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ÁLEX SERRANO
Miércoles, 27 de febrero 2019, 00:01
Siempre se ha dicho que el listado de los enclaves de la ciudad que sufren el botellón es casi eterno. Hasta cuarenta plazas, jardines o entornos de discotecas de toda la ciudad se encuentran asediados por este problema todos los fines de semana, mientras la nueva ordenanza de convivencia del Ayuntamiento de Valencia vuelve a la fase de elaboración tras las reservas planteadas por la Asesoría Jurídica Municipal. La oposición censura la inacción policial.
A finales del pasado año, la Policía Local de Valencia contaba 24 puntos negros con botellón todos los fines de semana. Son enclaves donde las patrullas están mucho más presente los fines de semana: calle Ruaya, Plaza del Cedro, Periodista Ros Belda, Plaza de Honduras, avenida Blasco Ibáñez desde Manuel Candela hasta Serrería, Antigua Senda de Senent, Polo y Peylorón, Eolo, Paseo de Neptuno, Padre Porta y Juan Verdeguer, Plaza de España, Profesor López Piñero y alrededores de la Ciudad de las Ciencias, Bombero R. Duart, Gaspar Aguilar, Jerónimo Monsoriu y aledaños de la estación del AVE, Marina Real, Plaza de la Virgen y Eduardo Boscá. Varias de estas zonas se encuentran en los alrededores de conocidas discotecas. Sin embargo, la oposición amplía el listado a 40, incluyendo calles como Gaspar Aguilar, la avenida de Aragón o el cauce del río bajo el puente de las Flores y en el extremo norte de la Ciudad de las Artes, que suele amanecer los fines de semana repleto de restos de basura.
Además, con la llegada de la primavera y de las buenas temperaturas, el botellón, aletargado durante el invierno, amenazan con volver con fuerza. Si bien es cierto que los grandes epicentros de las concentraciones ilegales como por ejemplo la Creu Coberta, Benimaclet, Honduras o plaza del Cedro o el barrio del Carmen, entre otros, no están exentos de las molestias derivadas del botellón durante todo el año, no lo es menos que cuando bajan los termómetros los jóvenes son menos proclives a beber en las calles (se pasan a los pisos, como bien saben en zonas como el barrio de San José, entre otros).
Ningún barrio se libra de focos de varios tamaños donde se bebe en la calle. Las zonas más afectadas se repiten año tras año. Una de ellas es el barrio de Benimaclet. Se trata de una zona de Valencia donde uno de cada tres vecinos tiene menos de 30 años, y en concreto, un 17% tienen entre 15 y 29, las edades en las cuales más se bebe en la calle según la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades) 2015-2016, elaborada por la Delegación del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas. Otro barrio donde pese a las promesas municipales siguen mirando con miedo la potencialidad de nuevos botellones es la Creu Coberta.
Y es que las múltiples medidas planteadas tanto por el Ayuntamiento de Valencia como por distintos agentes sociales de la ciudad no han surtido efecto contra el botellón. La más importante de ellas es la elaboración, junto a la Cátedra de Seguridad Ciudadana de la Universitat, de una nueva ordenanza que permite a la Policía Local multar a los jóvenes por exceso de ruido, lo que facilitaría las sanciones por el botellón. Sin embargo, como aseguró la misma Menguzzato, el Consistorio ha tenido que devolver el texto a la universidad tras las reservas de la Asesoría Jurídica Municipal, que no ve clara la propuesta de convalidar las sanciones económicas por cursos de reeducación en los que también participarían los padres de los menores multados.
El concejal del grupo municipal popular Alberto Mendoza denunció «una evidente falta de voluntad política, de medios policiales y de capacidad para gestionar un tema tan importante que genera todos los fines de semana molestias e infinidad de llamadas al 092». «Ruido, suciedad, inseguridad, malos olores... son algunos de los graves inconvenientes y molestias que tienen que sufrir, cada día más, los vecinos de nuestros barrios», criticó el edil.
«Lo triste es que lo debería preocupar al tripartito es el alarmante incremento del consumo de alcohol entre nuestros jóvenes, pero desgraciadamente no es así. No han hecho ni una sola campaña de concienciación», lamentó Mendoza, que apuntó también al «turismo de botellón» y otras «actitudes incívicas que provocan un deterioro evidente del entorno urbano y del mobiliario».
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