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Parte inferior de uno de los puentes del viejo cauce del río Turia de Valencia.

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Parte inferior de uno de los puentes del viejo cauce del río Turia de Valencia. Iván Arlandis

Los puentes olvidados del río de Valencia

Círculo de la Defensa del Patrimonio y vecinos del Tramo IX exigen un mantenimiento para evitar que los matorrales dañen los pretiles y pasarelas históricas

Lola Soriano

Valencia

Lunes, 21 de septiembre 2020, 00:12

El jardín del Turia es el principal pulmón verde de la ciudad, un referente para los corredores que quieren entrenarse en el carril creado para ese fin y se ha convertido en artería principal para los que desean pasear en bicicleta o desplazarse al trabajo por este punto vetado a los vehículos, pero los puentes, que son las arterías que vertebran los barrios de una parte y otra del antiguo río se han convertido en los grandes olvidados de la ciudad.

No hay nada más provechoso que realizar un amable paseo por los más de nueve kilómetros que incluye el sendero verde para ver en qué estado se encuentran los puentes, algunos de ellos más modernos y cinco de ellos de carácter histórico.

Muchos de ellos son víctimas de pintadas que nada aportan, como firmas que para nada tienen en cuenta la historia.

También es frecuente encontrar estos puentes repoblados de vegetación salvaje, un material verde que nada tiene que ver con los procesos de renaturalización que el Consistorio quiere llevar a cabo en el nuevo cauce del río o incluso en la playa del Cabanyal y Malvarrosa, con nuevas dunas.

Una de las zonas muy castigadas es la pasarela peatonal de un llamativo color amarillo situada junto a la Casa del Agua, a la altura de Campanar. Este puente para viandantes está plagado de pintadas y, además, la Cada del Agua, que llegó a tener décadas atrás un retén de la Policía se ha convertido en un refugio para personas sin techo y para aquellos que buscan un espacio resguardado para hacer botellón. Otro puente, como es el caso del de Ademuz, también llamado de las Glorias Valencianas, resguarda de forma habitual en su lecho a personas sin techo que dejan los cartones, restos de comida y enseres allí depositados.

El puente de San José, datado en el siglo XVII, ya que fue construido entre 1604 y 1608 por Jerónimo Negret y Sebastián Gurrea, muestra matorrales en el techo de los 13 arcos y también en las paredes.

Estado de diferentes puentes del viejo cauce. Iván Arlandis
Imagen principal - Estado de diferentes puentes del viejo cauce.
Imagen secundaria 1 - Estado de diferentes puentes del viejo cauce.
Imagen secundaria 2 - Estado de diferentes puentes del viejo cauce.

Puente de Serranos

El puente de Serranos, el segundo en antigüedad del viejo cauce, tampoco escapa de las plantas y matorrales. Esta construcción levantada a partir de 1518 tiene una proliferación de plantas en las gárgolas, en las partes superiores del puente e incluso un cable de luz colgando en una pared. El remodelado puente de madera, por ejemplo, está rodeado en su parte inferior de grafitis y también de charcos negros con el agua que cae del puente. En el puente más antiguo, el de la Trinidad, los diez arcos cuentan con plantas que han ido creciendo entre las piedras y en las gárgolas. Incluso en la escalera de piedra que hay en el puente han crecido especies vegetales que nadie se molesta en retirar para mejorar su imagen.

En el puente del Real, se combina la presencia de hierbas, pintadas y colchones. En el caso del puente de las flores, los geranios que lo recorren están en buen estado, pero en las terminaciones del puente y en su unión con los pretiles también campan a sus anchas los matorrales.

Mantenimiento continuado

En otro histórico como el puente de la Mar las gárgolas tienen que aguantar el peso y las raíces de las plantas que han crecido y en el estanque inferior es fácil encontrar restos de plantas y de troncos de madera.

Colectivos como Círculo por la Defensa del Patrimonio exigen que haya un mantenimiento continuado de los puentes de este jardín urbano que recorre la ciudad. «Queremos recordarle al Ayuntamiento que, a pesar de las múltiples recomendaciones emitidas por el Síndic de Greuges, continúa habiendo serios problemas patrimoniales en los puentes históricos y también en los pretiles, ya que en los muros o paredes del río también hay matorrales», indica el presidente César Guardeño.

Afirma que es necesario un mantenimiento porque «ahora se favorece el crecimiento desmesurado y descontrolado de microorganismos, musgos y arbustos que dañan la piedra por su acción química, de descomposición y oxidación, y por el crecimiento de las raíces». Y añade que llevan denunciando la situación desde 2013. Rosa Arlandis, portavoz de los vecinos del Tramo IX, afirma que «nos hemos quejado varias veces de que los pretiles y los puentes están llenos de vegetación y las raíces romperán las piedras, pero no han dado solución».

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