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Vista de la piscina del Sidi Saler, este jueves. IRENE MARSILLA

El Sidi Saler, atrapado en el tiempo

El hotel se agosta mientras el Ayuntamiento de Valencia decide a qué dedicarlo: la alcaldesa Catalá se comprometió a que tuviera usos vecinales una vez descartado el derribo

Viernes, 19 de enero 2024, 01:45

Corría el convulso 2011, con un país que intentaba salir de una crisis galopante (¿se acuerdan de la prima de riesgo?), cuando Manfred Stier se plantó delante de los trabajadores del Sidi Saler y les dijo: «Señores, no hay un duro». Terminaba así la ... historia de uno de los hoteles más importantes de la ciudad. El edificio cumplirá el año que viene medio siglo de vida, pero lo hará, salvo golpe de timón, convertido en un hotel atrapado en el tiempo.

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No hay nada alrededor del Sidi Saler. Sí en la parte delantera, donde hay un retén de vigilancia que se dedica a controlar que no entren okupas. Pero sin acceder al interior, porque el inmueble se cae a pedazos. Literalmente. Hace apenas unas semanas, una pieza del frontal se desprendió, como metáfora de un gigante que se agosta y se deteriora mientras el viento marino atraviesa sus verjas destrozadas o sus balcones agujereados.

Se puede dar la vuelta al Sidi Saler. En su fachada oriental hay que ir hasta la playa porque está rodeado por un ecosistema dunar protegido. Construido en pleno 'boom' inmobiliario, en el mismo tiempo en que las grandes torres de apartamentos de la Devesa convirtieron un parque natural en un barrio más de la ciudad, el Sidi Saler se levantó cuando la conciencia medioambiental no era la misma que ahora. En 2022, el Ayuntamiento declaró caducada la licencia ambiental. La intención es que el Sidi Saler nunca volviera a abrir sus puertas.

Irene Marsilla

Habría que ver el interior de esas habitaciones. Alguna se adivina tras las ventanas de los balcones. Flotan en su interior los fantasmas de las cortinas llenas de polillas, pero también de las voces de Tina Turner o de la selección de fútbol de Irlanda del Norte, que se cuentan entre sus huéspedes más ilustres. En los balcones, el atardecer arranca sombras que, con imaginación, pueden convertirse en huéspedes que observan el mar como una lasca de granito azul.

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Pero basta de poesía. El Sidi Saler es, sobre todo, la historia de un fracaso. La de una Administración estatal que, en su momento, no supo proteger un parque natural. La de una empresa, la propietaria, que declaró un ERE porque pensaba que iban a venirle más dadas y mandó a 80 trabajadores a la calle. La de la historia, también: la de un establecimiento que fue emblemático para una sociedad entera. Y, por encima de todo, la de la administración local.

Por partes. Entre 2011 y 2022, hubo que dirimir qué hacíamos con el hotel porque durante un tiempo fue el hotel de Schrödinger, un hotel cuántico que estaba en dos sitios a la vez: en la tierra y en el mar. O en el dominio marítimo-terrestre, que no es lo mismo que estar en el mar pero casi. Costas decía que era cuestión suya porque ocupaba un cordón dunar y que, por tanto, había que expropiarlo. Los propietarios decían que no, que estaba en la tierra y que se podía vender, a un precio superior al de la expropiación. Al final, ni una cosa ni la otra. El hotel quedó fuera de ordenación en los años 80 y, por tanto, sólo se pueden hacer labores de mantenimiento. Al menos eso piensa la oposición, mientras que el Consistorio aboga por negociar con los propietarios para intentar darle un uso vecinal. Antes de eso hay que quitar el óxido, tanto literal como figuradamente, y solucionar un complejo lío judicial.

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El concejal de Compromís Sergi Campillo ha apuntado que en su opinión la única solución viable al hotel es «su demolición y la restauración ambiental de la zona, como ha sido la tradición histórica» en la Devesa. El exconcejal delegado del parque natural ha comentado que la historia del lago, desde los años 80, «es su recuperación». «Para seguir esta tradición, hay que derribarlo. Lleva más de una década sin uso y no tiene impacto sobre la economía de los pueblos del sur. Hay que restaurar el cordón dunar para que sirva como protección para las playas y los edificios habitados que hay detrás del hotel», ha apuntado Campillo, que ha sido contundente: «No podemos inventar subterfugios que permitan su reapertura porque está fuera de ordenación y la licencia está caducada».

Desde el grupo municipal socialista, Sandra Gómez ha recordado que siempre defendieron «la idoneidad de transformarlo en una dotación pública para personas mayores» porque entienden «que es un espacio idóneo para ellos». «Pero con un carácter público y social», ha insistido la portavoz socialista. Eso sí, Gómez ha dicho que es una opción »si los marcos legales lo permitieran». Ha asegurado que van a estar «muy atentos» porque existe «una legalidad medioambiental muy estricta que cumplir».

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