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MAR GUADALAJARA
Miércoles, 29 de septiembre 2021, 00:58
A las puertas del Centro Municipal de Actividades para Mayores de Monteolivete, en Valencia, llegaban con la sonrisa puesta y como calzando zapatos nuevos, y allí aunque tímidos, se sucedían los abrazos, las palmadas en la espalda y hasta los gritos por la emoción del reencuentro. «No te he conocido con la mascarilla», decía una señora a otra que repetía sin parar: «Qué alegría, qué alegría, qué alegría».
Los centros de mayores reabrieron la semana pasada sus puertas en Valencia después de un año y medio desde que estallara la pandemia; para los más mayores supone un gran paso en su batalla contra la soledad.
En la entrada, dos voluntarias recibían a los usuarios con todo dispuesto para que pudieran rellenar su inscripción a las actividades. «Ponéis el nombre, los datos y elegís lo que queráis, ahora hay menos plazas por el aforo aunque sé que sois muchos», explicaba una de ellas a un hombre recién llegado.
Volver es siempre una buena noticia aunque se haga con restricciones y algunos incluso estaban impacientes porque creen que se podrían haber recuperado estas actividades para los más mayores mucho antes.
«Desde que estuvimos vacunados todos, podrían haber abierto aunque sea al aire libre porque era necesario y sin embargo pues han tenido cerrado hasta ahora, podríamos haber venido a jugar a la petanca o a las cartas y nosotras también nos pudiéramos haber reunido a hacer manualidades fuera», dijo María Luisa Mercader, una de las usuarias que además colabora como voluntaria impartiendo clases de manualidades para un grupo de señoras. «Muchas estaban desesperadas y necesitaban volver, hay quien lo ha pasado realmente mal y te llegas a deprimir con tantas horas sin hacer nada... por eso la vuelta es un chute de energía; estábamos desesperadas, yo soy profesora de manualidades y mis chicas me llaman todos los días para preguntar: ¿Y cuándo volveremos?», relató Mercader.
Hacían desde bolsos hasta llaveros reciclando latas o muñecos de decoración en Navidad. «Y después nos íbamos a tomar una cervecita o unas bravas y claro, así estabas esperando que llegara el día para venir», reconoció María Luisa.
En la cafetería varias mesas empezaban a pedir los almuerzos. «Si esto se parece ya a lo de antes», exclamó un señor que pedía un café. Y aunque no hayan recuperado «lo de antes», lo agraden sin cesar. A la entrada seguía llegando gente para inscribirse a las actividades y en el patio, se ponían en marcha las máquinas de gimnasia al aire libre.
«Pues si hay que venir con careta se viene», celebraba un señor que saludaba a otro después de tanto tiempo; y bajo esas mascarillas asomaban dos sonrisas. Los mayores reconocen que el tiempo que han pasado encerrados es tiempo perdido que ha hecho mella en ellos, tanto física como mentalmente. «Para mí ha sido un año y medio menos, en blanco por así decir», confesaba Carmen Puente, otra usuaria. Para unos en blanco y para otros una pesadilla, como explicó la amiga de Carmen, Teresa Añó: «Fue horrible este parón, ha sido muy duro porque lo he echado mucho de menos todo esto y mira me entran ganas de llorar», decía con la voz entrecortada y mirando a Carmen.
«Veníamos a gimnasia, hacíamos muchísimas actividades y de repente te quedas sin eso y encerrado en casa, es un palo porque es quedarte sóla, es que es nuestra única manera de socializar porque hacemos salidas conoces a diferentes personas, y somos un grupo que nos llevamos muy bien», añadió Carmen. Ahora con la vuelta no ha dudado en apuntarse «a todas las que pueda;a taichi, a memorización y ahora voy a ver a qué más me puedo inscribir».
El cartel del cierre en marzo de 2020 fijaba la reapertura en quince días que acabaron siendo casi dos años. El centro recupera la vida y también la mayoría de los usuarios. «Después de lo que hemos pasado esto es un regalo, estamos con trabajo por la vuelta pero con muchas ganas de arrancar, sobre todo por ellos», comentó la presidenta del centro, Elena Llorens. «Ha sido un reencuentro entre nosotros pero sobre todo con el centro y con la actividad. Sólo hace seis años que el barrio tiene este centro y no hay tiempo que perder para los mayores».
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Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
Jon Garay e Isabel Toledo
Daniel de Lucas y Josemi Benítez (Gráficos)
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