Las obras de Pérez Galdós afectan a más de 50.000 coches al día
El Ayuntamiento recomienda buscar itinerarios alternativos para evitar los atascos en el tramo final de la avenida, junto al cauce del Turia
El reto es monumental. Mayúsculo. Las obras de Pérez Galdós, que reducen a un carril la avenida, son, además de un ensayo general de ... lo que pasará cuando se pongan en marcha las obras definitivas de reurbanización, un desafío para el Ayuntamiento y la Policía Local, que ve cómo unos 50.000 coches al día buscan la forma de circular por la avenida. No es fácil. Muchos de ellos buscan itinerarios alternativos, como recomienda el Ayuntamiento a través de carteles colocados en las avenidas que desembocan en Pérez Galdós. Otros no pueden hacerlo, o no saben, y terminan en una ratonera con atascos kilométricos.
Es el caso de cientos de conductores que este martes, tanto a primera hora como por la tarde, se han encontrado atrapados en embotellamientos provocados por las obras. Y es algo que se repetirá en el tiempo, y podría hasta volverse crónico, cuando empiecen las obras de la avenida que dejarán un único carril por sentido. Es de esperar, claro, que los vecinos y conductores aprendan alternativas para evitar la ratonera, pero los primeros meses se repetirán. La concejalía de Movilidad lo sabe. Así lo aseguran los informes sobre la remodelación de la avenida, que descartan el soterramiento del túnel por su alto coste. A nadie se le escapa, eso sí, que cegar el paso inferior provocaría un elevadísimo tráfico en superficie, que debería circular por un único carril. Quienes son partidarios de su soterramiento insisten en que ese tráfico se da por ahí porque hay opción. Si no hubiera túnel, esos coches no circularían por la avenida.
Es verdad, claro. Pero la gente, sin un buen sistema de transporte, no puede dejar el coche en casa. La dana nos ha enseñado eso por las malas. Las obras de Pérez Galdós, estos días, están demostrándolo otra vez. Este martes, los atascos se han repetido en las grandes vías y en la avenida Nueve de Octubre, así como en vías aledañas como Tirso de Molina, General Avilés, Valle de la Ballestera o Maestro Rodrigo. Sin embargo, donde más problemas se han registrado este martes es en Manuel de Falla y en el puente del Nueve de Octubre en su entrada por Pío Baroja. Se trata de un cuello de botella donde varios carriles pasan a apenas dos, por lo que la presencia policial es casi constante en horas punta. Sin embargo, los problemas se han dado a lo largo de todo el día, motivados por los conductores que decidían seguir por Tirso de Molina hacia el oeste en un intento de evitar Pérez Galdós al descubrir, por los carteles del Ayuntamiento, que más valía que buscaran rutas alternativas.
Además, se ha incrementado el tráfico de agitación en los alrededores, en los barrios de Petxina y Olivereta, donde la vida es tranquila. Sin embargo, la presencia de coches que buscan escapar de la avenida y callejean por vías como Democracia, Doctor Zamenhof, Teruel o Francisco Moreno Usedo, entre otras, ha aumentado en las últimas horas. Se trata de conductores que quieren salvar el atasco y lo intentan callejeando en busca de Nueve de Octubre o Fernando el Católico.
Todo esto se repetirán cuando comiencen las obras. Multiplicado, claro, porque va a ser algo constante durante muchos meses (se espera que las obras que estos días ahogan la zona terminen a principios de mayo). El Ayuntamiento lo sabe, pero está atado de pies y manos, primero por la posible pérdida de fondos europeos si no las acometen y segundo porque... bueno, la avenida va a tener que seguir abierta al tráfico. «Hemos hecho un estudio riguroso de soluciones para cubrir y eliminar el túnel de Pérez Galdós, que implicaría una campaña de ensayos y un análisis estructural del túnel, que se hizo hace más de 60 años. También haría falta adoptar todo el proyecto. Esos estudios demorarían en el tiempo las obras y harían inviable cumplir con los plazos marcados por la Unión Europea y existiría un riesgo de perder los fondos», indicó en su momento Juan Giner, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento. «La segunda alternativa es establecer una solución estructural que costaría 19 millones de euros. Tanto por el importe como por el plazo, no cumpliríamos con los plazos», aseguró.
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