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No por repetida, la imagen de una cuerda de tender que va de la autocaravana al pino más cercano deja de ser llamativa. En el ... muy protegido parque natural del Saler, desde este fin de semana pernoctan una quincena de autocaravanas, cuyos conductores saben que la Policía Local es particularmente permisiva con ellos pese a las quejas constantes y amargas de la asociación de vecinos de la Devesa, que se desgañita siempre que detecta una de estos vehículos.
Y no es porque les tengan manía, sino porque este tipo de turismo está prohibido por la ordenanza de movilidad. Bueno, en realidad no del todo: solamente si están estacionadas con lo que el texto denomina «vocación de permanencia». ¿Y qué es vocación de permanencia? Bueno, queda un poco a discreción del policía. En teoría, los conductores no pueden anclar las autocaravanas al suelo, ni extender toldos ni, por supuesto, amarrar nada a la vegetación del parque.
Tampoco pueden, como ha denunciado la asociación en redes sociales, poner en marcha hornillos eléctricos, pese a que algunos incívicos lo hacen. LAS PROVINCIAS acudió este martes al aparcamiento del antiguo polideportivo, junto a la playa del Saler, para comprobar de primera mano si los vehículos estaban ahí. Y estaban. Vaya si estaban. Hasta 15 vehículos llegamos a contar, menos que hace unos años, cuando eran decenas, pero demasiados para una zona hiperprotegida cuyas dunas se consideran un ecosistema de alto valor ecológico.
Pese a que estos turistas defienden que su forma de vivir en el entorno es respetuosa con el medio ambiente («¿qué daño hacemos?», preguntaba de malos modos un hombre como respuesta a las cuestiones que planteaba este diario este mismo martes), lo cierto es que en la jornada de ayer varios operarios de limpieza del Ayuntamiento de Valencia tuvieron que acudir a adecentar la zona y retirar plásticos, botellas y, sobre todo, vidrios que pueden provocar efecto lupa y crear incendios indeseados en la Devesa.
La Policía, también lo vivimos de primera mano, está pendiente de la zona. Durante la mañana de este martes, al menos en una ocasión los agentes recorrieron el aparcamiento para comprobar que las autocaravanas no estaban estacionadas con «vocación de permanencia». En honor a la verdad, ninguna de ellas había extendido toldos ni estaba anclada al suelo, aunque una, escondida al fondo del aparcamiento, sí había extendido una cuerda para tender bien escondida entre varios árboles. En otras ocasiones, han llegado incluso a colgar hamacas de los merenderos. También entonces, a principios de este año, la Policía Local acudía con asiduidad a la zona, sin imponer entonces ninguna multa.
La ciudad de Valencia no dispone de una zona para autocaravanas, un tipo de turismo que ningún partido ha apostado por atraer a la ciudad. Antes, estos vehículos se instalaban al final de Eugenia Viñes, frente al hospital de la Malvarrosa, pero la presión policial les hizo buscar «nuevos pastos». Encontraron el aparcamiento del Saler, una ubicación idílica: lejos de todos y de todo y, sobre todo, justo frente a una playa casi virgen. Quién no querría despertarse todos los días con la luz del sol reflejada en el mar o dormirse arrullado con el ir y venir de las olas. Siempre y cuando, claro, fuera legal.
Lo que es. Más o menos. Esa famosa «vocación de permanencia» lo complica todo. Las empresas de autocaravanas han pedido en varias ocasiones al Consistorio que habilite una zona con agua, electricidad y demás servicios: un camping de autocaravanas. Llegó incluso a haber un proyecto en el solar situado frente a la Marina, junto a las vías del tranvía en Eugenia Viñes, pero finalmente se quedó en un cajón.
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