culpa de la falta de rehabilitación de los edificios», destacan fuentes de la Coordinadora de Ciutat Vella, para asegurar que «siguen faltando planes de rehabilitación por parte del Ayuntamiento».
En opinión de Amics del Carme, no hay políticas activas para reducir los solares, por lo que anuncian una serie de alegaciones al Plan de Ciutat Vella. Este documento recoge entre otras cuestiones la protección específica de 412 inmuebles por su valor patrimonial. Además, la Coordinadora Ciutat Vella se suma a estas críticas y solicita al Ayuntamiento que ponga en funcionamiento la normativa vigente respecto a la rehabilitación de los solares susceptibles de edificación.
Este procedimiento consiste en la posibilidade de cualquier particular a llevar a cabo la expropiación y desarrollo de las superficies que lleven inactivas más de seis años. La normativa afecta también a uno de los últimos talleres artesanos del barrio del Carmen, en la calle Mare Vella. Según la redacción actual, está condenado a la demolición. «Se convierte en una plaza, lo que queremos evitar», comentaron fuentes vecinales.
La alternativa planteada por los residentes es que se mantenga como un testigo del pasado artesanal del barrio. «Desde la época islámica, estos talleres han tenido una fuerte presencia en el barrio, entre otras cosas gracias a la acequia de Na Rovella», indicaron. Desde hace tiempo es utilizado como una especie de taller comunitario.
Las políticas de tráfico del gobierno municipal siguen generando frustración en muchos residentes del centro histórico. La enorme circulación de vehículos, sobre todo, y de autobuses en algunas avenidas provocan una gran cantidad de emisiones tóxicas y genera contaminación acústica durante todo el día, asegura María Jóse Volta, portavoz de la asociación de vecinos de Velluters.
Una de estas vías es la avenida del Oeste. Desde que el Ayuntamiento optó por activar dentro del Plan de Movilidad el doble sentido de circulación las críticas vecinales no han cesado. La decisión se tomó, según se argumentó entonces, para facilitar el acceso al centro, sobre todo a los comercios y al Mercado Central.
Sin embargo, debido a esta implantación ha aumentado el tráfico y ahora es una vía muy congestionada, destacan fuentes vecinales. Este es uno de los motivos por los que la asociación Amics del Carmen reclama que se convoque una mesa sectorial para tratar estos temas en Ciutat Vella, con el propósito de clarificar otros cambios como los resgistrados en los barrios de la Seu y el Carmen este mandato.
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