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M. Guadalajara / Á. Serrano
Sábado, 22 de febrero 2020, 01:20
Poco a poco, de una manera lenta pero inexorable, la esperanza creada en los barrios hacia el gobierno progresista se desvanece como agua en azucarillo. La paciencia va desapareciendo (en algunas zonas hace ya años) y una decena de barrios plantean importantes reivindicaciones que quedan sin respuesta. El distrito Marítimo es el más castigado por la inacción municipal y barrios como Cabanyal o Malvarrosa han salido a la calle ya en varias ocasiones en lo que va de mandato, mientras que otros, como Benimaclet, mantienen peleas casi interminables en las que no parecen dispuestos dar su brazo a torcer.
La patata caliente más importante que tenía el Consistorio cuando Joan Ribó llegó al poder en 2015 era el Cabanyal. Con el proyecto para ampliar Blasco Ibáñez hasta el mar ya abortado, enterrado y con el tripartito de 2015 bailando sobre su (figurada) tumba, había que rehabilitar el barrio. Los trabajos son lentos y se topan con la siempre compleja burocracia. Lo que terminó por soliviantar a los vecinos fue la desaparición de Salvem el Cabanyal precisamente cuando, en opinión de muchos residentes, más falta hacía para reclamar las inversiones que precisaba el barrio.
Un poco más al norte, en la Malvarrosa, la mecha terminó por prender el pasado año, cuando los residentes se hartaron del menudeo de droga, que llegó al barrio desde el Cabanyal cuando aumentó la presión policial en la conocida como zona cero. Los vecinos se han manifestado para reclamar campañas especiales de Policía Local y más atención por parte de un Consistorio que, dicen, no mira hacia el mar con la asiduidad que necesitan.
Pero si hay un barrio donde las espadas están en lo más alto, ese es Benimaclet. Valga el juego de palabras porque el enfado de los vecinos de esta zona tiene que ver, precisamente, con las alturas del PAI planteado. Sin València en Comú en el Ayuntamiento, lo fían todo a la defensa de la huerta de Compromís, pero la tibieza del alcalde y la postura firme del PSPV referente al coste de revertir el PAI ha enfadado a los residentes, que se han manifestado para reclamar una revisión de las alturas y la protección de parcelas de gran tamaño cercanas a la huerta.
El centro también bulle de actividad, con vecinos de El Carmen y Velluters (que en realidad engloba parte de los barrios de El Pilar y El Mercat), incluso de otros como La Seu, enfadados por las medidas de movilidad del Consistorio y por la poca conexión de determinados entornos en la red de la EMT. El retraso en la puesta en marcha de las cámaras que iban a vigilar los alrededores de la Lonja y zonas como Serranos o el aumento de apartamentos turísticos también han enfadado a los vecinos del centro.
Y lejos del corazón de la ciudad, allá donde Valencia se alarga, en las costuras, no parece que llegue el brazo del Consistorio. Así al menos se asegura en Orriols, Torrefiel, el Camino de Moncada, La Punta o Natzaret. Las reclamaciones vecinales son constantes.
Cabanyal
Esta semana una quincena de asociaciones vecinales se volvieron a unir para manifestarse contra el Plan Especial del Cabanyal Canyamelar (PECC) del Ayuntamiento. Lo consideran sobredimensionado y supeditado al turismo. Fueron claros al respecto: no comprarán sus planes turísticos a cambio de inversión social, que aseguran, es el «pacto» que les proponen. Lo que demandan es la modificación del PECC para incluir más acción social. La falta de convivencia, el trapicheo de la droga y las ocupaciones ilegales siguen haciendo estragos en el barrio.
Malvarrosa
Cada último jueves del mes salen a la calle los vecinos de la Malvarrosa. El pasado 30 de enero fue la última vez, en la que más de 200 personas se concentraron en 'Las cuatro esquinas'. Explican que sufren un proceso de degradación del barrio marcado, sobre todo, por «el mercado de la droga». Piden inversión «para que los solares sean plazas y jardines», además de implementar las acciones sociales y reforzar la convivencia. La limpieza, el mantenimiento o el constante reclamo de espacios culturales de ocio y formación forman parte de su lucha.
Malilla
La asociación de vecinos de Malilla está harta de esperar el nuevo centro de salud. «Nos han dicho desde el Consistorio que ha habido un defecto de forma y Sanidad tiene que subsanarlo. Es el cuento de nunca acabar», dice Alfonso Cortés, vicepresidente de la entidad. También critican la falta de transporte público.
Torrecalap
Han salido a la calle para denunciar los planes del Ayuntamiento de dar los permisos para ocupar el 80% de un parque público para la construcción de un campo de fútbol de gestión privada.
Nazaret
Nada saben en Nazaret del prometido parque de desembocadura. «Hay que ponerse las pilas», dice el portavoz de la associació de veïns de Natzaret, Julio Moltó, que dice que no ha habido «ningún avance». Los vecinos piden celeridad tanto al Consistorio, como al puerto: «Nos lo deben desde el siglo pasado».
Nou moles
En Nou Moles, aguardan que comiencen «en serio» las obras del polideportivo. Casilda Osa, presidenta de la asociación de vecinos de Nou Moles, dice que por la zona sólo se ven «a dos operarios desde octubre». Ellos creen que las obras comenzarán en breve, pero denuncian que la conselleria «no hace nada».
Benimaclet
La última vez que salieron a la calle fue a finales de enero; el día 26. No sólo los vecinos de Benimaclet, Orriols y la Malvarrosa se sumaron a la larga batalla por la revisión del PAI presentado por Metrovacesa al Ayuntamiento, también la Federación de Vecinos respaldó la protesta. Justo un día después de la movilización, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, volvió de nuevo a criticar el proyecto tras unos meses con el freno de mano. Se mostró en sintonía a rebajar el PAI y a la revisión de la superficie urbanizable por considerar que es de «elevado impacto». Sin embargo, el viernes 14, la vicealcaldesa Sandra Gómez, le desdecía asegurando que no hay ningún cambio previsto. Los vecinos mantienen sus peticiones: quieren rebajar las alturas y limitar el número de viviendas. Piden una residencia de ancianos y una casa de la cultura.
Orriols / Torrefiel
Los vecinos de los barrios de Orriols y Torrefiel denuncian la inseguridad. La presencia de peleas es habitual y han pedido en reiteradas ocasiones a la Policía Local un esfuerzo para evitar peleas y altercados en la vía pública que preocupan a quienes viven en esta zona del norte de la ciudad. Su propuesta pasa por aumentar la labor a pie de calle de trabajadores sociales además de seguimiento.
Ciutat Vella
Ciutat Vella clama, ahora más que nunca, contra las medidas de la concejalía de Movilidad. Desde las cámaras para vigilar el acceso a la plaza del Mercado o por Serranos hasta la reciente remodelación de la red de la EMT, entidades de vecinos y comerciantes de la zona han decidido poner un pie en pared al respecto. Empresarios de la zona han decidido salir a la calle a finales de este mes mientras que determinadas entidades, como la de vecinos de Ciutat Vella o El Palleter de Velluters han protestado por los bucles de acceso a El Carmen o el paso continuado de autobuses por Guillem Sorolla, respectivamente. En el conocido como barrio chino preocupa también el aumento de la drogadicción y en el centro histórico, la proliferación de apartamentos turísticos que crean molestias para los vecinos.
La Punta
Uno de los símiles más empleados es el de la ciudad dándole la espalda. La Punta hace tiempo que está en el olvido de la acción municipal y todos gritos de auxilio de asociaciones vecinales y entidades sociales acaban, tal y como explican, encerradas en un cajón. Desde la limpieza, hasta las ayudas o la mejora de los servicios en la zona, empezando por el transporte público. Una de las mayores extensiones de huerta es protagonista de este escenario que se vacía ante la desidia y la inacción municipal por esta zona que también es parte de la ciudad.
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