P. MORENO
VALENCIA.
Jueves, 8 de agosto 2019
Hace un calor de mil demonios y la suciedad y abandono no ayudan a mejorar la sensación de ahogo al pasear a las tres de la tarde por el jardín del Turia, en concreto a la altura del paseo de la Pechina. Las canchas deportivas muestran los restos de un botellón feroz, donde se combinan las botellas relucientes de hace unos días con residuos añejos, polvorientos y que no han conocido una escoba desde hace mucho tiempo.
Publicidad
El Organismo Autónomo de Jardines se ocupa del mantenimiento del viejo cauce, incluida la limpieza. Pero la suciedad está dentro de las canchas, casi forma parte del terreno de juego además de las gradas. La mala imagen se completa con pintadas en algunas de las casetas que deben servir para bares o vestuarios, junto con restos de hogueras en algunos rincones.
Para Antonio Marín, activista vecinal y antiguo miembro de la asociación Constantí Llombart, la solución para el problema en este tramo y en otros pasa por «una mayor limpieza, vigilancia y sanciones». El jardín del Turia se convierte en verano en uno de los lugares más concurridos de la ciudad, sobre todo cuando el calor pierde fuerza.
Los problemas puntuales son respondidos por el gobierno municipal, señala Marín, aunque otro asunto es el mantenimiento general. Una de las últimas contestaciones se refiere a deficiencias en el alumbrado a la altura del puente de San José. La respuesta fue rápida con el anuncio de su urgente reparación. Otro asunto es la degradación paulatina derivada del chabolismo, el botellón y los actos de puro vandalismo.
Fuentes sindicales señalaron que el mantenimiento y limpieza no ha bajado respecto al pasado año, aunque cada ejercicio «se notan los problemas de la falta de personal». El panorama en este tramo del viejo cauce se completa con todas las acequias secas y llenas de residuos, igual que ocurre con la cercana Casa del Agua, repleta de pintadas.
Publicidad
Este último lugar es también refugio frecuente de indigentes, al igual que ocurre con el resto del jardín del Turia. El interior de la construcción de hormigón ofrece refugio y es normal descubrir colchones y cartones a modo de cama. Cada cierto tiempo, las brigadas repasan la construcción levantada sobre un antiguo azarbe del viejo cauce, aunque los grafitis vuelven a aparecer.
En los últimos años se han producido mejoras como la apertura de baños públicos o proyectos como la colocación de alumbrado en la parte inferior de 17 puentes, con farolas colocadas a cinco metros de distancia para garantizar la normativa de patrimonio cultural. Aún así, para Marín es sintomático el abandono que se produce en muchas zonas.
Publicidad
Pese a la apertura de los citados baños, otra de las notas dominantes del tramo colindante con el puente que recae a la avenida Pérez Galdós es la abundancia de manchas de orines, prácticamente en todos los rincones. Sí que está bien conservado un campo de fútbol en la misma zona, pero porque está rodeado por una valla de gran altura. Aguas abajo, los refugios de indigentes se multiplican por la cercanía de Casa Caridad, además de un punto de entrega de alimentos junto al Jardín Botánico. Esto se extiende también a las calles del entorno, como es el caso de Beato Gaspar Bono y el mismo solar de Jesuitas.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.