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Vista general de la tienda de tejidos Julián López. Damián Torres
El regreso de las históricas tiendas de guantes Piqueras y Camps en Valencia

El regreso de las históricas tiendas de guantes Piqueras y Camps en Valencia

El establecimiento Julián López, que acaba de cumplir 70 años, adquiere los dos negocios I La emblemática casa de tejidos de Periodista Azzati recreará el ambiente de las guanterías con nuevos espacios con la ampliación de sus instalaciones

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 6 de enero 2024, 18:45

En vísperas de cerrar el pasado año, goteo de cierres comerciales. En noviembre de 2023 la tienda con más solera de la plaza de la Reina y una de las más antiguas de la ciudad (1886), Guantes Piqueras, se despedía. Era cuestión de días que bajara la persiana para siempre. Un día después saltaba a la actualidad otra noticia similar. Llegaba un nuevo adiós, otro comercio de los de toda la vida como Guantes Camps apagaba el brillo de los elegantes escaparates que durante 140 años lucieron al paso de los valencianos primero en la calle San Vicente y luego en el Pasaje Ripalda. Era el triste desenlace de un relato que llevaba por título Valencia se queda sin tiendas de guantes.

Pero, muy pronto, un golpe de timón ha desencadenado un vuelco en la narración: regresan las dos tiendas de guantes de la mano del establecimiento de tejidos Julián López. La emblemática casa de telas de la calle Periodista Azzati ha comprado los dos negocios, las marcas de las dos guanterías inscritas en la vida de la ciudad en una acción con la que «reafirmamos nuestro compromiso con el comercio histórico, cercano y de calidad», destacan desde esta casa que acaba de celebrar su setenta cumpleaños, Marta Gálvez, directora general, y Ezequiel Ferrando, anterior director del establecimiento.

Julián López se dispone a ampliar los límites de sus cuatro paredes. La tienda, inscrita en la tradición comercial de la capital del Turia, acometerá en los próximos meses obras para actualizar sus instalaciones, pero eso sí, sin perder su esencia, fiel «a su espíritu de toda la vida». Serán unas obras, que sin cerrar ni por un día, permitirán ganar espacio dando -entre otras cosas- cabida a esas dos tiendas que en noviembre dejaron al descubierto las manos de los valencianos. Julián López, insisten, en el «compromiso con la tradición comercial», va a reproducir el ambiente de Camps y Piqueras, algo con lo que Julián López reafirma ese sentimiento que les anima cuando Gálvez y Ferrando recalcan que la casa mantendrá su «espíritu». El SOS de un comercio tradicional que se desangra en las calles del centro histórico, ha encontrado respuesta.

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El proyecto traerá ascensor sin que ello signifique que vaya a desaparecer la escalera que concede personalidad y empaque a la tienda. Llegará también más superficie para las telas de valenciana. A ello se sumarán esas esquinas, 'corners' como lo llama el nuevo lenguaje de los mostradores, para los guantes y pañuelos que hasta hace nada se podían comprar en Camps y Piqueras, los mismos diseños, idénticos estampados. Todo como en esas históricas casas porque, como señalan la directora general y el anterior director, Julián López se ha quedado el negocio, que significa la relación con los mismos proveedores. Todo bajo la bandera de «la calidad», que insisten una y otra vez es la divisa de esta casa. Y volverá el taller de costura.

Rótulo del establecimiento de periodista Azatti adornado para las fiestas navideñas. Damián Torres

Una iniciativa que parece nacida para cambiar el rumbo de las cosas, para detener la desaparición de la tiendas de toda la vida en el centro histórico, una propuesta que devolverá abrigo a las manos de los valencianos en las entrañas de otro establecimiento de siempre, el que el 9 de diciembre de 1953 abrió sus puertas en la entonces calle Falangista Esteve. «La historia empezó sobre una superficie de 80 metros cuadrados» a los que el tiempo y, sobre todo el esfuerzo de un empresario, fue ganando terreno para en los años sesenta dels pasado siglo alcanzar altura con una nueva planta. Cosido a la «calidad y a la cercanía con el público» extendió metros y metros de tela hasta crear una red de mostradores que recorre España con parada en Madrid, Barcelona y Sevilla entre otros destinos sin haber salido de la familia y «con vocación empresarial».

El escenario de tejidos, colores y los más atractivos estampados en el que un equipo de dependientes con vara de medir en mano despliegan piezas de seda, vichy, tisú, popelín, lino, algodón, franela, terciopelo, chenilla y cualquier tejido que a cualquiera se le pueda ocurrir, conquista nuevo territorio. Donde se viste el hogar con manteles, cortinas y servilletas, en la misma tienda que se envuelve a los recién nacidos con los tejidos más finos y se sirven los cortes para los trajes de la novia y de la madrina, donde se viste a las valencianas para su fiesta grande, muy pronto se despacharán los guantes que Valencia creía haber perdido. Es la crónica del renacimiento de dos tiendas de las de toda la vida en el marco de la casa que envuelve con papel blanco ilustrado con bandas verdes y naranjas en el corazón de la ciudad.

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