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TONI BLASCO
VALENCIA.
Sábado, 21 de agosto 2021
La historia delictiva se repite todos los veranos. Una oleada de robos en las playas del Cabanyal y la Malvarrosa mantiene en jaque a la ... Policía. Varios grupos de descuideros argelinos y marroquíes delinquen día y noche para sustraer objetos a los bañistas. La Policía Local y Policía Nacional han detenido en los últimas días a una decena de ladrones mientras las denuncias se amontonan en la comisaría.
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Los hurtos al descuido de carteras y bolsos son su especialidad. La crisis pandémica y el toque de queda les obliga a delinquir entre las once de la mañana y las doce y media de la noche. El número de ladrones sobrepasa este verano el medio centenar. Siempre están a la espera del penúltimo incauto. En el 'modus operandi' también se han reinventado. Durante el día hurtan en el paseo y la arena, paseando entre los cientos de bañistas, y suelen actuar en parejas, dependientes y pendientes uno del otro.
Cuando fijan un objetivo, el que camina en primer lugar deja caer una toalla o una camiseta sobre la mochila de las víctimas, y al agacharse para recoger su prenda, coge también el bolso o la mochila de modo que el botín queda oculto. El movimiento es muy rápido. El segundo ladrón, si no es necesario, no interviene. Los delincuentes se intercambian los roles para hurtar.
Fijan su atención en turistas extranjeros, pero ningún objetivo fácil es descartable. Una mochila sobre la arena, móviles sobre toallas o pareos e incluso han llegado a sustraer patinetes eléctricos o bicicletas. En la medida de lo posible la acción delictiva no debe pasar del hurto. En caso de ser arrestados por la Policía, en poco tiempo estarán de nuevo haciendo lo que mejor saben hacer: apropiarse de lo ajeno. Si roban con violencia, el castigo es mayor y conocen los límites legales.
Los descuideros son reconocibles. La mayoría son jóvenes de entre 20 y 30 años con rasgos magrebíes. Llevan zapatillas de deporte, bermudas y camiseta, y algunos suelen portar una riñonera. En el paseo siguen a sus potenciales víctimas para robarles al descuido. En la playa durante el día, deambulan con esa indumentaria muy cerca del agua sin intención de bañarse.
Cuando comienza a caer la noche, suelen apostarse cerca de un conocido club de playa y una discoteca en primera línea de playa. Su objetivo entonces son las parejas que van a darse un chapuzón o mantienen relaciones sexuales en la arena.
En los últimos días, los agentes del Operativo Playas de la Policía Local y la Policía Nacional han detenido a una decena de ladrones en la zona. El número de policías es insuficiente para cubrir toda la extensión de las dos playas. Si los agentes no sorprenden al descuidero en pleno hurto o recuperan los objetos sustraídos, no pueden detenerlo, y en el mejor de los casos, si se materializa el arresto, al día siguiente volverán a verse las caras. Cada uno en el desempeño de su función.
Es tal la oleada de robos que los policías recomiendan bañarse por turnos, no dejar solas las pertenencias, observar la toalla y la mochila desde el agua y llevar el mínimo dinero imprescindible.
Si detectan un hurto no hay que enfrentarse a los delincuentes, pero hay que avisar pronto a la Policía, y si la víctima se quedado sin teléfono, debe pedir ayuda a cualquier persona e intentar no perder de vista a los malhechores, así como memorizar rasgos físicos y vestimenta para luego interponer la correspondiente denuncia.
El pasado martes, dos parejas de jóvenes italianos fueron víctimas de otro hurto el primer día de sus vacaciones en Valencia. Un chico se acercó a preguntarles algo que no lograban entender mientras otro individuo, que simulaba ir solo, se sentó cerca de sus mochilas, las registró con destreza y sustrajo los teléfonos móviles de alta gama. Tras ser avisados por una pareja de españoles, dos policías persiguieron con sendos quads a los ladrones por la arena y los detuvieron. También recuperaron los móviles.
En muchas ocasiones, los descuideros ya habían sido arrestados el día anterior. Como no emplean la violencia para hurtar, los ladrones quedan libres tras pasar unas horas en el calabozo y vuelven a las playas para delinquir.
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