El presidente de la comisión de dolçaina propuso como catedrático a su asesor

El nombramiento de un estudiante sin título como catedrático de dolçaina es el resultado de un pulso entre académicos y miembros de Educación. Dos meses antes de que se pusiera en marcha la bolsa de trabajo, el profesor del Conservatorio Superior de Valencia, Jordi Reig, y el de dolçaina del Conservatorio Profesional José Iturbi, Xavier Richart, enviaron un informe -firmado el 5 de mayo de 2018- a la Federació Valenciana de Dolçainers y a algún partido político en el que defendieron que la persona idónea para ser el catedrático del curso era Xavier Richart sin necesidad de convocar un proceso de selección.

El currículo del doctor Javier Reig y del profesor Xavier Richart es incuestionable. De hecho, ambos fueron en su día los encargados de marcar el itinerario del grado superior del dolçaina. Otra cuestión es su maniobra para designar al catedrático del grado superior. Con el Consell del PP, que fue quien impulsó la cátedra de dolçaina, casi consiguen imponer su criterio pero el cambio electoral de mayo de 2015 trastocó los planes, según relatan en el informe que firman.

Reig y Richart reconocen que el nuevo responsable del Instituto Superior de Enseñanzas Artísticas de la Comunitat Valenciana (ISEACV), Manel García, les comunicó que se iba a poner en marcha la cátedra, que se seguiría el plan de estudios que ellos marcaron pero que no serían los profesores del superior. Incluso aseguran que Manel García les dijo que la persona idónea para el cargo de catedrático era Miquel Gironés, aunque este al final lo rechazó y recomendó a Richart.

Manel García les comunicó al final que el proceso de selección del catedrático se haría a través de una bolsa de trabajo como la del resto de especialidades. Reig y Richart criticaron en su informe la «pésima» gestión del director del ISEACV y advirtieron de que en las redes sociales «hay cierto tufillo relacionando la incorporación de la dolçaina con la corrupción». Pusieron en duda la valía de Manel García, aseguraron que si se abría una bolsa de trabajo habría impugnaciones y advirtieron de que habría un problema político grave si se aceptaba a titulados que cursaron sus estudios en Cataluña: «Si se dan cuenta de que el partido nacionalista que gobierna en Educación acoge con los brazos abiertos titulaciones catalanas obviando la cultura valenciana entraremos en guerras estériles y politizaremos una parte identitaria del patrimonio valenciano». Incluso aludieron a que se darían razones para la crítica «a partidos conservadores».

Tras estas medidas de presión, ofrecieron su solución. La primera era que Reig, que ya es catedrático del Conservatorio, impartiera la teoría: «Es lo más recomendable y menos problemático». Para la práctica instrumental, plantearon tres vías con sus consecuencias. La primera, contar con una titulación superior específica, valenciano y un máster. Aquí tanto Reig como Richart adelantaron una catarata de impugnaciones. La segunda vía, cualquier título superior de música y el grado profesional de dolçaina, valenciano y un máster. Aquí auguraron más impugnaciones. Y la tercera vía, que es la que defendieron, era habilitar a una persona de reconocido prestigio, de manera provisional y en comisión de servicios para que no existan reclamaciones. La elegida era Xavier Richart.

El informe llegó a la Federació, que avaló el itinerario de Reig y Richart pero defendió la legalidad de una bolsa de trabajo. El plan se vino abajo. Después, Reig acabó como presidente de la comisión de la bolsa de trabajo de catedrático de dolçaina y nombró a Richart como su asesor. Los dos suspendieron a Paloma Mora, la única persona que llegó al examen final en el proceso.