El profesor Rafa Torres junto a una alumna en el taller de restauración de Gaia. Damián Torres

El 'boom' de la segunda vida de los muebles

Las escuelas de restauración de mobiliario antiguo en Valencia han aumentado su número de alumnos y ya hay hasta lista de espera

José Molins

Valencia

Jueves, 13 de abril 2023, 23:38

Sentada en su casa, María José mira con satisfacción el flamante espejo que destaca en su comedor. No es cualquier espejo. Se trata de una pieza del año 1890 que ella misma ha restaurado. Admite que le ha costado «sudores y lágrimas» pero luce como ... nuevo, como ella quería, y cada vez que lo mira recuerda lo que disfruta dándole una segunda vida a los muebles. Ella es una de las alumnas del taller de aprendizaje de restauración de muebles que organiza Gaia, la escuela de dibujo, pintura y restauración del centro de Valencia. Decenas de valencianos van allí a aprender a mimar la madera para saber cómo convertir ese objeto viejo y lleno de polvo en un artículo resplandeciente que aporte vida y carácter al hogar.

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Los tres grupos del curso de restauración de muebles que tiene esta escuela agotaron rápido sus plazas (doce cada uno), hay lista de espera y el director de Gaia, José Payá, afirma que después del verano crearán un cuarto grupo ante la creciente demanda de alumnos, así como otro taller de carpintería artesana. «Viene gente con interés profesional, para formarse y obtener este título, pero también otros que se apuntan por afición, porque les gusta, y aquí tienen el taller, las herramientas, los materiales. Incluso muchos aunque ya no vengan, vuelven para consultarnos dudas o mostrarnos los trabajos que han hecho, y nosotros les asesoramos sobre cómo pueden realizarlo», asegura Payá.

Entre sonidos de martillos y lijas, el profesor del curso, Rafa Torres, explica a los alumnos uno por uno las claves de cómo se debe llevar a cabo una correcta restauración. «Lo que más les gusta es poder hacerse sus propias piezas, dar una segunda vida a los muebles y restaurarlos. Traen sus muebles para trabajarlos aquí y les tienen mucho apego, porque son de familiares y les recuerdan a sus antepasados, la época, la familia. Y lo hacen mientras aprenden técnicas artesanales», indica. Cada curso dura de septiembre a junio y cuenta con perfiles muy variados de asistentes. «Tenemos gente desde 20 años hasta de 70, con todo tipo de inquietudes. Lo que más les cuesta es saber emplear cada técnica cuando hace falta, pero para eso aquí les enseñamos pautas», cuenta el profesor.

Una alumna realiza trabajos de restauración. Damián Torres

También han notado un notable incremento de demanda en la escuela Antic Art Restauración, en el barrio de Ayora de Valencia. Actualmente han aumentado hasta diez grupos de 12 alumnos cada uno. «Hemos ido creciendo después de la pandemia, la gente ha valorado estar realizando una tarea presencial a tiempo real», dice la directora, Ana Vicedo. «Nos dedicamos a la restauración clásica de muebles antiguos, viene gente que tiene interés en la madera y nuestra clientela más habitual son mujeres a partir de 40-45 años, que se apuntan por afición. Y también hay gente joven, estudiantes que buscan perfeccionar sus técnicas», explica Vicedo.

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Y donde igualmente ha habido un crecimiento de alumnos es en la escuela Acanthus, en Ruzafa. «Este último año hemos aumentado, antes tenía 60 personas y ahora estoy con unos 80, en varios grupos y con variedad de edades, normalmente entre 30 y 60 años», indica Elena Romero, propietaria y presidenta de la Asociación para la conservación del mueble, que añade que «está muy de moda» la restauración para recuperar muebles antiguos. «Hay un repunte de esta tendencia como lo hubo hace unos 15 años», destaca. «Después del Covid hay más ganas de hacer actividades, de aprender, para tener tiempo para uno mismo. La mayoría de nuestros alumnos tiene trabajos estresantes, o bien se acaban de jubilar y buscan una actividad», expresa.

Alumnos «enganchados»

A María José, que está «encantada de la vida» con su espejo, la apuntó su hija. «Me he enganchado, me apasiona, aunque yo nunca había tenido muebles antiguos, pero estoy haciendo sobre todo muebles de más de cien años y cuesta más, porque las técnicas que se utilizaban hace un siglo hay que aplicarlas ahora. Los consigo en rastros y sobre todo en derribos de casas viejas, en medio de cosas que se van a tirar», detalla la mujer.

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También ha salvado muchos artículos de la basura Eva, otra de las alumnas de Gaia. «Llevo dos mesitas de noche y un comodín. Hay veces que al lado de los contenedores se encuentran verdaderas maravillas, la gente tira cosas a las que se puede dar otra vida. La anterior mesita que restauré era de principios del siglo XX y quedó súper bonita», destaca. Tiene claro dónde colocará todos los trabajos de los que se siente tan orgullosa. «Tengo una casa que me estoy haciendo en el pueblo y casi todos los muebles que voy a meter ahí quiero que sean restaurados. Siempre me ha gustado la madera y el mueble antiguo, es un material precioso que te da un juego y un resultado magnífico», expresa.

En cambio Gloria obtiene los muebles antiguos de otra forma. «He comprado varios en Wallapop. Me puse un tope de diez euros, que ahora he subido a 20, para comprar muebles por internet en esa plataforma y restaurarlos. Me salen tirados de precio y les doy una segunda vida, son mesitas, sillas, mecedoras, porque aquí tampoco puedes traer artículos muy grandes», argumenta la joven, que admite haber «descubierto una vocación» con este curso, ya que se apuntó por «estar ocupada con las manos». Y Carmen quiere recuperar como estaban originalmente los muebles antiguos familiares. «Tenían suciedad, carcoma, y estoy aprendiendo cómo restaurarlos. Es difícil pero he aprendido bastantes cosas», señala.

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La mayor del grupo es Paz, que a sus 70 años disfruta restaurando muebles de su familia, de principios del siglo XX: «Ahora estoy haciendo un mueble canterano de mis abuelos, voy trayéndolo por partes para trabajar aquí, es de mi casa de toda la vida. Como el mueble es grande, la parte superior la estoy haciendo aquí y la de abajo yo en mi casa», asegura. Y tiene claro el destino: «Va a ir en el salón, es el mueble principal de la casa».

En cambio Georgia es la más joven. Estudió Bellas Artes y ahora quería poner en práctica muchos conocimientos. «Estoy haciendo un sillón que era de mi abuela, le tengo un cariño especial. El sillón estaba hecho polvo, le quité el barniz, le hice muelles nuevos y ahora estoy con el tapizado. Irá en mi habitación, será el sillón de lectura y cada vez que me siente a leer recordaré cómo lo he restaurado», cuenta mientras sujeta el artículo. Y ya piensa en sus próximos trabajos: «Tengo una silla y una mecedora preparadas para traerlas aquí, los compro en internet o en mercadillos y mi motivación es también hacerlo para cuidar el medio ambiente, por eso intento recuperar objetos y ropa».

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