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pedro g. mocholí
Valencia
Martes, 7 de noviembre 2017, 08:45
José Luis González Sanchis no había nacido para ser jefe de sala. Decidido estudiar Derecho y acabó la carrera, pero nunca ejerció. El destino le hizo dar un giro copernicano a su vida, y junto a su mujer Isabel Giner y su cuñada Silvia se lanzó a la aventura de abrir un restaurante en El Palmar, rehabilitando una antigua casa familiar. Era el año 1982 y ya había una extensa oferta de locales en esa privilegiada isla de La Albufera.
Desde el primer momento José Luis fue la imagen del restaurante. Su eterna sonrisa era el recibimiento que te encontrabas cuando cruzabas el umbral de L’Establiment y, desde ese instante, todo eran facilidades. Era tranquilo, educado, jovial y transmitía su gran personalidad en el comedor. Esta cualidad tenía un doble valor, pues como he dicho ningún familiar había desarrollado con anterioridad las tareas propias de un jefe de sala. Aunque sí que es verdad que esas pautas no le eran del todo desconocidas. Su padre había sido director de hotel en Nueva York y en Palma de Mallorca.
Lo cierto es que aunque no tuviera una formación por tradición familiar, esono fue óbice para ofrecer unos de los mejores servicios que se podían encontrar en la Comunitat Valenciana. Para experimentarlo había que cruzar El Palmar y entrar en su local, disfrutando de un entorno natural pleno de tranquilidad y sosiego.
L’Establiment se distinguió siempre por su interés en ponerse al día y absorber las nuevas corrientes gastronómicas. Nunca renunció a ser una restaurante de cocina típica de la zona ni dejó de lado los clásicos arroces valencianos, pero se propuso modernizar unos platos y una repostería que se había acomodado bastante ante la buena respuesta popular. Él quiso evolucionar y dar un valor añadido. Ese fue sin duda el gran acierto de José Luis y, en especial, de su equipo en la cocina formado por su suegra, Isabel Doñate, su esposa Isabel y su cuñada Silvia. Las tres tienen gran parte de responsabilidad en el merecido éxito de L’Establiment. Esa ha sido la línea de su restaurante desde que abrió, y estoy seguro de que Isabel y Silvia van a seguir esa misma dirección.
Su cocina se ha ganado un gran prestigio, y ahora con la desafortunada marcha de José Luis, no pueden abandonarla; él nunca lo hubiera querido.
En el plano más personal, hay que recordar que la gran pasión de José Luis, al margen de los fogones, eran las motos. Disfrutaba con sus máquinas de gran cilindrada haciendo excursiones con su mujer. También disfrutaba viajando y conociendo otra restaurantes, en el escaso tiempo que le dejaba libre su vocacional profesión.
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