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marc escribano
Valencia
Jueves, 5 de enero 2023, 13:27
La polémica generada por la decisión del Ayuntamiento de Valencia de no colocar asientos públicos para los asistentes a la Cabalgata de los Reyes Magos ... tuvo una respuesta rápida de la ciudadanía. Traer cada uno sus sillas desde casa. Como si de un picnic en la playa se tratase, algunos grupos de amigos y familias pasaron el día entero en la calle de la Paz, algunos de ellos realizando turnos y relevos, con el objetivo de asegurarse tener un sitio privilegiado para ver de cerca el paso de sus Majestades de Oriente. Con el transcurso de las horas, la calle se llenó al completo de sillas a ambos lados de la céntrica calzada desatando el furor de los presentes que veían recompensada su espera al ver el paso de los Reyes Magos.
Pero es que a primera hora de la mañanaya había personas cogiendo sitio, un acto que se lleva haciendo desde hace décadas. «Es el primer año que no nos han puesto sillas, pero de normal esto pasa siempre. La gente viene a las ocho de la mañana con sus sillas y se coge sitio antes de que el Ayuntamiento pusiese las suyas. Nosotras hemos venido a las ocho de la mañana desde Orriols. Venimos cargadas con las sillas desde allí. Pasamos el día aquí en primera fila para que luego vengan los críos y lo disfruten. Por ellos hay que hacer lo que sea», afirma Beatriz, una vecina de Orriols que acude con su hermana María José.
«Lo que pasa es que cuando empieza la Cabalgata todo el mundo se pone de pie, tanto niños como mayores. Entonces estar sentado es un poco tontería porque te tapan y no ves nada. Las sillas más que nada son para estar esperando hasta que llega el desfile sin cansarte. Esperamos de todas formas que el año que viene las vuelvan a poner. Llevamos haciendo esto ya unos seis años, se ha vuelto una costumbre», señala María José.
Para algunos es casi una tradición ya. Acampar en la vía pública tras las vallas que delimitan el paso de la Cabalgata. Otros optan por dejar en las sillas un cartel que pone 'reservado' encima y confiar en que cuando vuelvan tendrán su sitio intacto.
«Antes venías a mediodía y había sitio, pero la última de 2020 vinimos a las diez y ya habían cogido todas las sillas, la gente se peleaba y todo. Entonces viendo ese panorama hemos venido prontito. Nos enteramos de que el Ayuntamiento no ponía sillas este año y hemos llamado a amigos y familiares preguntando si nos podían dejar sillas. Pasamos el día las madres aquí charlando y luego vienen los padres con los nenes. Es un ritual, llevamos haciéndolo unos cinco años o así. Tiene su parte positiva porque es espacio público y vivimos en el barrio y esto es de todos. ¿Qué es más cómodo lo del Ayuntamiento? Sí, pero a mí me parece que deberían poner las sillas gratuitas. Nosotras porque vivimos aquí al lado y no nos cuesta, pero cobraban unos 3€ por silla, que si viene una familia entera al final sale caro», confiesa Inés, una vecina del centro.
Pero no todos los que van a coger sitio son padres con hijos. También hay adolescentes y jóvenes que acuden desde bien pronto aprovechando las vacaciones en el instituto o la universidad para estar en primerísima fila. «Hemos venido a las once y algo. Antes veníamos a las nueve para coger sitio porque todo el mundo se te adelantaba. Este año es un poco costoso venir cargados con las sillas, pero nos han traído en coche. Otros años podías venir y reservar, no sé, veinte o treinta sillas para más gente, y ahora sólo pues para la cantidad de sillas que tengas o puedas traer. También tenías que pelear con algunos negocios que decían que este terreno es mío pero no lo señalizaban», afirma Loreto, una joven que acude con su hermano.
En general, la opinión de la ciudadanía valenciana es que están descontentos con la decisión del Ayuntamiento de no poner sillas. A eso hay que sumarle que el transporte de los asientos de cada uno, mayoritariamente a través de un vehículo privado, se complica todavía más por el encaje céntrico de la Cabalgata y las dificultades para encontrar un sitio para aparcar cerca.
«Nosotros hemos llegado a eso de las doce. Leímos ayer lo de que no ponían sillas y nos sorprendió. Preguntamos al Ayuntamiento si podíamos traer nosotros nuestras sillas y nos dijeron que sí, así que aquí estamos, haciendo vigilancia. Hacemos turnos y pasamos el día aquí, desde que nacieron los nanos lo venimos haciendo. Pero la verdad que esta decisión no nos gusta, preferíamos cuando el Ayuntamiento ponía las sillas porque hemos venido cargados con el coche, que encima aparcar en el centro no es nada fácil. Es un incordio porque luego también hay que volver hasta el coche para ir a casa cargados», señala Pepe, padre de dos hijos.
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