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RUBÉN GARCÍA BASTIDA
Viernes, 3 de junio 2022, 00:33
La escena es ya habitual en las inmobiliarias de Valencia: un trabajador publica en internet el anuncio de un piso y una avalancha de llamadas y mensajes de potenciales inquilinos obliga a darlo de baja casi de inmediato. «A veces tenemos que retirarlo solo 20 ... minutos después de lanzarlo porque tenemos ya 30 o 40 contactos de personas interesadas en el piso», revela la presidenta de la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valencia (Asicval), Nora García Donet, que considera que la situación del alquiler en Valencia se ha convertido en «algo realmente dramático». «Y no ocurre solo en la capital, pero es aquí donde más se está notando», apunta.
«La mayoría de las personas que llaman tienen alertas configuradas en el móvil en portales de viviendas, y en cuanto publicamos algo, les sale una notificación y se lanzan», destaca.
El panorama que dibujan las inmobiliarias sobre el alquiler es este: una exigua oferta de pisos, una demanda desbocada, precios disparados y en ascenso, inquilinos que amplían sus búsquedas a poblaciones limítrofes ante la imposibilidad de hallar algo que encaje en sus presupuestos en la ciudad, jóvenes trabajadores que se ven forzados a compartir vivienda para asumir las mensualidades y procesos de selección de inquilinos que se convierten en exigentes 'castings'.
«Los precios han subido muchísimo. Pero mucho mucho», recalcan desde la organización. A modo de ejemplo, García Donet señala que «si hace dos años, el alquiler de una vivienda de tres habitaciones y dos baños podía estar en torno a los 650 o 700 euros mensuales, ahora estaríamos hablando de unos 900 de media». En el caso de las rentas para estudiantes las subidas han sido todavía mayores. «Verdaderamente espectaculares», afirma.
En los alquileres entre particulares, la situación no es diferente. Nuria, propietaria de una vivienda en el barrio de Malilla, puso un anuncio para alquilarla el pasado día 28 de mayo. Antes había estado buscando anuncios en la zona para calcular cuánto debía pedir. Las cantidades le sorprendieron. «Es una zona que siempre ha sido humilde, de gente de clase obrera», recuerda. Sin embargo, los precios que vio parecían más acordes a otras zonas. «Primero lo anuncié solo en un portal. Eso fue un sábado por la noche, y el domingo ya tenía cuatro o cinco correos». El lunes puso el anuncio en una segunda web. Tras una semana, había recibido solicitudes de cerca de 150 interesados pese a la notable subida de precio que había aplicado respecto al alquiler anterior. La vivienda, de tres dormitorios, dos baños y plaza de garaje, se anunció en 800 euros, cuando los anteriores inquilinos entraron pagando 575. «Aunque con las actualizaciones del IPC en los últimos años estaba ya en unos 650», reconoce.
Pese al incremento, Nuria considera que aún sigue «por debajo del precio de los pisos de la zona». «Hay otros en el mismo precio, pero sin amueblar, y yo lo entrego con muebles y con todos los electrodomésticos».
Aunque la tensión entre oferta y demanda es más acentuada en zonas céntricas como Ruzafa, las inmobiliarias señalan que se trata de algo generalizado en todos los barrios de Valencia. De hecho, el barrio está dejando de ser una exigencia. «Ya da igual la zona, donde sea. Quieren una vivienda».
«El problema es que al haber tantos inquilinos para tan poca vivienda se están haciendo 'castings' de inquilinos –asevera García Donet–. Ya no es solo que demuestren la solvencia a través de la nómina, sino que se valora si es una familia con hijos o no, de dónde son. Ahora se mira todo».
Entre los factores tras esta subida de precios se encuentra, en opinión de la presidenta de Asicval, la recuperación del turismo. «Cuando llegó el confinamiento, los precios bajaron porque se volcaron al mercado del alquiler muchísimas viviendas que estaban destinadas al turismo, y que se sacaron con contratos temporales de 6 meses, 8 meses, o un año. Fue terminar las restricciones, volver un poquito a la normalidad, y empezar a subir, porque todas esas viviendas se han ido retirando del mercado», asegura .
También indica que la falta de vivienda ha elevado los casos de pisos compartidos entre trabajadores y trasladado parte de la demanda a las poblaciones cercanas. «Lo que buscan sobre todo es que tenga buena comunicación con Valencia». Elegir una de estas zonas puede suponer un ahorro, según estiman en Asicval, de cerca de 200 euros al mes para una vivienda de similares características.
La Asociación de Promotores de Valencia (Aprova) lleva meses apuntando a la falta de suelo como otra de las responsables de las subidas de precio tanto en la compra como el alquiler. Consideran que es urgente desbloquear los desarrollos urbanísticos en la ciudad para reactivar la llegada de nueva oferta al mercado inmobiliario.
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