El catedrático Hermosilla destaca las bondades de la mancomunidad industrial creada por tres municipios, Riba-Roja, Loriguilla y Cheste, como una de las iniciativas más positivas los últimos tiempos. «Coordinarse entre municipios para este propósito puede dar muy buen resultado», señala.
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De ahí el debate ... se dirige a la falta de suelo. Escribano desvela un dato muy llamativo. «El otro día me comentaba un secretario autónomico que tienen una o dos visitas semanales de empresas que quieren instalarse en Valencia pero carecen de suelo para ofrecerles», comenta.
«Valencia es un motor a punto de griparse y si no nos anticipamos iremos al colapso», augura, para plantear el desarrollo logístico en la A-3 alrededor del municipio de Cheste. «Ahí podría estar la mayor área logística pero falta conseguir el suelo. Hay diez millones de metros cuadrados disponibles pero falta voluntad para hacerlo, aunque sea recurriendo a la expropiación».
La charla deriva hacia el problema de la escasez de vivienda. Caballero se muestra convencido de que debe apostarse por la rehabilitación y el parque público de alquiler, entre otras razones porque lo que se oferta ahora en el mercado tiene un precio demasiado elevado.
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No opina lo mismo Escribano, al indicar que la propiedad tan repartida hace «imposible el modelo de rehabilitación como se hace en otros países europeos, donde toda la finca es del mismo propietario. Eso aquí no se puede hacer», concluye.
La demanda de oficinas también es notable en la ciudad, para lo que los participantes en la mesa sostienen que debe enfocarse la solución desde el punto de vista metropolitano. Y Caballero lanza otra idea como es la aparición del fenómeno turístico, con los apartamentos que alteran los precios y la composición de los barrios.
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El área metropolitana supone también la gestión común de los residuos. El presidente de la entidad metropolitana, Emilio Belencoso, destaca que cada valenciano genera una media de 520 kilos de basura al año y es difícil la gestión de recuperar todo ese material para el reciclaje.
El organismo ha hecho estudios sobre lo que se deposita en el contenedor gris (restos) y en el marrón (orgánico). «Los índices son alarmantes, hay mucho rechazo de todo tipo: textil, cartón, plástico,...» El problema es que no se hace bien la separación en origen, lo que complica el trabajo en las plantas de tratamiento.
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«El 40% acaba en el vertedero, esto supone un problema grave para el vertedero de Dos Aguas y que el coste de todo el proceso sea mayor», señala. En los contenedores se detectan muchos residuos que «deberían acabar en puntos limpios y eso va al vertedero», se lamenta.
La entidad aplica unos sistemas de bonificación para los Ayuntamientos que entreguen una basura más «pura», de la que se pueda realizar un mejor compost en el caso de los residuos orgánicos, por ejemplo. «La UE exige un porcentaje de pureza con un límite cada vez mayor. Tenemos de dos tipos, el más puro tiene buena salida, pero el impropio tenemos que utilizarlo para paisaje y regeneración».
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El vertedero de Dos aguas tiene capacidad para dos años más y están a la espera el permiso de la Generalitat para su ampliación, lo que dará cierta tranquilidad. Aún así Belencoso sostiene que debe educarse a los ciudadanos para que el «rechazo sea lo menos posible y aumente el porcentaje de reciclaje».
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