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Pablo Alcaraz
Miércoles, 25 de octubre 2023, 00:44
«La gente nos mira, pero no nos ve», cuenta Luis, un hombre de 60 años de edad que lleva nueve años en la calle ... sin hogar. Desde el año 2014 vive la casa a cuestas en forma de carrito y subsiste gracias a la caridad del resto de la gente del centro de la Valencia. Dice que está en esta situación por dejadez propia y porque se encuentra sin apoyos. Además, este vecino piensa que la sociedad actual es cada vez menos solidaria con los más desfavorecidos, aunque todavía queda gente como los dueños de su bar de confianza donde desayuna todos los días «a un precio muy económico». Mañana hará los trámites para renovarse el documento de identidad, que tiene caducado desde el mes de agosto, pero primero tendrá que recibir una subvención económica de la Administración. Sabe que tiene derecho a recibir ayudas, de hecho cuando tenga el DNI podrá solicitar la renta valenciana de inclusión.
Luis explica que hoy en día no le afecta nada porque según él ha pasado lo peor, y pero por ello mismo «ya nada me duele». Reconoce que su vida «se torció» desde que era joven. Una muestra de ellos último trabajo remunerado y con una nómina fue como pasó la pandemia en el polígono del río y gracias a la generosidad de algunos vecinos de la zona que le traían comida y algo de dinero en efectivo para ir al supermercado. Luis alerta de que cada vez hay más personas viviendo en las calles de la ciudad.
El Ayuntamiento de Valencia junto con el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España y la Universitat de València han elaborado el tercer censo de personas sin hogar. En la noche de ayer, centenares de voluntarios de distintas asociaciones de la ciudad han salido a las calles a retratar la delicada situación que viven muchas de las personas que se encuentran en ella.
Mamen Martínez es la responsable del Proyecto de Personas Sin Hogar de Cáritas Diocesana y es la que lleva la voz cantante de las calles que debe inspeccionar su grupo para no solaparse con el trabajo del resto de voluntarios. Les ha tocado la parte de Ciutat Vella donde un par de personas sin hogar han declinado contestar las entrevistas de este proyecto piloto. La negativa no es suficiente para que desistan en el intento porque «queremos que los recursos estén más cerca de la gente que los necesita», comenta Mamen. «Es relativamente normal que este tipo de personas se niegue a hablar, pero están en su derecho de no hacerlo», comenta el grupo. La coordinadora apunta también a la importancia de visibilizar la figura de la mujer sin hogar que, aunque son menos en cantidad, cuentan con muchas posibilidades de ser agredidas sexualmente al encontrarse más indefensas en la calle y ahí, «la actuación de los poderes públicos es necesaria», sentencia.
En una de las plazas del centro, y tras haber peinado buena parte de las calles de la parte antigua de la ciudad, Nayra y Helena, dos estudiantes de Trabajo Social en la UV han conseguido entablar una conversación de unos 20 minutos con Luis para que él mismo pudiera contarles de primera mano todas las vicisitudes con las que se encuentra cada día. Lucía y Ana son dos estudiantes de Villarreal que estudian el mismo grado universitario que sus compañeras en la facultad de Blasco Ibáñez y que se han enterado de la iniciativa de la mano de una profesora. Están en segundo de carrera y opinan que este tipo de acciones «son necesarias para visibilizar este problema social además de darnos de experiencia en lo que va a ser nuestra profesión» Ambas esperan tener la posibilidad de combinar sus trabajos en los servicios sociales de la Administración con acciones de voluntariado.
Francesc es el joven más veterano del grupo porque ya estuvo en la segunda edición del censo de personas sin hogar que se realizó hace dos años. La experiencia es un grado y en el caso de este voluntario se nota por cómo se orienta con el mapa y cómo interactúa en las distancias cortas y de tú a tú con las personas sin hogar. Sabe empatizar con ellas aunque él no esté inmerso en una situación tan dura como la que vive este tipo de gente a diario en los barrios de la ciudad. Trabaja como profesor de una formación profesional básica de trabajo y educación social y ha ayudado a dar promoción y visibilidad a la iniciativa. «He conseguido que algunos de mis alumnos se hayan apuntado al voluntariado», declara satisfecho por haber contribuido con su pequeño granito de arena a la causa.
La iniciativa ha contado con el apoyo de 15 asociaciones que se dedican a prestar ayuda a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad en la ciudad como Accem, Bokatas, Cáritas, Casa Caridad, Cepaim, Comité Antisida Valencia, Cruz Roja, Fundació Salut i Comunitat, Médicos del Mundo, Natania, Mensajeros de la Paz y Misión Evangélica Urbana de Valencia, Rais Hogar Sí, Sant Joan de Déu, Casal de la Pau y Alanna
El anterior registro de este tipo elaborado en el año 2021 detectó que un total de 754 personas carecían de vivienda en la ciudad, de las cuales 352 se encontraban en situación de calle y 402 tenían que hospedarse en albergues.
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