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El parking de los horrores está en Valencia
El aparcamiento de Tres Cruces acumula residuos, un coche desguazado y sus accesos son letrinas de personas sin hogar
Es difícil ofrecer una explicación de la razón por la que el aparcamiento subterráneo de la avenida Tres Forques, a la altura del Hospital ... General, ha llegado a una situación casi surrealista, con un coche desguazado, colchones de personas sin hogar durmiendo en las plazas para protegerse del frío de la calle, los accesos peatonales convertidos en auténticas letrinas y hasta los restos de un incendio sucedido las pasadas navidades. Y basura, mucha, por todos lados en las dos plantas de sótano.
Es difícil ofrecerla porque la concejalía de Movilidad no dio ninguna, ni tampoco la empresa concesionaria, pese a los intentos de LAS PROVINCIAS con varios números de teléfono que aparecen en internet de la empresa Perot Gestión SLU, nombre que aparece en el tique al pagar por el estacionamiento. En ninguno contestaron, aunque una visita al recinto fue suficiente para hacerse una idea del problema que sufren los usuarios.
Uno de ellos asegura que tiene un contrato de concesión por 55 años otorgado por el Ayuntamiento, que compró al anterior conductor que aparcaba en esa plaza. Aparca su vehículo en otro lugar después de sufrir tres robos los últimos años y de momento no piensa volver.
Entrar en el aparcamiento es sencillo, como en cualquier otro, aunque lo primero que sorprende es que el cajero donde se paga está protegido por una especie de armadura de hierro, lo mismo que sucede con la garita de la primera planta de sótano, con rejas en todas las cristaleras.
Eso en la primera planta, donde hay varias filas de coches estacionados. La normalidad salta hechas pedazos al contemplar al fondo a una persona durmiendo sobre un colchón, maltapada con mantas y ropa de todo tipo. En un coche con las ruedas pinchadas y pinta de abandonado parece que hay movimiento. Otro refugio improvisado contra el frío. En el otro extremo otro asentamiento, aprovechando un rincón junto a la escalera. Alrededor hay, lamentablemente, basura.
El estacionamiento, según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico, fue una concesión a la empresa Cleop aprobada por el Ayuntamiento el 14 de junio de 1990, que la vendió a la firma Urbiagri en 2007. Ocurrió con motivo de la construcción del tramo del bulevar donde se sitúa, aseguran fuentes de la asociación de vecinos del cercano barrio de la Fuensanta, entidad a la que también ha llegado alguna historia del parking. «Es normal lo de las letrinas, los bares de alrededor no les dejan entrar en el baño si no consumen», dicen.
La rampa de acceso y las plantas que decoran sus lados no presagian lo que hay en el subsuelo. Para los que deciden entrar por uno de los accesos peatonales la cosa se complica mucho más. La basura está esparcida en todos los escalones, lo mismo que sucede con los restos de excrementos. Son letrinas improvisadas que no han visto un mocho desde hace mucho tiempo. Se puede bajar practicando un particular juego de saltos por los escasos huecos en los peldaños que aún no acumulan suciedad.
El recorrido en la primera planta antecede al auténtico problema, situado en la segunda. De las 174 plazas del aparcamiento, alrededor de cien son de concesiones de larga duración y según uno de los usuarios, deben concentrarse en este nivel, que por el contrario está vacío, salvo los montones de basura, los restos de un incendio y hasta un coche desguazado en una de las plazas.
Aquí es donde todo se pone más serio. Una valla impide la bajada por la rampa a los vehículos, mientras que la escalera está impracticable por la suciedad. Es imposible dar un paso sin pisar algo que quedará adherido a las suelas durante mucho tiempo, por lo que mejor acceder por la rampa de salida.
El incendio se produjo según los usuarios las pasadas navidades, en uno de los rincones del parking. Es difícil discernir la suciedad que pertenece al siniestro de la anterior porque algunos residuos son añejos. Eso se observa por ejemplo en el polvo acumulado en el coche desguazado.
De manera sorprendente algunos extintores siguen en su sitio, aunque en la part sur del parking se acumulan restos de pequeños electrodomésticos, reventados para sacar los metales. Las botelles de plástico se cuentan por cientos, mientras que también hay varios lugares con huellas de asentamientos.
Reforma del aparcamiento
La primera cuestión que queda en el aire es cómo ha logrado la empresa concesionaria mantener el estacionamiento abierto en estas condiciones. El precedente más cercano es el parking de Parcent, pendiente de reforma, aunque en dicha instalación no se llegó ni de lejos a lo que pasa en Tres Forques.
A los usuarios les han llegado promesas de que el denominado Parking Hospital General se cerrará por las noches y tendrá vigilancia privada, que habrá mejoras en general, aunque de momento la situación es justo la contraria, sin nadie a la vista. «Me dijo uno que no cerraba el coche para que no le rompan la ventanilla. Dentro no deja nada que se pueda robar», señalan. Arriba, en la calle, un grupo de jubilados juega a la petanca. El estacionamiento ha costado 1,10 euros por unos minutos en el subsuelo.
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