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D. GUINDO
VALENCIA.
Domingo, 9 de diciembre 2018, 00:19
El continuo ir y venir de agentes de la Policía Local por la zona centro de la ciudad evitó que los manteros, de nuevo, proliferaran en los enclaves habituales de Ciutat Vella, y todo ello después de que los comerciantes expresaran su malestar por la constante presencia de estos vendedores ilegales, como ha recogido LAS PROVINCIAS durante esta semana. De esta forma, el entorno del Mercado Central, especialmente la calle Calabazas, y la zona del Paseo de Ruzafa y la calle Ribera no contaron en la mañana de ayer con los tradicionales asentamientos de estos manteros que suponen una competencia desleal para los comercios de la zona. En el caso de la plaza de la Reina y la calle Micalet, y aunque puntualmente aparecía alguno de estos vendedores, rápidamente recogía sus bártulos en cuanto aparecían los agentes.
La tradicional imagen de la calle Calabazas con las aceras repletas de manteros -lo que obliga a los viandantes a discurrir por la calzada y obstaculiza seriamente el tráfico-, en la mañana de ayer dio paso a una estampa totalmente distinta, pese a que tanto el mercado Central como los puestos del mercadillo extraordinarios funcionaban a pleno rendimiento y el público se arremolinaba en la zona. Ni un sólo vendedor ilegal en las distintas visitas de control que llevó a cabo este diario. En el entorno y calles adyacentes a las plazas Redonda o Lope de Vega ocurría lo mismo, ni rastro de manteros. Tampoco en los espacios peatonales entre la plaza del Ayuntamiento y las calles Colón y Xàtiva.
uMercado Central El entorno de este espacio comercial, especialmente la calle Calabazas, estuvo ayer libre de manteros.
uPlaza de la Reina Hasta siete vendedores ilegales aparecían de forma puntual cuando la Policía Local abandonaba la zona.
uConvento de Santa Clara Pese a que en la mañana de ayer no había manteros, el sábado por la noche proliferaron.
Sólo la plaza de la Reina se vio salpicada por la presencia puntual de estos vendedores ilegales, en alerta constante para recoger a toda prisa los bártulos cuando aparecían los agentes de la Policía Local. Pasadas las doce y media se dio una escena curiosa. Dos manteros, cargados con enormes sacos, se escondían detrás del bus turístic mientras el vehículo cargaba al pasaje. Los agentes, sin embargo, no perdían detalle de sus movimientos, aunque evitaban acudir a toda prisa a su encuentro para que las carreras pudieran originar algún herido entre el numeroso público que se concentraba en la zona, atraído por la soleada mañana y por los puestos de artesanía ubicados frente a la Catedral. Cuando los agentes ya se habían alejado unos metros, los manteros regresaron a la esquina con la plaza de Santa Catalina y discutían si, de nuevo, extender la manta para ofertar sus artículos o se desplazaban a otro lugar.
Cuando los Policías Locales llegaban a la altura de la puerta de los hierros de la Catedral, los pocos vendedores ilegales que quedaban se habían esfumado, aunque cuando de nuevo retomaban la ruta hacia Santa Catalina y ya no había rastro de uniformes, volvían a hacer acto de presencia tímidamente. Uno de ellos, que ofertaba principalmente camisetas de equipos de fútbol a los viandantes, escogía la confluencia entre las calles Micalet y Brodadors. Aprovechaba que el público se arremolinaba para escuchar a dos músicos para tener una barrera que dificultara la visión de los agentes si volvían a aparecer. Frente al acceso a la Catedral, y prácticamente de la nada, aparecían otros dos, éstos ofertando gafas de sol, puesto que el despejado día invitaba para resguardarse los ojos. El mismo producto ofrecía otro compañero, ésta apostado prácticamente a las puertas de una tienda de souvenirs. Ya en la esquina con Santa Catalina, los dos manteros que habían esquivado a los agentes con la ayuda del bus turístic, empezaban a desplegar sus bártulos acompañados de un tercer vendedor. Bolsos, zapatillas de deporte y camisetas eran los artículos que comenzaban a ofertar a los viandantes con un ojo puesto en el género y otro oteando el horizonte a la espera del regreso de los agentes y, de nuevo, recoger a toda prisa. En este punto, algunos viandantes sí se quejaban de que estos manteros hacían más difícil la circulación de personas y el acceso a un negocio hostelero de la zona.
Este nuevo cerco a los manteros, al menos el detectado en la mañana de ayer, surge después de que este periódico recogiera el viernes una batería de quejas de comerciantes y hosteleros de Ciutat Vella que denunciaban que el Ayuntamiento apenas estaba adoptando medidas para frenar la proliferación de estos vendedores ilegales, que no sólo suponen una competencia desleal para los establecimientos legales, sino que entorpecen en paso de los viandantes. Los propios agentes, además, alertan de que la venta ilegal se agravará en Navidad por la falta de personal para atender las zonas con más manteros. En el caso de Valencia, especialmente por las tardes, el entorno de Convento Santa Clara, como recogía este diario ayer, o Don Juan de Austria son espacios donde se acumulan estos vendedores.
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