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El Gulliver era este martes un hervidero de niños. Las colas para acceder al parque fueron largas durante toda la mañana y decenas de personas ... se acercaban a la puerta para preguntar a los operarios municipales si el Gulliver estaba abierto, víctimas de los vaivenes del Ayuntamiento en la última semana, que ha 'cerrado' y 'abierto' el parque en varias ocasiones al no aclarar si se iba a clausurar entero para acometer las reformas necesarias tras una rehabilitación general que ha sido, se puede decir ya, más que mejorable.
La vida alrededor del Gulliver se desarrollaba este martes como siempre: las mesas de madera situadas a la puerta del parque estban repletas de grupos de gente, incluso vendedores ambulantes que ofrecían agua y comida a las familias que hacían largas colas para acceder al parque, donde el control de acceso fue necesario de nuevo para evitar masificaciones en el interior de la figura. No hubo tiempo máximo en el parque, como hubo que establecer cuando se reabrió, pero se estima que unas 5.000 personas pasaron ayer por el parque.
Y eso que hubo dudas. «Uy, pero si parece que están todos los toboganes abiertos», decía una mujer en la cola, mientras otra decía que iba a preguntar si era seguro tirarse por los toboganes. Sí, lo es. El Ayuntamiento ha exigido con celeridad que la empresa adjudicataria de las obras solucionara los desperfectos encontrados el pasado jueves, y las reparaciones se hicieron el viernes. Pero los continuos dimes y diretes del Consistorio, que no terminaba de aclararse sobre si habría que cerrar o no el parque para acometer aún más reformas que, ahora se sabe, se harán sin cerrar la figura entera, han terminado por confundir a los usuarios. O, mejor dicho, a sus padres. A los usuarios en sí, claro, todos estos vaivenes les daba absolutamente igual. Miles de niños se tiraron ayer por los toboganes, todo sonrisas y alegría, sin saber que el parque acumula una rehabilitación millonaria que aún habrá que terminar de ajustar en próximas fechas.
¿Cuándo? No se sabe. O no se sabe o el Ayuntamiento no quiere decirlo, que para el caso es lo mismo. Parece poco probable que las reparaciones, que se concentrarán en la parte superior de la figura, se lleven a cabo en fechas navideñas, porque las vacaciones escolares llevarán, como siempre, a miles de niños al parque. Según pudo comprobar este diario en la mañana de ayer, al menos a simple vista los arreglos necesarios no son nada demasiado grave: no hay grandes desconchones en la parte superior, la plataforma que se atraviesa para moverse entre los distintos toboganes, pero eso no quiere decir que las reparaciones no estén relacionadas con la propia estructura, que es de fibra de vidrio y que tiene 30 años, tal como repite el Consistorio siempre que puede.
«Es un parque infantil que ya tiene muchos años, es de fibra de vidrio y, por lo tanto, aunque hemos reparado esas 400 deficiencias que se detectaron en su momento, es un parque que además tiene un uso muy intenso. Tengo que recordar que los sábados y los domingos prácticamente 5.000 personas pasan por la instalación cada día. Además tiene un uso muy acusado, ya que los propios niños muchas veces cogen la grava que se utiliza para amortiguar las caídas y la suben arriba; se queda también muchas veces atrapada en las suelas y al final esa mismas piedras acaban en otras partes de la figura y, por lo tanto, es normal que tengamos estas reparaciones en el Gulliver», dijo Campillo el lunes, cuando insistió en el que el parque no se ha cerrado desde su reapertura, aunque él mismo dijo el viernes pasado que sí habría que clausurarlo entero al menos un día entero.
La concejalía de Ecología Urbana se reunió este lunes con la empresa adjudicataria de las obras. El malestar del vicealcalde, Sergi Campillo, es palpable: la reforma ha costado casi un millón de euros, ha tenido el parque cerrado más de un año y, pese a todo, cuando se ha reabierto ha habido que volver con la paleta, como él mismo dijo, a solucionar deficiencias aparecidas. Por mucho que desde su concejalía insistan en que parte de los desperfectos que se ven ahora en los toboganes están relacionados con el uso intenso al que se somete al parque, con miles de niños cada día, sobre todo los fines de semana, no parece razonable que estos retoques tengan que hacerse menos de dos meses después de la reapertura. La concejalía lo sabe y por eso Campillo se reunió con la empresa el lunes. En ese encuentro, el vicealcalde recordó que la obra está en garantía y que si hay que hacer reformas tiene que encargarse la propia empresa, a la que el Consistorio pagó 80.000 euros de sobrecoste hace apenas dos semanas.
PP y Ciudadanos pidieron ayer una auditoría integral tanto de la figura como del propio parque. El concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Valencia Carlos Mundina exigió al equipo de Gobierno «total transparencia respecto a la reforma chapuza del Gulliver». «No es normal que hayan dado cuatro versiones diferentes en 5 días. O no están contando toda la verdad o no saben cómo arreglarlo. Por ello, queremos una reunión con los técnicos de Jardines y con la empresa encargada de las obras para conocer de primera mano cuál es el nivel de peligrosidad de los desconchados y grietas detectados en algunas zonas del parque», dijo. Por su parte, el portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, pidió ayer una inspección completa actualizada de la situación en la que se encuentra el Gulliver. «Es un completo caos y una falta de respeto hacia los niños valencianos. No entendemos cómo es posible que la reparación de un parque haya podido sufrir tantos retrasos», indicó Giner.
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