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El Puerto de Valencia se ha convertido en los últimos años en la principal puerta de entrada de cocaína en Europa. Los cuatro alijos aprehendidos este mes de diciembre suman ya 1.710 kilos y están valorados en 58 millones de euros. Los duros golpes que han recibido las redes del narcotráfico son consecuencia de las investigaciones policiales y del análisis de una cantidad ingente de información que genera el tráfico de mercancías en la Comunitat Valenciana.
Tras un minucioso estudio de la documentación de los miles de contenedores que llegan diariamente al puerto, localizar el que lleva oculto un cargamento de cocaína ya no es como buscar una aguja en un pajar. La Unidad de Análisis de Riesgo (UAR) de la Aduana de Valencia, un grupo formado por agentes de la Agencia Tributaria y guardias civiles de la Oficina de Análisis e Investigación Fiscal (Odaifi), se ha incautado de seis toneladas de cocaína en lo que llevamos de año en 26 operaciones con inspecciones de contenedores. Todos los alijos fueron introducidos con el método del gancho perdido. Estas dos últimas palabras cambiaron ya en el año 2008 la manera de investigar de los agentes antidroga y marcaron también un punto de inflexión en la vigilancia aduanera.
De la empresas fantasmas asentadas en Valencia en los años 90, que eran meras tapaderas para introducir droga en España, se ha pasado a un método de envío más barato, sencillo y sin intermediarios: el gancho perdido. Este procedimiento delictivo, conocido también como gancho ciego o 'rip-off', consiste en ocultar la cocaína en un contenedor con mercancía legal en el país de origen, sin el conocimiento del exportador ni del importador, para luego retirar la droga en el puerto de destino antes de que el cargamento llegue al final de la ruta. De este forma, los narcotraficantes pretenden eludir los análisis que realizan los servicios aduaneros para detectar los envíos de cocaína.
Pero los especialistas de la Agencia de Tributaria y de la Guardia Civil disponen hasta de un programa informático para someter a una selección rigurosa la documentación de las mercancías, con diferentes variables y criterios de búsqueda, y reducir así el número contenedores que abrirán para comprobar si llevan cocaína. «El objetivo principal de las unidades de análisis de riesgo de las aduanas es perseguir el tráfico de estupefacientes y contrabando de tabaco, aunque también actuamos para detectar armas y otros productos no declarados», explica Marta Catalán, administradora de la Aduana Marítima de Valencia.
«Tenemos personal trabajando en investigaciones y recibimos informaciones de diversos orígenes, como organismos o personas que denuncian, y los agentes analizan todos estos datos para realizar las revisiones físicas o documentales, según el caso, tanto en las terminales del puerto como en los almacenes exteriores», añade Catalán.
Tras los atentados del 11-S, las inspecciones se han intensificado en las aduanas y la nueva normativa obliga a controlar la mercancía en el puerto de origen. «Antes de cargarla en el barco se manda un mensaje a la primera aduana de la Unión Europea que revisará el cargamento», asevera la administradora de la Aduana Marítima. Respecto a los parámetros del sistema de análisis de riesgo, Catalán afirma que algunos de ellos son el origen del contenedor, el tipo de mercancía, los operadores y las aprehensiones anteriores de droga.
«Hay una gestión de riesgos que se realiza de forma centralizada desde Madrid con determinadas variables a nivel nacional, pero también hacemos un análisis local teniendo en cuenta las particularidades que tiene cada recinto», señala la responsable de la Aduana Marítima. Además, el Puerto de Valencia dispone de un camión escáner que permite inspeccionar de forma más exhaustiva las mercancías para detectar droga, armas o productos no declarados.
¿Pero cómo eluden las redes de narcotráfico los controles aduaneros? ¿Cuándo y cómo sacan la cocaína del contenedor? Para esta arriesgada acción suelen contar con la estrecha colaboración de trabajadores portuarios. Algunos de estos individuos actúan como notarios para dar fe de la llegada de la droga a Valencia. Así nadie puede engañar a los narcos sudamericanos con una falsa operación policial o una irreal incautación de la cocaína en la aduana. Otros pasan a formar parte de la banda desde el primer rescate, como llaman los narcos a la acción de extraer la droga del contenedor, y son los encargados de forzar la puerta y cambiar el precinto metálico. Suelen actuar casi siempre de noche, provistos de una cizalla, y cobran entre 3.000 y 10.000 euros por cada rescate de cocaína. Sus grandes aliados son la amplitud de las terminales de depósito, los muchos recovecos para esconderse entre las montañas de contenedores y la falta de cámaras de vigilancia en algunos puntos de los recintos portuarios.
A veces lo tienen más complicado si las mochilas con droga se encuentran en una zona de almacenaje elevada, pero entonces trepan por las pilas de depósitos metálicos. La Guardia Civil ha intensificado también la vigilancia en las terminales, donde identifica a sospechosos e intrusos que merodean por las inmediaciones, para que los narcos no se salgan con la suya. Cuando fracasan en la búsqueda del contenedor, la vigilancia impide la recogida de la cocaína o, sencillamente, se equivocan de depósito, puede ocurrir que la mercancía pase los controles aduaneros y llegue a su destino con el alijo de droga. Y entonces, el empresario llama a la policía o a la Aduana de Valencia, bastante asustado, porque ha recibido un cargamento de cocaína del que jura no saber nada.
En otras ocasiones en las que se confisca cocaína no son los sistemas de análisis de la Aduana Marítima los que permiten localizar el contenedor con la droga, sino las investigaciones previas a bandas de traficantes que realizan la Guardia Civil y la Policía Nacional. Es decir, los agentes antidroga ya van tras la pista de un alijo y la UAR de Valencia remata la labor de incautación con sus métodos de criba y localización.
El motivo de tantas inspecciones e investigaciones es muy claro. Cada día se descargan una media de 13.000 contenedores en el Puerto de Valencia, la principal puerta de entrada de cocaína en Europa. Tras las incautaciones de los últimos cuatro alijos de droga valorados en 58 millones de euros, surge una pregunta clave: ¿cuánta droga entra por el puerto tras eludir los controles aduaneros? Imposible contestarla.
Cocaína oculta en el travesaño de la puerta de un contenedor
Los narcos agudizan cada vez más su ingenio para oclutar la droga y eludir los controles aduaneros. En 2015, los agentes antidroga se incautaron de 100 kilos de cocaína que llegaron a Valencia camuflados en las puertas de cuatro contenedores.
El camión escáner localiza mercancia sospechosa
Otro medio de inspección previo a la apertura del contenedor es el camión escáner, capaz de analizar la mercancia de los contenedores mediante un sistema similar a los usados con los equipajes de los aeropuertos. Este gigantesco dispositivo examina unos 40 contenedores cada dia sin necesidad de abrirlos. Los rayos X muestran con claridad el interior de la carga y ayudan a localizar elementos ocultos en falsos techos.
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