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Gonzalo Bosch Rodríguez
Valencia
Domingo, 31 de marzo 2024, 00:45
Valencia es una ciudad en continua expansión. Sólo hay que mirar más allá del nuevo hospital La Fe, o los alrededores del barrio de Nazaret, para percatarse que los edificios de viviendas se levantan sin parar desde los últimos años. Estos conjuntos de fincas crean a su vez nuevas zonas residenciales o barrios donde, desde hace pocos años, ya viven las primeras comunidades de vecinos. Sin embargo, muchas veces estos proyectos todavía se encuentran por terminar, por lo que muchos de los nuevos residentes ya pueden disfrutar de sus casas sin que el barrio, o sus servicios básicos, funcionen como ya hacen desde hace décadas otros ya asentados como Algirós o L'Eixample.
Turianova es un proyecto situado detrás de la Fe, donde se alza un nuevo espacio de la ciudad. Este barrio contaba en 2022 con un proyecto con más de 2.300 viviendas, 800 de ellas de protección pública, suelo reservado para zonas deportivas, un colegio y también un gran centro comercial. En marzo de 2024 ya residen en él más de 1000 personas. Sin embargo, no hay ni rastro, por el momento, del resto de proyectos que lo convertirían en un gran barrio provisto con lo necesario para vivir de forma cómoda y con los servicios mínimos cubiertos. «Cuando la promotora te vendía los pisos te prometía una línea de autobús, un proyecto sólido del centro comercial, pero de momento nada de nada», comenta Faustino Mata, residente de Turianova.
Mata entró a vivir el agosto pasado. Algunos de sus vecinos ya residen desde hace año y medio. Sin embargo, el barrio todavía es eso, un proyecto, por lo que todo lo que rodea a sus viviendas es un solar. Su vecina, Katy Hunt, ha iniciado una recogida de firmas para que al menos una línea de autobús llegue a esa zona residencial: «tenemos que andar al menos 20 minutos hasta la parada más cercana». Según Hunt, la línea 8 paraba junto a la rotonda de entrada al barrio y con el inicio de las obras de los grandes edificios se recortó un recorrido que no se ha vuelto a restablecer. Esta falta de transporte público obliga a los vecinos a hacer un uso habitual del vehículo propio, dado que las distancias a servicios como supermercados, centros de salud u hospitales son considerablemente altas para hacerlas a pie.
La falta de conexión con el resto de la ciudad complica la vida de unos vecinos que quieren tener un «acceso digno» a los mismos servicios que el resto de valencianos, como puede ser la pertenencia a un centro de salud. En el caso de los residentes de Turianova, el centro de salud más cercano es el Joaquín Benlloch de la zona de Malilla. Dicho centro sanitario se encuentra a 28 minutos andando desde el nuevo barrio. Además, con la cantidad de vecinos, el ambulatorio no daría a basto para la atención de todos ellos, por lo que a algunos se les ha asignado el Centro de Salud Fuente de San Luis, a 48 minutos a pie. El criterio con el que se asignó a cada vecino uno u otro fue por orden de llegada al cambio de empadronamiento. Además, pese a que el Hospital La Fe se encuentra a un kilómetro de Turianova, el barrio pertenece al rango de actuación del Hospital Doctor Peset, a 3 kilómetros de distancia.
Faustino Mata, de Turianova, también denuncia que dentro de su vivienda tienen problemas a causa de la obra. «A mí me permiten entrar en mi casa el 10 de agosto y el aire acondicionado no enfría», afirma. Según Mata, ayudado y asesorado por otro vecino que es graduado en ingeniería, los ingenieros no hicieron los cálculos correctamente. «Tú puedes calcular que la temperatura para enfriar es una, pero si no tienes en cuenta que los aparatos están orientados al sur y le da el sol todo el día, la máquina se calienta y no aporta la potencia necesaria», afirma Manuel, vecino ingeniero. Del mismo modo, tanto Manuel como Faustino Mata denuncian que las bajantes de agua en caso de lluvia están mal colocadas, y cuando el agua de las terrazas cae, esta choca con las que están inmediatamente debajo. Estos conductos están hechos con un material que provoca un sonido de «efecto campana», por lo que cuando llueve, la instalación produce «un sonido insoportable», según los vecinos.
Tanto Faustino Mata como Manuel afirman que está en proceso un escrito que explica todos los fallos de construcción, y avisan que no pretenden echar las culpas a la promotora. «Los ingenieros o el arquitecto que diseñaron estos fallos deberían pagar con sus seguros de responsabilidad civil los desperfectos, la promotora ha sido igual de engañada que nosotros», sentencia Manuel.
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Patricia Cabezuelo | Valencia
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