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Alpargatus. Ana Carolina.
Obras en la plaza de la Reina de Valencia | Los supervivientes de la plaza de la Reina

Los supervivientes de la plaza de la Reina

Se mantienen al pie del cañón pese a ruidos, polvo y molestias. Son pocos pero aguantan como pueden en la plaza, donde habrá obras durante al menos el próximo año

FOTOS: IVÁN ARLANDIS | TEXTO: ALEX SERRANO

Jueves, 20 de mayo 2021, 00:20

Este reportaje se hizo un día de sol, calor, polvo y ruido. Algunas entrevistas, de hecho, no pudieron completarse (no aparecen aquí). Ese es el ambiente en la plaza de la Reina de Valencia, donde decenas de negocios siguen cerrados y apenas unos pocos aguantan contra viento y marea. O contra polvo en suspensión y el constante tableteo de los taladros neumáticos. Son los supervivientes de la Reina, que estará en obras un año entero. Hablan quienes más lo sufren.

Sergio Salcedo

Sergio Salcedo. Tienda de souvenirs

«Ya veremos cuando lleguen a Santa Catalina...»

Sergio Salcedo tiene suerte. Las obras siguen lejos de su tienda junto a Santa Catalina, pero teme lo que ocurrirá cuando las obras ocupen también esa zona. «Ya veremos lo que pasa, ahora que empieza a verse movimiento», dice.

Francesc Bernabéu

Francesc Bernabéu. Heladería Llinares

«La tierra nos lo complica todo, acabaremos cerrando»

La Heladería Llinares es una de las más conocidas de la capital. Aguantan, por ahora, porque las obras están lejos. «Pero cuando se acerquen tendremos que cerrar», lamenta Francesc Bernabéu. «Notamos mucho el polvo, y eso que aún están lejos. Lo hace todo más difícil», comenta, a la vez que se felicita «porque empieza a verse más gente», pese a las obras que ocupan casi toda la plaza.

Ana Carolina. Alpargatus

«He limpiado más polvo que en toda mi vida»

«He limpiado más polvo que nunca. El papel sale marrón a las dos pasadas». Al habla Ana Carolina, de Alpargatus. Conforme el recorrido por la plaza continúa en dirección a la catedral, las quejas aumentan. También se reduce la distancia con las obras, que incluyen unas catas en la zona de la antigua calle Zaragoza. «Se nota que hay más turistas, pero las obras reducen la afluencia. Se nota mucho», lamenta Carolina.

Cristina Sozyak

Cristina Sozyak. La Terraza de Santa Catalina

«¿No han tenido tiempo de hacerlo antes?»

«Con todo el confinamiento, podían haber hecho esto antes», dice la camarera de La Terraza de Santa Catalina, Cristina Sozyak. «Viene mucha menos gente, mira la terraza», indica mientras señala varias mesas vacías. «El polvo es lo que llevamos peor. No vale la pena limpiar», lamenta.

Isabel Ferran

Isabel Ferran. Admón. lotería número 35

«Hemos tenido que comprar un micrófono por el ruido»

Isabel Ferran atiende a través de un micrófono recién instalado en la administración de lotería número 35. «Es por el ruido», dice, mientras afuera atruena un martillo neumático. «A veces es imposible», lamenta. Ferran critica que los clientes «no pueden entrar en coche», lo que se nota en las ventas. Han decidido incluso guardar décimos a clientes «de toda la vida» que no pueden entrar a la plaza.

Marga Piqueras

Marga Piqueras. Guantes Piqueras

«Hemos perdido los clientes espontáneos»

Guantes Piqueras es un oasis en la plaza. Como no tiene terraza, el ruido se queda fuera. El polvo moles menos. Pero la afluencia de clientes «es casi nula». Marga Piqueras señala que el cliente que la conoce sigue yendo, «pero el espontáneo y el turista ya no». «Las obras lo complican todo, después de un año de pandemia...», lamenta.

Teresa González.

Teresa González. Librería Paulinas

«Se ha creado un grave problema de movilidad»

A la librería Paulinas la salva que tiene una entrada por la calle Cárcel de San Vicente. Aun así, en plena época de comuniones, se nota menos afluencia. «Se ha creado un grave problema de movilidad que antes no existía», dice Teresa González, que reconoce que lo llevan «regular» porque es «un problema» para quien quiere ir en coche. «Han dejado muy poca acera», lamenta.

David Pereira.

David Pereira. Capuccino

«Hasta las 20 horas no se sienta nadie en la terraza»

«No se puede trabajar así». Al habla David Pereira, de Capuccino. Ante una terraza vacía a la hora del aperitivo, dice que hasta que no llegan las 20 horas, nadie se sienta. «Hay mucho ruido. Me duele la cabeza todo el día», lamenta. Califica las obras de «muy agresivas» y denuncia que no se cumple lo que les prometieron desde el Consistorio: «Han cogido toda la plaza».

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