El polémico carril bici de la Gran Vía se borra seis meses después de repintarlo

En un recorrido por la avenida, son muchos los tramos donde el tono bermellón se ha borrado y ha dado paso a un negro intenso, fruto del tránsito continuado de ruedas y frenazos de coches particulares, taxis y autobuses, tanto de la EMT como los de color amarillo que llegan a pueblos próximos al cap i casal.

Justo el martes por la noche, el servicio de mantenimiento de señalítica de la concejalía de Movilidad procedió a pintar las líneas blancas de los pasos de peatones y las que delimitan los carriles de circulación, «pero justo el efecto que se ha producido es que ahora resalta mucho el blanco y el rojo del carril bici no se aprecia. Ha quedado todavía más apagado y los pobres que van en bici o en patinete se juegan la vida porque los conductores no ven bien que es un carril bici», detalla Isabel Daroca, comerciante de la calle Calixto III.

Cabe destacar que este carril bici que no cuenta con elementos de segregación, algo que fue muy criticado desde su puesta en marcha tanto por usuarios como por conductores de taxis y de la EMT, se repintó ya a mediados de octubre de 2022, tal como publicó LAS PROVINCIAS, y desde entonces no se le ha vuelto a dar una capa de pintura, lo que ha llevado a la actual situación de inseguridad que denuncian los usuarios de Vehículos de Movilidad Personal (VMP) y ciclistas.

Entonces se repintó después de que un ciclista resultara herido leve el 14 de octubre de 2022 tras ser arrollado por un coche en el cruce con Ángel Gimerá.

Ahora han pasado seis meses y el color rojo ha perdido toda su intensidad y eso ha derivado en que usuarios como Ramón Gómez confiesen que no se atreven a circular por la Gran Vía Fernando el Católico. «No me gusta usar este carril bici, primero porque no hay protección, no va segregado del resto de vehículos, y luego porque no le queda color».

Por eso, Gómez detalla que suele circular «por vías transversales como la calle Cuenca, pero no por la Gran Vía porque además cuando paran los autobuses hay gente que adelanta y se genera conflicto con los coches».

Otro joven que se desplaza en bici para entregar encargos, Rigoberto Corona, afirma que además de que «no se ve el color, la semana pasada un taxista se metió en el carril bici y me rozó con el espejo retrovisor y me peló la goma del manillar». Este joven indica que hace falta «más infografía con señales y evito pasar por aquí».

De hecho, en un paseo de una hora por la zona sólo han pasado 15 usuarios de bicis y patinetes. La baja presencia de ciclistas y conductores de patinetes eléctricos también la confirma Juan Izquierdo, de la librería Izquierdo. «Yo mismo vengo a trabajar en patinete, pero cuando llego a la Gran Vía, me bajo y voy andando porque no me veo seguro yendo por este carril bici y la verdad es que el color rojo casi ni se ve».

Otro usuario de patinete, Enrique José Gómez, comenta que en este carril bici «nos vemos desprotegidos, falta información vial, señales y pintura y los coches nos cierran constantemente». Mauro Enrique Silba, usuario de patinete, afirma que es «preciso que repasen la pintura cada menos tiempo porque si yo casi ni lo veo, imagina los coches. Faltan señales verticales».

Tanto Ismael Arráez, de la Asociación Gremial del Taxi, como Pedro Vizcaíno, presidente del comité de empresa de la EMT, reconocen que hace falta una reglamentación más clara en estas zonas con carriles bici sin segregar. «Nosotros lo pedimos y el Ayuntamiento lo desestimó», según Arráez. De hecho añade que son constantes «los encontronazos con ususarios del carril bici creen que tienen prioridad en todo momento. Además, cuando paramos a algún cliente tenemos que ir con mil ojos cuando abren la puerta porque las bicis y patinetes aparecen por todos los lados». Por su parte, Vizcaíno añade que es «un carril bici contranatura, se podría haber hecho por la zona ajardinada, pero la gente que estamos muchas horas al volante al final vamos con miramiento porque aparecen las bicis y patinetes por todos los sitios».