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Hace unos años nadie sabía lo que era el 'motosharing' y las tiendas de bicicletas de alquiler se contaban con los dedos de una mano. Ahora, Valencia espera acabar el año con 6.400 vehículos de este tipo, una auténtica revolución en la movilidad urbana que ha pillado a contrapié al Ayuntamiento, necesitado como nunca de una nueva ordenanza que regule el sector. A ocho meses de que acabe el mandato, las peticiones y la implantación de empresas ha evidenciado la lentitud de la Administración municipal.
La polémica iniciada esta semana con la llegada de una multinacional radicada en California, repartiendo 200 patinetes eléctricos por las calles de Valencia, ha puesto el foco en unos negocios que se expanden por el 'cap i casal' como si fuera un territorio virgen. No se trata sólo de un complemento de la oferta turística, sino de responder a una generación de vecinos que ya no quiere tener vehículos en propiedad. Es más, hasta el reparto de mercancías está cambiando por completo. Las empresas que dan servicio incluso para recoger unas llaves olvidadas están al orden del día y cada vez se ven más ciclistas con la característica mochila amarilla a la espalda. No en vano, el aparcamiento de la plaza Ciudad de Brujas reservará una parte de la primera planta de sótano para lo que se llama reparto de última milla, a base de bicicletas con remolque y vehículos eléctricos.
Los patinetes eléctricos han sido una realidad efímera de momento por la orden de retirada de los 200 aparatos de Lime, mientras que otras tres empresas, dos de coches y otra de patinetes, han tocado a la puerta del Ayuntamiento preguntando los requisitos para su implantación en la vía pública. De momento, la respuesta ha sido negativa por las condiciones que pedían.
La opinión de los vecinos es clara: falta regulación por parte del Consistorio. La presidenta de la Federación de Vecinos, María José Broseta, afirma que apoyan «todo tipo de movilidad sostenible, pero siempre de una forma ordenada y sin entorpecer a los peatones, que deben ser los protagonistas y tener prioridad en aceras y calles peatonales». La declaración responde al conflicto abierto por la proliferación de patinetes, eléctricos o no, cuyos usuarios circulan por las aceras en caso de que no haya carriles bici. En realidad, la ordenanza vigente apenas contempla este tipo de vehículos más allá de un uso recreativo. Por supuesto, no incluye otros vehículos del nuevo tipo de movilidad, como el más reciente de los coches de alquiler en la calle.
La situación actual ha roto los esquemas del gobierno municipal, centrado desde el inicio del mandato en fomentar el uso de la bicicleta. Pese a los anuncios reiterados no se ha colocado ningún puesto de carga eléctrica en la vía pública, ni se ha modificado la ordenanza tras varios años de reuniones, mesas de trabajo y talleres participativos donde los asistentes salían sin un papel. «No sabemos nada de lo que pretende hacer el Ayuntamiento, dudo incluso de que tengan algo ni siquiera en fase de borrador», señala uno de los asistentes a estas jornadas. El pasado lunes, el alcalde Joan Ribó se comprometió por boca de un portavoz a que en un plazo de quince días saldría a la luz el documento para el debate.
La realidad ha sobrepasado a la velocidad del gobierno municipal. Todavía pasarán meses antes de que se apruebe el documento definitivo y no será hasta entonces cuando la concejalía de Hacienda pueda fijar las tasas por una serie de actividades económicas que se realizan en la calle. Hasta que llegue ese momento, la presidenta vecinal, María José Broseta, considera que lo lógico sería que los patinetes solo pudieran circular por los carriles bici: «Una vez se publique el borrador de la normativa la Federación la estudiará para ver cómo se regulan estos medios de transporte y estudiará si presenta alegaciones».
Otras fuentes indicaron que el gobierno municipal «se ha pensado los últimos tres años pensando exclusivamente en las bicicletas, sin darse cuenta de que una parte de la demanda de los vecinos iba en otra dirección. Ahora ya es tarde porque impera el descontrol en la calzada y las aceras de muchas calles». En la lucha contra el tráfico privado, el Consistorio ha descuidado las necesidades de la llamada movilidad personal, que ahora emerge con fuerza sin ninguna regulación.
¿Qué pasa en otras ciudades? Según un estudio realizado por la firma de servicios jurídicos Metricson, «las opciones de movilidad en las grandes ciudades no paran de evolucionar. Los patinetes eléctricos han sido la última incorporación a las calles, un medio de transporte que, aunque ya lo han probado muchos usuarios, ha traído consigo una gran polémica llegando a tener que ser retirados del espacio público».
Fuentes de esta empresa indicaron que «ante las restricciones por los altos niveles de contaminación, el tráfico, las dificultades para aparcar y una mayor concienciación con el medio ambiente, son muchas las empresas que han visto una oportunidad de negocio dentro del sector. Sin embargo, muchas ciudades no están preparadas para acoger esta nueva opción de transporte». Según los abogados de Metricson, el reto de este nuevo modelo de negocio es la formación vial de los usuarios y la colaboración con las autoridades. En cuanto a las ciudades que ya tienen ordenanza para los patinetes, en Barcelona pueden circular a un máximo de diez kilómetros por hora en calles con plataforma única, parques y carriles bici situados en la acera. En los carriles bici pueden circular a un máximo de 30 kilómetros por hora.
«Rápido, cómodo y barato», es la respuesta que da un usuario de una moto de alquiler, justo antes de abrir el cofre y coger el casco. «A veces hay dos», señala, para comentar el motivo principal de que opte por el alquiler en lugar de la propiedad de una scooter. «No la necesito tanto como para tener una propia y, además, no tengo garaje para guardarla».El precio es variable, aunque «suele costar entre un euro y medio y dos euros para un trayecto de diez minutos», lo que viene siendo una ruta habitual desde cualquier barrio al centro. «Buscas la que tiene dos cascos si te hace falta, la pones en marcha con el móvil y cuando llegas al destino la cierras del mismo modo», señala. En la puerta de una tienda de bicicletas de alquiler, un grupo de clientes de origen francés lo tiene muy claro a la hora de responder. «Es lo más cómodo para conocer la ciudad», apunta una joven, mientras busca en un mapa de papel el itinerario más cómodo. No utilizan los móviles para buscar las rutas, pese al consejo del periodista de que en la web del Ayuntamiento hay un mapa de carriles bici. «Vamos por donde podemos», responde la misma persona sonriendo, mientras se marchan por una acera hacia la plaza de la Reina.
En Madrid, la nueva ordenanza de Movilidad, pendiente de aprobación por el Consistorio, permitirá circular por ciclocalles, calles residenciales con un límite de 20 kilómetros por hora y carriles bici protegidos, entre otros. Se podrá aparcar sobre la acera en determinadas condiciones. Será obligatorio el uso de casco y la edad mínima para circular con ellos será de 15 años. Valenbisi fue la primera en romper el fuego en los nuevos modos de movilidad. Allá por 2010 colocaron las primeras paradas y tras unos años de subir como la espuma, ahora han estabilizado el número de usuarios. Las últimas cifras conocidas son de algo más de 44.000 abonados, tras un descenso paulatino que explica por la implantación de la bicicleta propia, entre otros factores. La compañía ha mejorado en las últimas fechas la seguridad de los vehículos, en cuanto a que los roban menos.
Entre las firmas con más implantación en Valencia, fuentes de Cooltra señalan que en Valencia tienen 200 scooters para el alquiler de corto plazo, enfocado a turismo tanto nacional como internacional. «El alquiler tiene el mismo funcionamiento que el de un coche, puede ser por horas, días o también existe la opción de extender un largo plazo. Este último está muy extendido entre las personas que tienen una recolocación laboral, trabajan de manera temporal, se mueven a una ciudad para unos estudios superiores o simplemente, que quieren acceder a tener un vehículo», señalaron fuentes de la empresa. Sobre la regulación pendiente, afirmaron que «desde Cooltra hacemos mucho hincapié en el cumplimiento de la normativa ajustada a cada localidad. Nuestro equipo recuerda cuáles son las normas de estacionamiento antes de la retirada del vehículo de la tienda».
Otra de las empresas con mayor grado de penetración en el mercado en Valencia es Muving, que tiene 345 motos repartidas por las calles de la capital. Al contrario del caso anterior, no se alquilan en locales sino directamente en la vía pública, por lo que se abre el debate de si esta modalidad necesita un permiso de actividad por este motivo. El alcalde Joan Ribó dijo esta semana que sí es obligada la autorización, aunque fuentes cercanas al concejal de Dominio Público, Carlos Galiana, no han precisado desde el pasado lunes el procedimiento y los requisitos, pese a la insistencia de este periódico.
El próximo ejemplo de esta actividad será Molo, una firma valenciana que se estrena el día 17 con 150 scooters eléctricas y la previsión de llegar a 600 cuando acabe el año. El sistema será idéntico al anterior, con las motos en las calles y los usuarios localizándolas a través de una aplicación móvil. La diferencia estriba en el modo de pago, que en lugar de una tarifa en función del tiempo o los kilómetros realizados, se basa en una suscripción mensual, una especie de tarifa plana. Y con seguridad aparecerán más casos los próximos meses, con empresas emergentes y vehículos que hoy ni siquiera han pasado de la mesa de diseño para un nuevo tipo de movilidad que será una realidad dentro de poco.
«La clave del alquiler es que los usuarios conozcan la noramtiva»
«Nosotros tenemos licencia» . Igor Murini, presidente de la naciente asociación de Rental Bike que opera en Valencia, representa a una treintena de empresas de alquiler de bicicletas, que suman aproximadamente unas 2.500 unidades disponibles para el mercado de la ciudad. «Es una cifra aproximada porque es muy difícil saber el volumen total, aunque las grandes pueden mover hasta 300 bicicletas y las pequeñas, unas 40», responde sobre la presencia del sector en Valencia.
Hace años apenas existían. Una de las más antiguas, Doyoubike, funciona desde hace unos catorce años, recuerda Alberto Laurín, a su vez vicepresidente del colectivo que intenta tener una voz común con el Ayuntamiento.«Hemos ido a las reuniones de la Mesa de la Movilidad», apunta Morini, quien comenta sobre la regulación de la normativa que la norma en todas las tiendas es «dar toda la información a los usuarios para que tengan en cuenta las normas en Valencia».
La clave de estos negocios, asegura, es conseguir «dar un servicio importante para la movilidad sostenible y que suponga la mínima molestia a los vecinos», en referencia a las quejas surgidas desde la Federación de Vecinos y entidades del centro por los grandes grupos de ciclistas que toman las plazas y calles peatonales. El presidente de la asociación comenta que está de acuerdo con la retirada de los patinetes eléctricos de la empresa Lime. «Apoyo lo que ha hecho el Ayuntamiento», afirma tajante. «Nosotros tenemos licencia y pagamos los impuestos, todo lo necesario», dice.
Desde el punto de vista de la empresa pequeña dijo no entender a las multinacionales, que «no dan ninguna información a los usuarios», como uno de los argumentos a favor del alquiler en locales y no en la calle. Para Laurín, el abanico tan amplio de oferta que hay es otra de las claves. «Bicicletas, motos y patinetes», dijo aunque esto último no lo consideraron en su comercio. «Falta regulación y puede ser problemático. Seguimos siempre la norma, como cuando retiramos un remolque de bebé, al enterarnos de que no estaba permitido».
Más información sobre patinetes eléctricos, motos y bicicletas de alquiler
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