Cuando antes de la comparecencia en la sala de prensa del Ayuntamiento ninguno de los periodistas tiene duda alguna de que si Grezzi va a ... informar de algo del fraude es porque le viene bien para su discurso, algo falla. O funciona, en realidad, si es lo que buscaba el concejal. Ufano entró Grezzi a la sala de prensa, y posó sonriente con una sentencia del Tribunal de Cuentas. Nunca se le había visto tan sonriente junto a un escudo de España, por cierto. De cumplirse la sentencia, claro, destrozaría la vida a una familia entera. A la familia de una extrabajadora de la empresa que él dirige.
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AAprovechó el edil para pasar facturas y exigir a que los que han (hemos) escrito sobre el fraude que pidan perdón a su exgerente, Josep Enric Garcia Alemany, y a su exdirectora de Negociado, María Rayón, pese a que fue él mismo quien las cesó. Sorprende esta rapidez para acordarse de quienes le han exigido que diera la cara y explicara bien lo que había ocurrido, cuando en otros aspectos, como en qué pasa si Zafra no tiene dinero para pagar los cuatro millones, se muestra tremendamente opaco. Y también sorprende porque quizá debería haberse estudiado bien el tema antes de ir a la sala de prensa, y así se habría evitado que su gerente, Marta Serrano, tuviera que corregirle cuando ha dicho rápidamente que contra la sentencia no cabe recurso. Lo cabe, y Zafra recurrirá.
Pero lo grave es la falta de asunción de responsabilidades. No se podía esperar otra cosa, pero lo que ya termina por soliviantar a casi todos (incluso gente de su propio partido y, por supuesto, a todo el PSPV en el Consistorio, que comentaban la foto en los corrillos) es la sonrisa de la vergüenza, la de quien se sabe ganador, por ahora, en un proceso del que se ha salido de rositas el máximo responsable de una empresa sobre la que se acumulan las auditorías críticas con la gestión y los procesos judiciales pendientes de resolución. Lo de la mujer del César, una vez más, que Compromís es un partido de izquierdas y su máxima debería ser proteger a los trabajadores.
La condena a Zafra sigue dejando decenas de dudas. Nada dice del exgerente, por lo que no rehabilita a nadie, y sigue sin saberse nada de los verdaderos ladrones, que se han perdido en el anonimato. Mientras, Grezzi sonríe y a la familia de Zafra le han terminado de fastidiar el verano.
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