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Lola Soriano
Valencia
Martes, 23 de mayo 2023, 01:02
En la Roqueta, entre la plaza de España, la Gran Vía-Ramón y Cajal, Xàtiva y Guillem de Castro, los vecinos aseguran que el barrio ... ha envejecido y que se necesitan inversiones.
La única que anunció el Ayuntamiento de Valencia y que se tuvo que parar porque los vecinos mostraron su claro rechazo a la iniciativa y, que incluso movilizó a los residentes para recoger firmas, fueron los polémicos arcos chinos que se querían poner en la calle Pelayo. Entonces ya alegaron que era una petición que salió adelante en los proyectos participativos Decidim VLC sin contar casi con apoyos.
En 2022 el Consistorio dejó claro que habían escuchado el malestar de los vecinos y que no se pondrían los arcos chinos, pero ahora la cuestión es si van a arrancar de una vez los proyectos pendientes en el barrio.
Al calor de aquel malestar de los arcos chinos, los residentes de este barrio tomaron conciencia y crearon una asociación vecinal, puesto que la anterior cerró por falta de ayudas para pagar el alquiler del local social. «Conseguimos que los arcos chinos quedaran aparcados, pero entonces apostamos por ser propositivos, por pensar en las necesidades reales del barrio para comunicarlas en el Ayuntamiento», explica Miguel Sánchez, portavoz vecinal.
Otra de las novedades de este barrio está relacionada con los aparcamientos, ya que el Consistorio ha implantado la zona verde para residentes y la naranja, que combina el uso general durante el día (de 9 a 19 horas en días laborables y de 9 a 15 horas los sábados) y el vecinal por la tarde y noche. Precisamente este tema tiene totalmente dividido al barrio.
Desde la asociación vecinal, Miguel Sánchez, defiende este modelo «porque antes los vecinos no podían aparcar en la zona y son calles donde muchas fincas no tienen parking y venía a aparcar gente de otras zonas de la ciudad». Y añade que se «ha pacificado la zona porque antes en los chaflanes de Matemático Marzal se creaba hasta tercer fila de coches».
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En cambio, desde la asociación de comerciantes del Mercado de Jerusalén reconocen que la zona naranja «nos ha perjudicado mucho porque la gente ve que tiene que pagar más que antes por aparcar y está dejando de venir, detalla Toñi Rodríguez. Incluso afirma que estamos perdiendo «entre el 40% y 50% de las ventas. Esto es lo que faltaba».
También en otro comercio, en la papelería Sanz, Gemma Giménez, opina que se han visto perjudicados. «Es más caro aparcar en zona naranja que en la azul y mucha gente que venía a comprarnos y paraba un momento, pues ya no viene».
Gemma añade que lo que realmente «nos hace falta es que pongan árboles en el barrio y no queremos supermanzanas como las de Palleter». En cambio, el Ayuntamiento sí proyecta hacer una y está pendiente de concretar en qué cruces de calles se pondrán, ya que como anunció la vicealcaldesa Sandra Gómez el objetivo es sumar a las superislas de Palleter y la de Orriols que está en obras seis más, entre ellas la de la Roqueta.
Uno de los proyectos que se ha anunciado en varias ocasiones pero que no se ha hecho realidad es la remodelación de la calle San Vicente, en el tramo comprendido entre la plaza de España y San Agustín. «La empresa adjudicataria del proyecto lo está redactando, pero tenemos ganas de verlo hecho realidad para ensanchar las aceras, para que pongan árboles y para rediseñar la circulación», explica Miguel Sánchez.
Este portavoz vecinal recuerda que en la calle Jesús, entre Guillem de Castro y la Gran Vía «en el programa participativo Decidim VLC salió desarrollar un proyecto para reducir el tránsito de la calle y se calculó que la redacción y el estudio para mover servicios costaría unos 30.000 euros y queremos que sea algo parecido a lo que se ha hecho en la calle Isabel la Católica».
Sánchez añade que en calles como Padre Jofré con Cervantes «ya se reformaron los viales y da más importancia al peatón, pero lo curioso es que no pusieron bancos para sentarse ni árboles, algo que nos gustaría que hicieran. Además, hay conductores que se aprovechan de los huecos amplios de las aceras para aparcar los coches, cuando en ciudades como Barcelona hay bolardos para impedirlo y que sólo bajan si lo activan los vecinos de la zona para acceder a garajes».
Por eso Miguel Sánchez recuerda que son «uno de los barrios, no sé si el primero o el segundo, con menos cobertura arbóreo de Valencia».
Una de las cosas en que coinciden vecinos y comerciantes es que no tienen solares o espacios públicos para crear dotaciones para el barrio. «En la calle Gandia hay un edificio muy grande, sin uso, que la verdad es que estaría bien que lo adquirieran las administraciones para crear un centro de mayores y centro cívico para la Roqueta». En la zona, como explican, «ni tenemos escoletes ni muchas zonas de juegos para niños, sólo una en la plaza de Vannes».
Miguel Sánchez detalla que hay tres puntos en el barrio, «donde tenemos unos chaflanes que hacen forma de triángulo y están desaprovechados. Ya que tenemos pocos espacios públicos, tanto la calle Troya con Cervantes, como en la calle Estrella con Ermita y en Vives Liern con Convento Jerusalén se podrían poner parques para que los vecinos tuvieran puntos de reunión. Uno podría ser con juegos de niños, otros para hacer deporte, como por ejemplo calistenia, y un tercero para hacer ejercicios biosaludables».
Y añaden que tampoco estaría mal que cuando «se haga la estación central, las zonas de parking que hay alrededor de la Estación del Norte pudieran ser para dotaciones vecinales».
En cuanto al futuro para calles como Pelayo, hay residentes que aseguran que hace falta reasfaltar las calles y una mayor limpieza y, desde la entidad vecinal añaden que «el hecho de que pongan esculturas dedicadas a la pilota, por el trinquete de Pelayo, no nos parece mal, pero primero sería necesario que se modernice y pacifique el tráfico en el barrio y ya en el futuro si quieren, las esculturas».
También temen que la turistificación se adueñe del barrio, «porque ya tenemos un edificio entero en la plaza de Vannes con apartamentos turísticos y hay otro en la calle Jesús donde han concedido ya licencias».
Desde la entidad vecinal también recuerdan que el bulevar cultural que se quiere hacer en Guillem de Castro «sería una buena oportunidad para conectar mejor el barrio» y reconocen que hoy en día sufren problemas derivados de dos puntos de ocio nocturno, «porque se producen comportamientos incívicos y no se respeta el derecho al descanso».
Ya en la Gran Vía-Ramón y Cajal lamentan que en la parte central siga cerrada una antigua cafetería «ya que se degrada la zona y hay gente sin hogar que duerme alrededor».
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