La historia de Carlos Cuesta puede ser la de cualquier propietario de autoescuela, acuciados por la subida de precios del combustible, el efecto de la inflación hasta en los seguros y también por el coste que supone la renovación periódica de los vehículos para ... los alumnos. El resultado, una frase con la que resume el negro panorama al que se enfrente el sector: «Retraso las prácticas porque ahora me cuestan dinero».
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Cuesta tiene una autoescuela en Manises que dirige junto a su esposa Yolanda. «Llegué a tener cinco coches y ahora tengo dos, uno de reserva». Cruza los dedos para que no se averíe el principal y sortea como puede la crisis actual, que se traduce en un coste añadido de dos euros por práctica sólo en lo que se refiere al combustible.
Con los contratos firmados poco se puede hacer. «Hay buena voluntad por parte de los alumnos, que lo entienden». La solución es que el estudiante pone un euro y Cuesta asume el otro, para una práctica de unos 45 minutos y que dependiendo de cada autoescuela cuesta entre 25 y 28 euros.
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Pero el asunto del combustible ha sido la gota, los dos euros que han desbordado el vaso. Relata que hace poco tuvo que recurrir a un coche de segunda mano, la primera vez que le ocurría desde que abrió el negocio en 1998. «Me pedían 21.000 euros y compré uno por 13.800 euros», señala. «Nunca me había pasado esto», subraya.
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Así las cosas, no es extraño que haya dirigido su profesión a dar clases a empresas, tanto de conducción eficiente a chóferes como de seguridad vial. Eficiencia tanto en la prevención de accidentes como en el ahorro de gasolina, donde ofrece un consejo gratis: «Cuanto más se conduce con el embrague, más se gasta», afirma.
En una clase práctica doble se recorren alrededor de 60 kilómetros, aunque desde hace tiempo se realizan «a pérdidas» debido a la subida de costes. La esperanza es que se produzca una bajada de los precios y pase la nube negra, aunque los nuevos contratos de aprendizaje ya se firman sin un precio fijo, sino que se estipula que en la tarifa influirá el coste del combustible. «Me sabe fatal todo esto porque los padres de los que vienen están pasando por lo mismo».
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La bajada del IVA que se plantea no soluciona nada, a su juicio. «El coste sigue siendo el mismo y podemos desgravar menos», y tampoco ve claro la rebaja de 20 céntimos por litro aprobada por el Gobierno. «Es sólo la mitad de lo que ha subido los últimos meses».
Toca pues aguantar el temporal y sacar algo de humor de las penurias. «Después de poner gasolina me llamaron del banco por un posible uso fraudulento de mi tarjeta. Veían por los metadatos que el gasto había subido mucho», explicó sobre una llamada recibida por su esposa Yolanda, quien trabaja en la autoescuela. «Pensaban que me la habían robado, pero no, era simplemente lo que me suponía de más llenar el depósito».
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Cuesta tiene 58 años y los ingresos de las clases a empresas le ayudan a mantenerse a flote. «Si cobro 25 euros por una hora es lo mismo que una práctica. En lo primero gano prácticamente todo porque sólo utilizo la cabeza. En lo segundo voy a pérdidas por la gasolina, el seguro, el coste del coche...», ironiza.
Subida de los carburantes
Dentro de dos años, a los 60, asegura que empezará a «hacer números» para jubilarse. Participará en la protesta de las autoescuelas, que ha pasado al día 13. Está decidido a mantener abierto el negocio, aunque apunta otro lugar donde da clases que son más rentables. «Voy a los centros de puntos, donde se da clase a los conductores que han perdido todos» por las multas de tráfico o por condenas judiciales.
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La falta de funcionarios en Tráfico es otro de los tormentos del sector, además de los ajustes para rebajar precios. «Ahora se cobran cien euros por la matrícula y las clases teóricas, cuando hace años eran 300 euros», recuerda.
La concentración convocada para este viernes de tres asociaciones de autoescuelas ha pasado al día 13, informó este miércoles Juan Carlos Muñoz, presidente de la entidad mayoritaria. El motivo es que la protesta prevista ante la sede de la Delegación del Gobierno, en la plaza del Temple, se solicitó el pasado lunes, con lo que la resolución ha sido que no se puede «considerar comunicada en plazo» por parte de la subdelegación.
La normativa estima que le plazo mínimo entre la comunicación y el acto de protesta debe ser de diez días, lo que no se cumplía en este caso. Aún así, se contempla una excepción para «causas extraordinarias y graves que justifiquen la urgencia de la convocatoria». Esto, según la resolución, no se cumplía con la protesta anunciada por la subida del precio del combustible y la falta de una respuesta efectiva por parte del Gobierno.
La decisión de la subdelegación causó un gran enfado en el sector, acuciado por esta nueva crisis. «Dicen que no es urgente», se lamentó Muñoz. Mantener la convocatoria podía haber supuesto exponerse a multas de tráfico a todos los participantes, dado que la intención es acudir con los vehículos de las autoescuelas.
Tramitar la convocatoria con al menos diez días de antelación sirve, según la resolución, para «posibilitar tanto el ejercicio en libertad tanto del derecho de los manifestantes como la protección de los derechos y bienes de la titularidad de terceros». A la protesta están llamados representantes de 835 autoescuelas de toda la provincia, afectados por la subida de precios de combustibles y seguros de sus vehículos.
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