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BATISTA / SORIANO
Valencia
Domingo, 25 de diciembre 2022, 23:33
Bañarse en la playa en pleno invierno ya no es sólo un ejercicio para valientes, para atrevidos que vencen al frío por tradición, afición o ... por la foto para las redes sociales. Sobre todo si el clima acompaña, si el sol calienta hasta casi agobiar, pese a las connotaciones negativas de una tendencia meteorológica que cada vez va a más. Se pudo comprobar este día de Navidad en las playas urbanas de Valencia. El buen tiempo no sólo ha propiciado que el paseo marítimo mostrara sus mejores galas, algo lógico en una capital mediterránea.
También ha provocado que la arena estuviera más poblada de lo habitual. Y que la lámina de agua se viera salpicada de vecinos y turistas mojándose los pies, o de bañistas que, sin ser una exageración, decidieron ir más allá. Porque no es normal darse un chapuzón en diciembre, como tampoco lo es que los termómetros superaran, en el día de Navidad, los 25 grados. Un registro de récord que confirma la previsión de la Agencia Estatal de Meteorología: tendremos unas fiestas extremadamente cálidas.
Según los datos de la delegación valenciana de AEMET, Valencia alcanzó los 25,2 grados de máxima a las 15 horas. Algo inaudito. Para encontrar un valor más alto por estas fechas hay que remontarse al 27 de diciembre de 1911, cuando los termómetros llegaron a 25,6. Para más inri, el tercer valor más alto de la serie histórica se detectó el pasado sábado, poco antes de la Nochebuena: 24,8 grados. Y para poner estas cifras en contexto, AEMET destaca que este calor es el propio de octubre o mayo, y que para un 24 de diciembre la media es de 16,9. Dicho de otra forma, los valencianos vivieron un día de Navidad con los termómetros ocho grados por encima de lo normal.
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En el resto de la Comunitat la tónica fue similar, con una treintena de municipios superando los 20 grados. Poco cambiará el escenario en próximos días, pues aunque la previsión es que las temperaturas bajen algo seguirán en registros por encima de lo habitual, lo que hará que este diciembre sea el más cálido desde que hay datos. Algo que también sucederá con 2022.
Entre los valientes que este domingo celebraron la Navidad con un buen chapuzón se encontraban Víctor y Brenda Palomino. Un padre y una hija que primero se dedicaron a jugar al fútbol y, cuando notaron que el cuerpo había entrado en calor, se bañaron. «Estaba fría, pero estamos acostumbrados porque somos de Argentina y llevamos sólo 24 días viviendo en Valencia. Ahora toca ir a casa a comer el menú a base de carne, snacks y guacamole», dijeron.
Gerardo Gisbert y su familia, vecinos de l'Eliana, se acercaron al paseo marítimo a disfrutar del sol. Luego tocaba «paella del senyoret y reparto de regalos de Papá Noel». Reservaron el restaurante en el mes de octubre para garantizarse el cubierto.
No tuvo tanta suerte Montse Arenas, vecina de Burgos. Como tienen a su hija estudiando en Valencia han venido a pasar las Navidades con ella. «Llamamos hace unos quince días para reservar y estaba lleno, así que hemos contratado una paella y nos la comeremos en el apartamento turístico», dijo.
Otro ejemplo es el de Juan Francisco Rubio, que se reúne con la familia de Valencia y la de Albacete en casa de un familiar, pero primero no ha faltado el paseo por la playa y el aperitivo.
En los restaurantes de la playa la faena no ha faltado. Adara Cruz, de Mediterránea Fodd, Beer and Chill explica que «las reservas las tenemos completas desde hace mes y medio y están viniendo tanto españoles como italianos, franceses y alemanes». Triunfaron sobre todo la paella, las tapas y la sangría.
José Miralles, presidente de los hosteleros de la playa de la Malvarrosa, confirma la alta demanda: «En los catorce locales en Navidad hemos dado de comer a 2.000 personas. Y para el día 1 de enero está completo y para Reyes ya al 80%».
José Miguel Bielsa, de los hosteleros del paseo de Neptuno, destaca que ayer atendieron a otras 3.000. «El tiempo acompaña, hace la temperatura de Canarias y se ven contrastes de gente bañándose y luego los restaurantes llenos y con la decoración de Navidad», explicó el profesional.
En el centro de Valencia, por cuestiones de sentido común y decoro elemental, no se vieron bañadores. Pero sí mangas cortas. Muchas. Sobre todo de turistas que en algún caso también lucían pantalones cortos. Los abrigos, si no se quedaron en los armarios o los coches, estorbaban en los brazos de padres y madres que aprovecharon las horas previas a la comida para empaparse del ambiente de las plazas, remolonear en los puestos de los mercadillos o compartir un vermut con los seres queridos.
«Lo hemos convertido en una tradición. Siempre quedamos el grupo de amigos, poco antes del mediodía, tomamos algo en el centro, picamos, nos damos regalitos (amigo invisible) y volvemos a casa con tiempo para los últimos detalles», explicaron Julia Andrés y Sebastián Ocaña, vecinos de Catarroja, poco antes de entrar en la Estación del Norte.
En la plaza del Ayuntamiento se veía más tranquilidad. El termómetro situado frente a la calle de las Barcas marcaba 21 grados, que no maridaban muy bien con el hilo musical del carrusel cercano: un villancico tradicional. No tuvieron mucha actividad, ni tampoco en la pista de patinaje sin hielo, algo que extrañó a sus responsables. «El año pasado este mismo día teníamos colas, pero hoy (por ayer) se han visto pocos niños. Cosas de cómo se comporta la gente», comentaron desde esta última atracción.
El ambiente sí se animó por la tarde, cuando la zona peatonal lució con mucha más actividad. También de la mano del buen tiempo. A las seis de la tarde el dato oficial de AEMET era de 19,8 grados, y a las siete, de 18.
También hubo movimiento en el mercado artesanal de la plaza de la Reina. «Se nota más actividad que el sábado, algo que me ha sorprendido», decía a media mañana Mercedes Almazán, que regenta un bonito puesto de artículos de porcelana. Cerca de ella David y Jorge cuidaban a siete chiquillos, primos todos ellos. Dieron una vuelta, posaron junto al belén –«un bonito recuerdo del día de Navidad»– y de paso se quitaron de en medio mientras en casa de los abuelos se ultimaban los preparativos de cara a la comida.
Las terrazas llenas de la plaza de la Virgen, con mucho turista ligero de ropa gozando del sol, y la actividad en el mercadillo de la Lonja también fueron indicativos del ambiente festivo espoleado por el buen tiempo. Hasta la calle Calabazas estaba llena de niños y padres buscando los últimos cromos del Mundial.
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