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Huele a Fallas y los hosteleros lo saben. No sólo lo saben. Ya lo han notado en sus listas de reservas y en las ... llamadas telefónicas. A sólo diez días de las fiestas josefinas, los restaurantes y bares de la capital del Turia ya han colgado el cartel de completo. «El teléfono no para de sonar. Pueden llamarnos entre 50 y 100 veces al día. No damos a basto», cuenta Benjamín López, gerente de Los Toneles, ubicado en la calle Ribera.
Y es que, el ambiente que se respiraba en Valencia, especialmente en el centro histórico, en la mañana del domingo ya anticipaba la frenética actividad que registrarán los negocios de restauración. Una plaza de la Virgen repleta, donde encontrar una silla vacía era misión imposible, bullía bajo un cielo soleado. Las terrazas, hasta los topes, recordaban a los años anteriores a la pandemia, ahora que las mascarillas sólo se sacan del bolsillo para acceder a centros de salud y farmacias.
De hecho, algunos establecimientos prevén superar las cifras de facturación de 2019. Es el caso de Bar Sena 1970, cuyo gerente, Juan Gabriel, afronta con mucho optimismo las Fallas de 2023. «El año 2019 fue récord, pero este creo que lo superaremos», explica el dueño del negocio, que cuenta con 56 años de historia a sus espaldas. «Siempre hemos hecho el lleno y este año está asegurado. Por nuestra parte, no hacemos reservas porque funcionamos así», señala el propietario de este local, situado en Russafa.
Por su parte, el dueño de Los Toneles también opta por no hacer reservas. Esta práctica responde a la necesidad de funcionar de una manera más orgánica y adaptativa al flujo de clientes que, en el caso de las Fallas, nunca faltan. De ese modo, también evitan comprometerse con clientes que pueden fallar a última hora. «Llevamos 30 años llegando al completo y sin tener que hacer reservas», cuenta Benjamín.
La histórica Casa Baldo no es una excepción. Este negocio, con cocina típicamente valenciana y costumbrista, ya lo tienen todo lleno para los días grandes de Fallas. No obstante, este domingo ya tenían el local hasta la bandera y la empleada que atendía a este periódico apenas podía responder a las preguntas ante la cantidad ingente de trabajo que gestionaba. Y es que, los dos primeros fines de semana de marzo, previos a las fechas clave, registran habitualmente una elevada actividad, promovida también por la atmósfera fallera creada por las mascletás de las dos de la tarde.
El perfil de los clientes corresponde, en la mayoría de casos, al del turista nacional, así como vecinos de Valencia. «Los clientes son sobre todo gente valenciana y del barrio, no hay tanto turista internacional en nuestro caso», explica un empleado de Petraher, que abrió sus puertas el pasado mes de noviembre, por lo que se prepara para sus primeras Fallas.
«Estamos rozando el lleno a partir del día 15. En concreto, lo tenemos completo el 17 para cenar y el 18 para comer», explica este trabajador, que indica que, además, tienen lista de espera para el 19 de marzo, San José, por la celebración del Día del Padre. «La verdad es que estamos muy contentos. Ya tenemos reservas a partir del día 11», agrega. Por otro lado, hay restaurantes que amplían sus servicios en los días clave. Es lo que hará Dalima, ubicada en Gran Vía, que abrirá sus puertas el 12 y el 19 pese a que de manera habitual sólo abre de miércoles a sábado. Luego está Vinorte, que ha apostado por diseñar un menú específico para Fallas a medio día para satisfacer la demanda «sin morir en el intento».
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