La actividad es frenética en el Banco de Alimentos y no es por el incómodo frío que hace a pesar del sol, sino por el trabajo de decenas de voluntarios que se afanan en recibir, apilar, verificar y distribuir toneladas de comida en dos naves situadas en la entrada desde Valencia de La Pobla de Vallbona. «Tenemos más trabajo que nunca, la semana pasada día se llegó al récord de familias apuntadas en un día en Mestalla con 113. Nunca había pasado», dice el presidente de la asociación benéfica, Jaume Serra. Ahora llegan algunas de las pruebas más duras como son la gran colecta que se realiza hoy y mañana, y la campaña navideña de reparto. Todo lo necesario para atender a personas necesitadas que literalmente no tienen ni para comprar comida con la que subsistir.
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La gran colecta se hará en coordinación con 502 comercios en toda la provincia (el año pasado fueron 465). Los clientes pueden también donar dinero cuando pasen por caja, que después servirá al Banco de Alimentos para hacer compras en los mismos comercios. «Nosotros no tocamos ni un duro», afirma Serra, quien recuerda que el pasado año se lograron así 562.404 euros y la recogida de 430.000 kilos de alimentos. Hoy y mañana, los voluntarios estarán repartidos por todos esos lugares, aunque algunas empresas prolongarán más días la campaña benéfica.
El siguiente paso será la 'Nit nadalenca' el 23 de diciembre, víspera de Nochebuena, donde se quiere hacer un reparto especial pensando en las fiestas, lo que se completará el 5 de enero con una jornada dedicada al reparto de juguetes. «El año pasado llegamos a 600 niños», explica.
Con los fondos recaudados en la gran colecta, la asociación funciona buena parte del año. El Banco de Alimentos no recibe subvenciones públicas, a diferencia de otras entidades que también reparten comida. «Lo decidieron Ribó y la consellera Oltra, nos dejaron sin nada pero aquí estamos, a tope y sin deudas», defiende el presidente sobre lo que ha pasado los últimos ocho años por el motivo de este veto. La decisión, cuenta, fue quitar del epígrafe de las ayudas lo relativo al reparto de alimentos, con lo que se quedaron sin ninguna opción. «No querían este sistema pero la realidad es que la gente necesita comer todos los días y las esperas en los centros de servicios sociales son hasta de dos meses para que les atiendan. ¿Qué hacen hasta entonces?», se pregunta.
Tres son los criterios principales de la organización nacida el 16 de abril de 1994: no se reparte comida caducada bajo ningún concepto, cualquier persona tiene acceso a los alimentos al margen de «nacionalidad, raza o lo que sea, eso está claro», afirma, y el tercero es que no se cobra nada, ni por una bolsa.
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Esto último ha motivado que el Banco de Alimentos sirva ahora a 227 centros en la provincia de Valencia, una cifra algo menor que en la última oleada. «Miramos todo y había algunas cosas que no estaban claras, no se puede cobrar ni un euro», insiste. Ahora se preparan para la recta final del año, unas navidades más que complicadas para miles de familias. Ellos tienen contadas dónde llegan sus alimentos y alcanzan a 17.671 familias.
En realidad hay dos bancos, con el fin de optimizar todos los recursos que tienen en La Pobla de Vallbona. El Banco de Alimentos se encarga de recibir de las empresas los alimentos que se guardan en tres naves que suman un total de 3.650 metros cuadrados. Desde ahí, cuando está todo inventariado y revisado, marchan hacia los centros de reparto, otras asociaciones de la red asistencial de la provincia de Valencia.
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Luego está el Banco Solidario de Alimentos, una entidad de reparto directo para el municipio donde está la sede y un radio de influencia muy amplio. Del autobús metropolitano que conecta esta parte de Camp de Túria con Valencia se bajaron media docena de personas en Burjassot con carritos hasta los topes.
Al mismo tiempo que Serra explica el funcionamiento de la entidad a LAS PROVINCIAS va dando instrucciones a los voluntarios en las naves. En el banco solidario ya se ha formado una larga fila de personas que desean darse de alta en el reparto. «Esto no había pasado nunca», asegura. Dos voluntarias, Mari Carmen ambas, informan de la documentación que hace falta a los solicitantes, les ayudan en todo lo que pueden siguiendo las instrucciones de servicios sociales y al final, deciden si las dan de alta y en qué categoría.
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«Tenemos tres tipos de carros, para familias de hasta tres, cinco y siete o más personas», comenta el presidente de la entidad mientras aparta uno de los carros para poder pasar. La cola es tan amplia que el pequeño aparcamiento donde algunos dejan los vehículos para cargar la comida no es suficiente. «Ponte en la cola y ves controlando los coches que pueden entrar», dice a uno de los voluntarios.
De cara al futuro, le gustaría volver a tener un espacio fijo en Valencia para el reparto de alimentos después de que el anterior gobierno municipal los vetara en 2015, quitándoles la cesión de una nave en la calle Santa Cruz de Tenerife. Gracias a la buena voluntad del Valencia CF, desde hace tiempo lo hacen debajo de las gradas de Mestalla, en la parte de la avenida Aragón, dos días a la semana en semanas alternas. «Estamos pensando en ampliarlo por la necesidad que vemos y el aumento de la demanda». De momento no hay nada cerrado, aunque el presidente Mazón visitó el Banco el primer día tras su investidura, lo que les da esperanza de un acuerdo. «Hacemos mucha falta», finaliza.
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