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La Casa del Relojero ya tiene completa su parte exterior, pero faltan todavía todos los interiores. La primera fase de las obras terminan esta semana, aunque la segunda, en la que se deberían habilitar las zonas internas, aún se encuentra sin licitar. Es el trabajo que la vicealcaldesa en funciones, Sandra Gómez, le deja a la nueva alcaldesa María José Catalá, una obra inacabada y que no tiene unas funciones definidas, más allá de la intención de que se dedique a aspectos culturales.
Gómez ha visitado este lunes las obras, que constan del edificio de la Casa del Relojero y otro contiguo donde había un solar que deterioraba una zona tan emblemática de la ciudad. Los arquitectos Juan Miguel Martínez y María Dolores Contell, responsables del diseño, han sido quienes han explicado a la vicealcaldesa los detalles de cómo ha quedado el proyecto. La obra comenzó en mayo de 2021 y estaba previsto en un principio que se hubiera terminado a mediados de 2022, por lo que, debido a los diversos parones que ha habido en el proyecto y que han obligado a hacer cuatro prórrogas sobre el plazo estimado, se va a finalizar esta primera fase con algo más de un año de retraso sobre el plan inicial. Unos retrasos que han provocado que el presupuesto aumente más de 150.000 euros.
«Este es el legado que dejamos, la recuperación de nuestro centro histórico, donde había uno de los solares que con mayor urgencia teníamos que resolver, porque estaba en una calle tan importante y era urgente recuperar la trama histórica que se perdió, a la par de rehabilitar el edificio del Relojero», ha señalado Sandra Gómez tras la visita. El edificio anexo consta de una entrada a un patio en el que se ha construido un banco de hormigón que hace de asiento y será de entrada libre para los ciudadanos. Dentro albergará diversas salas que conectan con el propio edificio de la Casa del Relojero, que es el que contendrá las dotaciones que el próximo gobierno quiera darles.
Los trámites burocráticos que conllevan los organismos oficiales puede dilatar la finalización de la segunda fase incluso varios años más, aunque Gómez ha dejado claro que exige «celeridad» al nuevo gobierno municipal. «Dejamos un proyecto encauzado, que si el nuevo gobierno quiere puede culminar, se lo dejamos preparado y listo. Si quieren, tienen un proyecto para poder continuarlo de forma rápida. Esto se lo dejamos acabado y lo único que tienen que hacer es pensar qué es lo que quieren hacer, terminarlo y ponerlo a disposición de la ciudadanía. Lo complicado se lo dejamos ya resuelto, que era la recuperación de este espacio», ha apuntado.
Lo que falta por construir en la segunda fase es la habilitación para el uso al que se destine, implementar todas las instalaciones, los acabados interiores y las carpinterías exteriores que dan al patio. El arquitecto Martínez ha explicado que en el edificio anexo, que es el que más controversias ha levantado por su estilo contemporáneo, buscaban «descomponer el cubo, que no se viera un cubo cerrado, por eso quedan espacios abiertos en el muro de la estructura, porque no es una escala de viviendas, sino de un edificio público, y el lenguaje arquitectónico es otro», argumenta el técnico.
Además, como detalle, el muro de hormigón está coloreado con la misma tonalidad que el Micalet, las líneas que tiene en el despiece siguen el mismo que la piedra del Micalet, y las líneas verticales en el hormigón reproducen el antiguo parcelario de viviendas que había. «Recuperamos la volumetría, aunque bajamos un poco el muro para no tapar la visión total a los vecinos, pero las líneas recuperan la antigua trama», indica el arquitecto. Por su parte, los técnicos se encontraron un problema con los límites de edificabilidad máxima permitida, que lo han tenido que salvar construyendo un graderío para 30 personas en una sala abierta que da al patio y otra terraza acristalada.
Pese a las opiniones contrarias de los ciudadanos, que silbaron cuando el mes pasado se retiró la lona para exhibir públicamente por primera vez la nueva fachada, a Gómez sí le gusta cómo ha quedado la obra. «El resultado habla por sí sólo. La recuperación del edificio adjunto a la Casa del Relojero ha combinado un estilo más contemporáneo con referencias históricas. En estos años he entendido que no se puede hacer falseamiento histórico ni reproducir edificios históricos exactamente como eran», ha explicado. «Creo que la línea que plantearon los arquitectos es de un edificio muy bien resuelto, que no sólo da espacio a los ciudadanos, sino que puede albergar un uso público importante, en la fachada, y que el color sea semejante al del Micalet, los materiales exteriores indiscutiblemente encajan muy bien en este entorno», apunta.
Para la vicealcaldesa se recupera «paisajística, cultural e históricamente una de las calles más importantes que tiene Valencia» con esta obra, ya que acaba con la existencia de ese solar que desde hace décadas empañaba un punto tan emblemático de la ciudad. Los plazos, con esos continuos retrasos, y el resultado de las elecciones municipales, han dejado la obra sin acabar. «Teníamos planificado la segunda fase de adecuación, que es lo que tendrá que hacer el próximo gobierno, adecuarlo como contenedor cultural, para nosotros era muy importante que el sector de la cultura tuviera un espacio de referencia en este punto de paso de valencianos y visitantes para comercializar los productos culturales de la ciudad, desde una entrada de teatro, a un museo o cualquier producto cultural», ha dicho Gómez.
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