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Botellón, narcotráfico, reyertas... Mientras el Ayuntamiento pone el foco en el centro de Valencia, el hartazgo se apodera de los barrios. Los vecinos de la Malvarrosa salieron de nuevo anoche a la calle, mientras en Benimaclet, que también registrará una protesta mañana, la policía acordonó la plaza para frenar el consumo de alcohol. También Orriols espera soluciones a la delincuencia. Ayer Sandra Gómez visitó el barrio pero no se reunió con la asociación de vecinos.
«No queremos que nos tomen el pelo». La reivindicación de los vecinos de la Malvarrosa es evidente, clara y concisa. El malestar en el barrio se ha hecho patente este jueves cuando miles de personas, según los organizadores al menos lo mismo que hace dos semanas cuando cifraron la asistencia en 4.000 personas, han salido a la calle para pedir un barrio digno y libre de drogas.
«Mereixem barris dignes» o «Ribó, escucha, la Malva está en lucha» han sido algunos de los cánticos de la concentración, celebrada en las conocidas como cuatro esquinas entre la avenida Malvarrosa y la calle San Juan de Dios. Las reivindicaciones, aunque se centraron en la lucha contra lo que llaman «el mercado de la droga» de las Casita Rosa (su mención por parte de una vecina, Elena, ha levantado una gran ovación), han incluido también la petición de una biblioteca y un centro juvenil para el barrio «que ofrezca alternativas de ocio a los vecinos».
A la Malvarrosa se le ha puesto la misma cara que hace 30 años, cuando el movimiento vecinal, siempre particularmente fuerte en el Marítimo, se plantó ante el Consistorio. Las reivindicaciones de ahora, dicen los más viejos del lugar, no difieren tanto de las de entonces y todas tienen un denominador común: la lucha contra la droga. Tras la presión policial y la rehabilitación que ha vivido el Cabanyal en los últimos años, buena parte de los problemas relacionados con la compraventa de sustancias estupefacientes se ha desplazado al norte. Y allí estaba la Malvarrosa, un barrio que tiene en las Casitas Rosa un importante epicentro de la droga.
Pero los vecinos se han hartado. La sensación hoy entre los asistentes era que había llegado el momento de plantarse. De hecho, han aplaudido cuando el portavoz de la Asociación de Vecinos Amics de la Malva, Pau Díaz, ha plantado que el 4 de noviembre volverán a concentrarse. «No podemos dejar de presionar», ha exclamado. En la concentración se veían desde personas mayores hasta niños de corta edad. Parece que la gasolina para estas protestas está lejos de agotarse.
De hecho, los residentes se reunieron la semana pasada con el alcalde de Valencia, Joan Ribó. Elena ha sido la encargada de explicar cómo fue la reunión: «Se comprometió a volver a convocarnos en unos días, cuando pudiera decirnos qué van a hacer». Tanto Elena como Díaz han coincidido en que el problema de la Malvarrosa no se soluciona sólo con presión policial.
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«La situación ha mejorado, pero el problema aquí es mucho más grave», decía Jaime, un jubilado que ha acudido a la concentración. Indicaba que los jóvenes del barrio «no tienen mucha cosa que hacer», lo que en ocasiones deriva en comportamientos inadecuados. «En la calle donde vivo están con la música hasta las tantas de la mañana y no puedes dormir, pero es que parece que no vayan ni a clase«, ha explicado. Se trata de problemas que se reproducían hace años en otros barrios de Valencia.
Los vecinos aprovecharán la manifestación de mañana contra la ampliación del Puerto de Valencia para «llevar nuestras reivindicaciones al centro». «Que en el centro de la ciudad sepan que estamos orgullosos de vivir aquí», ha dicho Díaz, que ha terminado su parlamento con tres estruendosos vivas a la Malvarrosa.
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