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Después de años de proyectos e ilusiones, parece que por fin llega el momento de las obras. Los hosteleros del paseo marítimo negocian desde hace tiempo con el Ayuntamiento de Valencia la licencia de obras para la construcción de los nuevos chiringuitos, los restaurantes de la playa de la Malvarrosa que sustituirán a los actuales, que se remontan a los años 90.
Con una inversión mínima de 400.000 euros y un plazo de ejecución de ocho meses, la propuesta que se hará al Consistorio es que la docena de establecimientos sean reformados en dos fases, con el fin de que siempre haya servicio suficiente de hostelería en la principal playa urbana de Valencia, una de las más importantes de España.
José Miralles, presidente de la asociación de empresarios, comenta que a partir de la citada inversión, cada uno «hará lo que considere con el equipamiento y todo lo demás». La renovación de los locales, nuevos en la práctica, se valdrá de lo que queda de concesión para ser amortizados. El Gobierno otorgó unos derechos a los hosteleros que cumplen dentro de unos 24 años.
Tiempo más que suficiente para afrontar la inversión. El principal cambio es que la primera planta será pisable para los clientes (ahora se usa como almacén), con el 80% al descubierto. Toda la cubierta estará ocupada por instalaciones de energía solar, para cumplir con una de las premisas de los inmuebles, que sean sostenibles y acorde con estos tiempos, dice Miralles.
Los empresarios afrontan el proyecto precisamente cuando el gobierno municipal quiere renovar todo el paseo marítimo en una iniciativa que todavía se ciñe a unos dibujos básicos y unas ideas. En síntesis, se trata de romper con la separación entre el paseo y la arena con la creación de jardines que se internen en la arena, cordones dunares y zonas de descanso. El Plan del Cabanyal lo incluye en el documento que está a punto de aprobarse como una recomendación, es decir, que no cuenta con presupuesto.
«El nuevo paseo hay que hacerlo con mucho sentido común porque uno de los valores diferenciales que tenemos son las vistas al mar», sentencia. De ahí que pide que se huya de proyectos con «arbolando denso y dunas altas, creo que quieren hacer algo acorde a nuestras necesidades, pero es importante que eso se mantenga», dice sobre una iniciativa que ha echado a andar y que no será una realidad como pronto hasta el siguiente mandato.
Los nuevos locales serán algo más grandes al pasar de 150 a 200 comensales, aunque lo más importante es que la terraza se limitará a la parte frontal de los establecimiento, a los porches, de tal manera que tendrán una mayor parte del negocio a cubierto de las concesiones en lugar de las autorizaciones anuales. En los últimos años se ha producido algún conflicto con la Demarcación de Costas por este motivo, aunque las aguas parecen haberse encauzado y los nuevos locales han recibido todas las bendiciones del ministerio.
En cuanto a la negociación con el Ayuntamiento, los técnicos de ambas partes estudian ya los detalles para conseguir la licencia de actividades, dado que la derribo es un trámite relativamente sencillo. El momento coincide con la «vuelta a la normalidad» tras lo peor de la pandemia, aunque se está muy lejos de los índices de vacunación deseados.
Así, esta campaña de Semana Santa, los hosteleros estiman que ingresarán la mitad que en 2019, debido a las restricciones en el comedor y la terrazas, además de la falta de turistas de otras regiones. «Echaremos en falta a los madrileños», se lamentó uno de los empresarios, aunque confían en que este verano la situación mejore. Las limitaciones de movilidad hacen que la práctica totalidad de los clientes sean locales, aunque en los días festivos son suficientes.
Son tiempos también de reivindicaciones y los empresarios pedirán de nuevo al Ayuntamiento que alargue la ruta del bus turístic hasta la parte más al norte de la playa de la Malvarrosa. «Ahora da la vuelta al llegar a la rotonda que hay junto al hotel de las Arenas y eso no tiene sentido», aseguran, para citar como ejemplo que situaciones de este tipo son las que han conseguido que la Casa Museo Blasco Ibáñez «no esté reconocida como debiera ser ni se aproveche al máximo, cuando es el símbolo de la Malvarrosa por lo que representa».
La mayoría de los negocios se remontan a varias generaciones de la misma familia, que en ocasiones tenían los chiringuitos instalados entre las dunas antes de la construcción del paseo marítimo. De ahí el interés en que la reforma del paseo «mantenga todo el sabor que tiene esta playa». El primer paso lo darán los hosteleros con sus propios locales y unas obras que comenzarán en el inicio de la temporada baja. En el verano de 2022, una parte del paseo ofrecerá ya una cara renovada por completo.
«La Semana Santa este año va a ser mala o no tan buena como esperábamos. Debido a las restricciones de movilidad entre comunidades se acorta ostensiblemente la posibilidad de que los alojamientos en los hoteles de la zona de la playa vean aumentada la ocupación», asegura José Miguel Bielsa, presidente de la asociación de hosteleros y balnearios de la playa de Las Arenas.
«En años anteriores a estas alturas ya teníamos un 90% de ocupación para los días de la Semana Santa, lo que nos daba un alivio después de haber pasado los meses de invierno de baja ocupación. En este momento no llegamos ni al 15% de ocupación y con las reservas de última hora no se espera más de un 30% o como mucho la mitad de las plazas», aseguró a este periódico.
Respecto al plan del Cabanyal, dijo que el Ayuntamiento ha aceptado la mayoría de las reivindicaciones de la entidad. «Nos dijeron que estaban de acuerdo con nuestras peticiones que son las ampliación de las aceras del Paseo de Neptuno dejando la circulación del Paseo de Neptuno sólo para carga y descarga, quitar la única valla que, en estos momentos, separa la Marina de nuestra zona y cambiar los usos que ahora están restringidos a restaurantes y hoteles, para que se pueda poner otros establecimientos como farmacias o tiendas», señaló.
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Doménico Chiappe | Madrid
Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
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