Terraza en una calle de Ruzafa. J.L. Bort

El ruido divide al barrio de Ruzafa de Valencia

Las medidas del Ayuntamiento contra la contaminación acústica enfadan a los bares, son alabadas por los vecinos más veteranos mientras los residentes jóvenes se quedan indiferentes, pues no les molesta el ruido y forman parte del ocio

Patricia Orduna

Valencia

Sábado, 15 de junio 2024, 00:00

El ocio nocturno y de tardeo ha conquistado Ruzafa. Cada día, sobre todo de cara al fin de semana, se produce un desembarco de gente en las calles del barrio que no gusta a todos. Las terrazas llenas y el ruido que ello genera ... hace que los vecinos «de toda la vida» se vean rodeados por visitantes externos. El Ayuntamiento de Valencia quiere poner paz a la situación, regular los niveles de contaminación acústica y las actividades que se pueden o no hacer en las calles de este céntrico barrio.

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La batería de medidas aprobadas este viernes por el Ayuntamiento prevé disminuir el ruido para mejorar la calidad de vida. Incluye: más vigilancia policial, cortes de tráfico cuando el ruido supere lo permitido, limitadores de potencia acústica, más inspecciones, controles del consumo de bebidas fuera de las terrazas y medidas para concienciar a las personas, como carteles y trípticos.

Otras medidas para mejorar la vida de los vecinos son el aumento de la limpieza de las calles, limitar el uso de máquinas expendedoras en la vía pública y controlar las charangas o actuaciones que vayan por las calles, como en el caso de las despedidas de soltero.

El anuncio del Consistorio ya ha tenido su eco en el barrio. Los bares y restaurantes no quieren las nuevas normas: «Todo cliente nos interesa, nuestra economía depende de ellos», explica la dueña de un local de hostelería. Con esta nueva moda de tomar algo en Ruzafa, los propietarios de los negocios han encontrado una 'mina de oro'. Entienden que algunos vecinos puedan estar molestos, aunque aseguran que por su parte intentan «no hacer mucho ruido», añade la propietaria del bar.

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Existen también algunas voces discordantes en el sector, como la Asociación por una Hostelería en Russafa (Al Balansi), a quienes les parece que las medidas son «un buen abordaje al problema», y creen que la propuesta del gobierno municipal «es compatible con la protección de las PYMES y los puestos de trabajo que crean».

Dos vecinas veteranas del barrio, Concha y Carmen, aseguran no poder más: «Los jóvenes no respetan, y menos a los mayores». Cuentan cómo han visto cambiar el barrio: «Al principio vinieron inmigrantes a algunas calles, y de repente ha sido un boom extranjero». Concha incluso dice que parece «el Soho» cuando en realidad «son bares de medio pelo».

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En la misma calle Sofía, una joven veinteañera, pasea a su perro. «Mi habitación da a una calle tranquila, o sea que no me molesta el ruido». Aunque es estudiante y cuenta que está «centrada en los estudios», confiesa que «a veces formo parte del 'sarao'». Concha y Carmen también bajan de vez en cuando a un bar a tomar algo, pero los jóvenes, por ser «modernos», intentan «tirar de la mesa» a las personas mayores para instalarse ellos: «te acorralan», aseguran las mujeres.

En los bares creen que los coches «no son el problema», y no entienden los posibles cortes de tráfico que se puedan efectuar a partir de ahora: «Eso solo nos perjudica y hace que tengamos menos clientes». En cuanto a las inspecciones y el control de ruido mediante limitadores, los más mayores desconfían: «Los inspectores son funcionarios, o sea que trabajan por la mañana. Si vienen por la mañana claro que va a estar todo en orden. El problema es por la noche, pero entonces no vienen».

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En Fallas se multiplica

Durante todo el año existe esta problemática del ruido en Ruzafa. Aunque en temporadas como el verano se intensifica, sin duda «lo peor» llega en el mes de marzo. Personas mayores como Concha y Carmen pasan las Fallas «encerradas sin salir de casa».

Inma, madre de familia, cuenta cómo «casi hay que pedir permiso» para entrar en su propio portal. «Es un caos absoluto, hay gente por todas partes, no puedes ni andar y está todo hecho un asco».

Con estas medidas, el Ayuntamiento quiere evitar la declaración del barrio como Zona Acústicamente Saturada (ZAS). Esta última por ahora se aplaza, pero la aplicación de los cortes de tráfico, la prohibición de venta de bebida o comida en barras al exterior o el veto a las charangas es inminente tras su aprobación en la Junta de Gobierno Local.

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