Así es el presunto pirómano de El Saler: separado, tímido, frecuentaba los bares de la zona y paseaba solo

En el entorno del viejo Sidi Saler, donde vivían tanto el ahora apresado como su familia, sopla un viento ominoso que agita las palmeras y se cuela entre las copas de los pinos. Las carreteras están tomadas por patrullas de la Guardia Civil mientras los vecinos que pasean no hablan de otra cosa. «Sí, solía venir a los bares de la zona, yo le he servido en varias ocasiones», comentaba un vecino. «Es increíble, le conozco de siempre», añadía otra.

J. C. E. estaba separado. Vivía con sus dos hijos. Su mujer vivía en las proximidades. «Cuando se separó, se le debió de ir la cabeza», apunta una vecina de la zona. Empezó a frecuentar los dos bares de la zona, donde acudía siempre solo. «Se ponía en una esquina de la barra, cazalla tras cazalla, pero no molestaba a nadie», explica un hostelero que vive en la Devesa y que lo conoce bien. Además, asegura que le solía ver paseando por los caminos del bosque, siempre en soledad. «Lo vi hace una semana, así delgado, seco. Me saludó con una sonrisilla y se fue hacia su casa», se encoge de hombros otro vecino, que insiste en definirle como «tímido».

Ninguno de los residentes consultados dice que hubiera algo en él que les hiciera sospechar de primeras. Hablamos de una persona tímida, pero eso no es delito. El típico «siempre saludaba», vamos. Pero sí hay otros que dicen que empezaron a hacerlo este fin de semana. «Cuando los incendios, bajé a verlo desde cerca por si nos desalojaban. Él venía por el camino en dirección a su casa, y me dio la impresión de que olía a humo, aunque la verdad es que todo olía a humo», cuenta una vecina que ha salido a pasear a su perro. Dice que habló con la Guardia Civil.

Quizá fue este testimonio, o uno como este, el que hizo que el Instituto Armado pusiera el foco en el presunto pirómano, sobre quien el cerco comenzó a estrecharse este fin de semana. Tal como confirman los vecinos, la presencia policial, muy destacable incluso en esta desapacible mañana de jueves, se intensificó el lunes, cuando comenzaron los controles en la carretera.

En apenas tres días, por tanto, la Guardia Civil ha detenido al presunto pirómano, que tenía antecedentes por otros dos fuegos provocados en el bosque en los años 2000 y 2005. La Benemérita ha confirmado que la investigación sigue abierta a fin de dilucidar el resto de siniestros. A J. C. E. se le acusa de los tres de los pasados días 21 y 22.

Los residentes de la zona no las tienen todas consigo. «Tienen que haber más culpables», explica uno de ellos, que comenta que el incendio del pasado domingo se inició «pegado a la CV-500». «No puede empezar ahí si no vas en coche y él no tiene», dice, muy seguro. Además, varias fuentes consultadas aseguran que antes de los incendios de verano se vieron a dos personas con sudaderas y capuchas, en pleno agosto, cerca de los incendios. Se llegó a hablar de un coche blanco, una pista que seguro que la Guardia Civil está siguiendo en estos momentos. «No estamos del todo tranquilos», advierten, sobre todo por la fuerte presencia policial que todavía se ve este jueves por la mañana.

Además, varias fuentes consultadas piden que no se demonice al abogado. «Es una enfermedad mental, es evidente que no está bien», comenta una vecina. Será el proceso judicial el que determinará si J. C. E. padece algún tipo de trastorno que pueda atenuar la condena, en caso de llegar a ella.