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Botellón en Valencia. Irene Marsilla

La noche valenciana se despereza

Los más jóvenes aprovechan la retirada del toque de queda y abarrotan la plaza de Honduras, mientras que locales como Marina Beach y Akuarela se llenan y vuelven a generar largas colas para entrar

Martes, 7 de septiembre 2021, 07:38

Falta poco para que el reloj marque la una de la mañana. En la plaza de Honduras suena 'Sarandonga' al ritmo de dos guitarras españolas. Poco después, 'Hey, chipirón, todos los días sale el sol'. Y, así, un grupo de jóvenes canta a ... pleno pulmón una retahíla de canciones que, más allá de lo que dicen sus letras, mandan un claro mensaje: se acabó el toque de queda, se acabó la limitación en reuniones.

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Las zonas de ocio por excelencia para los universitarios volvieron a resonar con fuerza en la noche del lunes. Las ganas de salir explotaban. Algunos jóvenes se sentaban en cualquier barandilla, con vaso de plástico en mano, para poder beber mientras hablaban y escuchaban música desde un móvil o, incluso, desde un altavoz a todo trapo. «Qué mejor manera de acabar las vacaciones que poder salir sin toque de queda», afirma una joven que se dirige con sus amigos desde la plaza del Cedro a la de Honduras.

«Teníamos muchas ganas de salir, da igual que sea lunes», asegura otro de los viandantes que iba en busca de un lugar donde poder continuar la fiesta tras haber terminado de cenar. «Pero vamos a cumplir las normas, llevaremos mascarilla y sabemos que no se puede bailar en pista», apostilla un joven del mismo grupo, a lo que otro agrega: «no queremos que nos tachen de irresponsables». Y es que, pese a la reapertura de los locales de ocio nocturno, la Conselleria de Sanidad no permite el baile, motivo que ayer hizo estallar al sector al no poder ejercer su actividad de manera integral.

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Estas medidas de desescalada dieron lugar a dos imágenes distintas. Por un lado, multitud de jóvenes salieron a la calle, donde decidieron improvisar su particular discomóvil. De nuevo, los botellones. A falta de locales nocturnos que abrieran sus puertas, los estudiantes bailaron y cantaron en los parques y las aceras. Las mascarillas brillaban por su ausencia de manera general. Por otro lado, el segundo escenario se trasladó a la zona del puerto, en concreto a los establecimientos de la Marina Beach y Akuarela, que sí decidieron volver a la actividad pese a la restricción al baile. En este último local ya se podía ver una larga cola para entrar a las 22.30 horas.

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En la puerta del Marina Beach hay cinco taxis. «Eso significa que hay movimiento», asegura el conductor que traslada a una servidora hasta la zona. «Hay muchísima gente, está genial. Estamos bailando», indica uno de los jóvenes que se encontraba fuera del local junto a sus amigos. Mientras, en la entrada de Akuarela, varios grupos salían a tomar el aire o a fumar pasadas la una de la mañana. «Sí que hay bastante gente dentro y se está bailando en la medida de lo que se puede o bien hasta que alguien de seguridad da el toque de atención», cuenta otro chico.

La marcha que ayer se vivía en Valencia en las zonas universitarias contrastaba de lleno con la imagen de Ruzafa, otro de los puntos del ocio nocturno por excelencia. Con calles prácticamente desiertas a la 1.30 horas y la mayoría de locales de restauración con la persiana bajada, este barrio obedecía más a la dinámica típica de un lunes después de Fallas. Quizás, el público objetivo de esta área explica la diferencia con respecto a Honduras y el puerto, donde los más jóvenes, en su mayoría universitarios, decidieron agotar sus últimos días de vacaciones antes de que comiencen las clases.

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