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Los fines de semana son sinónimo de insomnio para los vecinos de La Roqueta. Llega la noche del viernes y con ella los gritos de los jóvenes que han salido de fiesta a la discoteca de Plaza España. Un grupo de chavales aporrean las persianas de los bajos de la calle Julio Antonio. Sin ningún respeto hacia los residentes que quieren descansar. «¡El tren! ¡El tren!» chilla la pandilla junto a varios insultos. Y salen corriendo.
El botellón y el vandalismo de los jóvenes que se han pasado con el alcohol llena de inseguridad a los vecinos de la zona. «Oyes jaleo y ya temes que le hayan podido hacer algo a tu coche. No descansas a gusto», lamenta Marina, una de las afectadas por los escándalos. La mujer llega cansada de trabajar. Acude a su casa a altas horas de la noche. Pero los chavales de fiesta no dan tregua a los residentes. «Es imposible dormir», confiesa. Las fiestas que se extienden hasta bien entrada la mañana les desvelan e impiden conciliar el sueño.
El problema está anquilosado en el barrio desde hace años. «Se está degradando a la carrera», comenta Diego, vecino de la zona. A pesar de que se haya aumentado la presencia policial para controlar los botellones, las fiestas que se protagonizan en Plaza España afecta a todos los residentes de las calles colindantes. Algunos vecinos ya están resignados. «Claro que hay mucho jaleo, pero ya me he acostumbrado», dice con naturalidad Daniel. El hombre tiene 64 años. Camina tranquilo por una de las calles de La Roqueta mientras observa cómo los profesionales limpian la zona.
Ya no es únicamente el alboroto que se genera las madrugadas de los fines de semana. El barrio amanece lleno de basura. Las botellas de alcohol a mitad se desparraman por el suelo. Los contenedores, a rebosar. A los pies de los basureros hay una gran cantidad de cartones y todo tipo de enseres. «Sin duda, esta es la zona más sucia de Valencia», revela una barrendera. Cansada de que los fiesteros que no son capaces de tirar su propia basura a las papeleras hagan su trabajo todavía más difícil.
La trabajadora hace un esfuerzo extra, pero sabe que sólo es una solución momentánea. «Esta noche volverá a estar todo lleno de suciedad. Da igual cuánto limpies, vuelven a ensuciarlo», revela. Lo que más le llama la atención es que nadie «sea capaz de reciclar y tirar las cosas al contenedor que toca. Simplemente tiran todo al suelo». A pesar de ello, hace su trabajo con una sonrisa. Mientras habla, sigue recogiendo cajas desparramadas por el suelo. Ella es la otra cara de los botellones. Partiéndose la espalda una mañana de sábado a casi 30 grados porque lo que podría ser una labor más sencilla se complica cuando los fiesteros piensan, en medio de la embriaguez, que la acera es el lugar perfecto para depositar sus copas vacías.
Una situación que no sólo perjudica a los residentes. El barrio de La Roqueta está entre la Estación del Norte y la Estación de Joaquín Sorolla. Además, también está cerca del barrio chino. La afluencia de los turistas en la zona es constante. Visitantes que se llevan una mala impresión del lugar debido a toda la suciedad que se amontona.
El olor a orina también empapa toda la zona. «Incluso hacen sus excrementos entre los coches», critica una vecina. Harta de que su barrio se degrade más cada día que pasa. La Roqueta, en pleno centro de Valencia, se ha convertido en un lugar en el que descansar parece una tarea imposible. Porque el problema es que la fiesta no se concentra en la discoteca de Plaza España, si no que los gritos de los chavales despiertan a todo el vecindario.
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