Los cinco desafíos para Valencia en 2021

El ejercicio que está a punto de empezar será el de volver a levantar las persianas de los comercios, reducir las colas del hambre y desbloquear de una vez proyectos mastodónticos que esperan su ejecución desde hace lustros. Casi nada. Los innumerables retos generados por la pandemia pondrán a prueba en primer lugar la capacidad del gobierno de coalición entre Compromís y el PSPV, que desde 2015 ha dado varias muestras de tensión tanto por los codazos generados por el protagonismo mediático como por las distintas visiones que tienen para el desarrollo de la ciudad. El problema es cuando esto último lo pagan los vecinos y las empresas. Demasiados ejemplos se han acumulado esos seis años y ninguna ayuda a salir de este feroz crisis económica.

El escenario que se plantea en 2021 es similar al del año que acaba. Las fallas están guardadas desde el pasado marzo en Feria Valencia y la Marina, con la incertidumbre de no saber qué pasará. Marzo está prácticamente descartado dado que el porcentaje de vacunación será todavía muy bajo para permitir actos masivos.

Una vez ha quedado clara la voluntad del gobierno municipal de no anular la subida de impuestos y tasas que los vecinos de Valencia han asumido este año, el próximo debe servir para aumentar las ayudas y bonificaciones a los sectores más afectados por la pandemia, como el pequeño comercio y la hostelería.

Cuando todo parecía que iba seguido con las obras de la primera fase, la realidad es que el Parque Central ha entrado este año de nuevo en el letargo de los estudios y proyectos de plazos interminables. El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, parece dispuesto a firmar un nuevo convenio.

Con seguridad ninguna vez ha tenido la EMT más recursos y facilidad para hacer literalmente lo que le ha dado la gana que con el gobierno de Ribó. El reverso de esta bonanza es que no ha podido con todo ni mucho menos. El robo de cuatro millones, el relevo del gerente, las críticas por los cambios de líneas y la falta de consenso con cualquier asunto que inician sus responsables políticos es, sin duda, el gran reto del gobierno municipal para rectificar a tiempo.

Cuando acabe el año, en la caja del Ayuntamiento seguirán más de cien millones de euros sin tocar de inversiones reservadas con nombres y apellidos para obras en la ciudad, pero que seguirán sin ser una realidad. Pese al buen resultado total, el porcentaje tan bajo de gasto es un lastre para el gobierno municipal, que además provoca la pregunta lógica: ¿Si no se lo gastan cuál es la razón de que no bajen impuestos para que esos fondos estén en los bolsillos de los vecinos?