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Un vecino de Benimaclet trabaja en su huerto urbano. IVÁN ARLANDIS

El PAI de Benimaclet divide a vecinos y comerciantes

Los residentes defienden la vivienda «como derecho y no como mercancía» mientras los vendedores ven «oportunidades de negocio»

Pablo Alcaraz

Valencia

Miércoles, 17 de julio 2024, 00:26

Benimaclet es un barrio con una personalidad única en Valencia. El gran tejido asociativo que ostentan sus calles, a medio camino entre la huerta y la ciudad, se ha visto envuelto en una lucha sin cuartel contra el PAI que quería definir las ... líneas maestras del Benimaclet del futuro. Sin embargo, tras el desbloqueo casi 20 años después del proyecto edificador por parte del Ayuntamiento de Valencia, los distintos actores y colectivos del vecindario tienen diferentes visiones acerca de la actuación urbanística. Allá donde los pequeños comerciantes ven «oportunidades de negocio», los residentes de toda la vida defienden la vivienda «como un derecho y no como una mercancía».

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Después de que el informe remitido por la Conselleria de Medio Ambiente diera luz verde al PAI el pasado lunes, en el barrio de Benimaclet no se habla de otra cosa. Partidarios y detractores se enzarzan en discusiones acerca de la viabilidad o no del proyecto urbanístico que llevaba enquistado casi dos décadas. No obstante, las conclusiones extraídas por la Generalitat en su informe son claras: «El PAI no tiene un efecto significativo sobre el medio ambiente», asegura la conselleria antes de enunciar que su desarrollo se ajustará a los planes territoriales aprobados con posterioridad al Plan General de 1988. Este visto bueno implica que la tramitación se acelere sustancialmente y que Metrovacesa tenga tres meses para presentar la documentación completa del programa de actuación integrada.

La Asociación Vecinal de Benimaclet, en boca de su portavoz, Paco Guardeño, lamenta que los gobiernos municipales no hayan tenido «sensibilidad y valentía», a la hora de elaborar un proyecto urbanístico «en consonancia a lo que necesita una ciudad con la responsabilidad de Capitalidad Verde». Desde el colectivo vecinal, recuerdan la elaboración de hasta tres planes alternativos al PAI oficial en 2015, 2017 y 2020 así como las distintas mesas de trabajo organizadas por gente del barrio con los actores implicados. Guardeño anticipa que el próximo lunes 29 asistirán a una reunión con Urbanismo para escuchar las propuestas de la concejalía y también para que sus demandas sean atendidas. «Queremos dejar claro que la asociación no está, ni ha estado nunca de acuerdo, con la edificabilidad prevista en el PAI», asevera el portavoz mientras alega que la edificabilidad prevista «no tiene ninguna justificación».

En la otra cara de la moneda, Rafa Gil, representante de Benicomerç, ve como una «oportunidad de negocio para el pequeño comercio» el impacto que va a tener aparejado el PAI, aunque matiza que esto se dará siempre y cuando no se establezcan grandes superfícies. Factor que le hace dudar, pero celebra que se haya acabado la provisionalidad a la que ha estado sometido el PAI durante los últimos 20 años: «Habrá humanidad en la estructura urbanística siempre que se respete la visión histórica de Benimaclet», afirma en referencia a la preservación de la emblemática plaza que ostenta el barrio.

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400 viviendas públicas

Gil defiende que el proyecto «se ha madurado mucho» en las casi dos décadas que ha estado paralizado y en el que se han incluido zonas verdes además de las 1.300 viviendas que se pretenden edificar. Casi un tercio de ellas, 400 concretamente, serán públicas y ahí sí existen coincidencias entre el representante vecinal y su homólogo comercial. Ambos se muestran sensibilizados por la proliferación de pisos turísticos en el resto de la ciudad y temen que Benimaclet sea víctima de este fenómeno.

 Guardeño concuerda en que Valencia necesita vivienda, pero esta tiene que ser «pública y asequible» para permitir el acceso a los jóvenes: «Debería ser un derecho y no una mercancía», sentencia mientras asegura que la edificabilidad del PAI se aprobó en 1994 «en función de unas previsiones demográficas que ni se han cumplido en las tres décadas pasadas, ni parece que vayan a cumplirse en las tres siguientes».

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Por su parte, Gil se muestra muy sensible con la aparición de pisos turísticos en los bajos de la ciudad ya que muchos de ellos suelen haber sido locales comerciales de toda la vida. «En la última década han desaparecido las tiendas de ultramarinos», explica el representante de Benicomerç.

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