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Los restos de la calle Cristófol Soler, en el interior de un patio privado de Ciutat Vella. Tamara Villena

Las ruinas ocultas del barrio judío de Valencia

Todo lo que queda de la Judería es un tramo de calle donde una muralla separaba la zona semita de los cristianos. Ahora sus restos se esconden entre otros edificios emblemáticos de la ciudad

TAMARA VILLENA

Valencia

Viernes, 27 de julio 2018

Escuchar la palabra call a día de hoy es, cuanto menos, improbable. De hecho, aunque algún nostálgico se aventurase a emplearla, casi con total seguridad que no recibiría ninguna reacción de sus interlocutores más allá de la incomprensión. Puede que el término haya quedado desfasado y perdido todo su significado para el rango generacional que habita ahora en Valencia; pero no su historia. La expresión era la denominación valenciana para el barrio de la ciudad donde habitaban los judíos, que se extendía entre las inmediaciones de la calle del Mar y la calle de la Paz, ahora en el distrito de Ciutat Vella.

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Que Valencia tuvo una Judería no es nada nuevo, pero -quizás- para muchos sí que será novedad descubrir que un trozo de esta sigue presente, oculto entre las calles y edificios del pleno centro de la ciudad. En el interior de un patio de manzana al que solo tienen acceso las fincas colindantes, resiste un pequeño pedazo de historia resguardado de la Valencia actual, atrapado entre otros edificios históricos: el Palacio de los Valeriola y la Iglesia de San Juan del Hospital. La antigua calle Cristófol Soler era la muralla que delimitaba el (por entonces) barrio judío, y las ruinas de uno de sus tramos siguen desafiando al tiempo ante el desconocimiento de la mayoría de los valencianos. Ahora se esconde entre las actuales calle del Mar y calle del Milagro, pero en el siglo XIII comenzaba en la plaza de la Congregación, seguía por la Çabatería y finalizaba en la calle de las Avellanas.

Lo que queda de esta calle/muralla judía, junto a la corraliza interior del Palacio de los Valeriola. Tamara Villena

El tramo ponía fin a la zona judía, que estuvo en Valencia desde el siglo XIII, detrás de la plaza de la Reina. Pasear por la calle del Mar en la época de Jaime I era pisar el pleno centro de la zona judía, donde se ubicaban los puntos clave del barrio: la sinagoga (que era el núcleo administrativo además del religioso), los baños judíos o la carnicería. El periodo de esplendor del barrio terminó en 1391, pero hasta entonces, la zona se fue extendiendo por el callejero valenciano.

La Valencia judía en la urbe actual

Para descubrir la Valencia judía debemos recurrir más a la imaginación que a pruebas, pero resquicios como estos muros casi derruidos de lo que fue una calle-muralla del barrio permiten conocer un poco más sobre una de las zonas culturales más desconocidas e interesantes de la ciudad. Aunque a día de hoy cuesta identificar el callejero en la época hebrea, el pequeño retazo de su existencia que se aprecia entre las actuales construcciones de la urbe valenciana ayuda a ubicar mejor su distribución.

Así era la zona judía en referencia a la Valencia actual, con los principales portales de entrada al área semita en sus dos ampliaciones. Un callejero donde la modernización urbanística fue cambiando la arquitectura y fisionomía del centro histórico de la ciudad. Tamara Villena

En la plaza de la Figuera se encontraba la puerta principal para pasar a la amurallada parte judía, que en 1240 se extendía por la calle de Cristófol Soler, donde se encontraba el acceso de Portal Nou. La muralla seguía por el Portal de la Xerea y Portal de Cabrerots, hasta cerrar de nuevo la zona en la plaza de la Figuera. Esta era la zona neurálgica del barrio judío, que con la ampliación de 1390 extendió sus límites y sumó el Portal de la Çabatería y el Portal en Esplugues. Fue en esta nueva parte del barrio donde se estableció el zoco, por la actual plaza Margarita Valldaura. Era el principal punto comercial, dedicado a la venta de artículos de lujo y al préstamo, y en el que vivían los judíos dedicados a la artesanía.

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La Judería valenciana tenía también calles estrechas, como en otros barrios de la ciudad, y se cree que contaban con bóvedas perforadas que contribuían a dar al área un toque lóbrego acentuado por alguna que otra calle sin salida. Los restos del tramo de Cristófol Soler, colindantes al patio interior del Palacio de los Valeriola, prueban la reducida amplitud característica del barrio y también la dejadez con la que se trata parte del patrimonio histórico valenciano. Ruinas escondidas y tapias de madera son ahora todo lo que queda del área semita en Valencia.

¿Por qué una muralla?

Durante el dominio árabe anterior a la conquista de Jaime I ya existía una judería o zona separada para diferenciar a la comunidad hebrea de los musulmanes. Los judíos celebraron la entrada del Conquistador a la ciudad ante la expulsión musulmana y el nuevo gobernante les cedió un barrio del territorio como muestra de agradecimiento a su apoyo, que habían demostrado durante toda la contienda. El rechazo de la población cristiana hacia el call y el pueblo judío se fue polarizando: los muros de la Judería contenían cada vez mayor hostilidad entre estas comunidades religiosas, hasta que la tensión terminó estallando en un conflicto que se extendió por todo el país.

El techo de lo que parece la estructura de una casa de la Judería, ahora tapiado por su mal estado. Tamara Villena

El crudo desenlace del fanatismo antisemita

El barrio judío creció a la par que la aversión del resto de población por sus habitantes, y acabó viviendo el primer ataque a esta comunidad dentro del Reino de Aragón, el 9 de julio de 1391. Una expansión fugaz que apenas duró un año. Las lindes judías se habían extendido hasta el portal de Xerea, con sus límites en la calle Cristófol Soler y el Portal de Çabateria, cuando un grupo radical marcó el barrio con 200 asesinatos y bautizos a la fuerza. El característico fervor valenciano acabó aflorando y llevó al despertar de un conflicto religioso que se extendió a nivel nacional y que acabó en 1492 con la expulsión por decreto de miles de judíos en toda España. Rates de faraó fue la despectiva denominación con la que se identificaban los judíos conversos (por obligación) que permanecieron en territorio valenciano.

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El antisemitismo ganó la batalla y el barrio judío fue progresivamente perdiendo importancia, hasta acabar remodelado e irreconocible, relegado a un olvido que sabe a cargo de conciencia histórica.

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