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Una casa solariega en La Pobla de Vallbona y un poeta, Teodoro Llorente Olivares, fundador del diario LAS PROVINCIAS, unidos por el destino al que ahora se añade un proyecto para la rehabilitación del histórico inmueble que está cerca de alcanzar un premio. Ha sido seleccionado para los galardones que concede el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, (CSCAE),
La casa Bernal es propiedad del Ayuntamiento de La Pobla de Vallbona que en su día convocó un concurso para rehabilitar la casa y convertirla en espacio cultural que contará con una sala de investigación que llevará el nombre de Teodoro Llorente. En esa convocatoria resultó ganador el estudio Tecum Arquitectura, el mismo que ahora ha sido seleccionado para un premio. La casa ha vuelto a la vida conservando las esencias constructivas que a lo largo de su larga vida fue cosechando. Las fotografías dan muestra del gran cambio.
La actuación se ha llevado a cabo sobre una casa señorial del siglo XIX, que en realidad como han explicado desde el estudio es la «unión de dos casas tradicionales unificadas a principios del siglo XX» que, además de su interés arquitectónico encierra también el atractivo de que allí «veraneó el poeta y fundador del diario LAS PROVINCIAS Teodoro Llorente».
El edificio cuenta con la catalogación de Bien de Relevancia Local (BRL) y la actuación que le ha devuelto el brillo respetando las esencias de la casa que fue del yerno de Llorente Olivares, José María Bernal Peris. El dueño de esta residencia se casó con María Llorente Falcó, hija del poeta más importante de la Renaixença Valenciana. La circunstancia familiar llevó a que el fundador de este diario visitara con frecuencia la casa cuando ésta vivió su esplendor. Allí incluso invirtió las horas en algunos de sus trabajos literarios.
El tiempo fue habitando las paredes de una construcción levantada en el centro de la localidad y sobre la que se realizaron obras de adaptación según los distintos momentos de la historia. Lo relata el Ayuntamiento de la localidad, además de apuntar que originariamente fue una villa romana, se convirtió en una alquería árabe, luego en masía cristiana para pasar después a casa señorial de recreo y finalmente a ser un caserón.
Cuando el equipo del estudio Tecum Arquitectura ganó el concurso para la rehabilitación, que finalizó en 2024, tenía ante sí el reto de devolver el brillo al caserón destacando «sus elementos patrimoniales y adecuando los espacios para su nuevo uso público cultural», como ha destacado el arquitecto Marcos Pascual, de Tecum. Tras la intervención, el que era un caserón degradado da la imagen de una atractiva construcción en la que se han respetado «los espacios interiores de la casa original, siempre dejando constancia de su organización mediante la incorporación de elementos preexistentes en contraste con los nuevos materiales».
Se ha prestado mucha atención a la preservación y recuperación de elementos significativos a conservar como los zócalos cerámicos, restos arqueológicos, escudos, paneles devocionales, la escalera interior, elementos de carpintería y de cerrajería, así como los pavimentos de empedrado que conservaba la casa y los suelos hidráulicos. Cada uno de los elementos preexistentes de interés se han recuperado poniéndose en contraste con nuevos elementos constructivos.
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