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Totalmente desapercibido, bajo el asfalto de Eugenia Viñes, se extiende el depósito de tormentas más grande de Valencia. Como un viejo templo hipóstilo griego con gruesas columnas que sostienen la estructura está enterrada la última salvaguarda de nuestras playas.
Los días lluviosos como los de esta semana, justo antes de que la Malvarrosa se llene de turistas hambrientos de sol, preocupan a todos aquellos que conocen la existencia del depósito y se encargan de su mantenimiento. No es para menos. Las primeras aguas que caen sobre aceras y calzadas de la ciudad son las más contaminantes porque arrastran todos los residuos de la calle, las fachadas y los coches. Botellas de plástico, latas, toallitas, aceites de vehículos, toda la suciedad se une al torrente de esas primeras aguas que pueden acabar en el mar.
«Cuando no llueve la red de alcantarillado transporta los residuos a la depuradora pero cuando llueve mucho estas instalaciones no son capaces de limpiar toda el agua que en Valencia puede caer en muy pocos segundos, así que lo que se hace es almacenar las primeras aguas que son las que más contaminan para que no se viertan al mar en este depósito», explica Pablo Giménez, técnico de Acciona y uno de los encargados de que el tanque esté a punto. Juan Olmedo, oficial y compañero de Pablo continua «el depósito está al lado del colector norte y cuando llueve mucho se cierra mediante una compuerta y se desvía el agua al depósito, donde queda recolectada».
20.000 metros cúbicos es la capacidad de esta impresionante estructura que no deja de parecer un templo sumergido. Es el equivalente a ocho piscinas olímpicas y su interior está dividido en cuatro grandes compartimentos. Cuando se llena el primero, el agua salta el muro que lo separa del segundo y así sucesivamente.
Pero ¿por qué es necesario almacenar las aguas? ¿no puede asumirlas la red existente? A nadie escapa que en Valencia cuando llueve, las precipitaciones pueden ser muy intensas. Sólo el pasado martes ser recogieron 11,5 litros por metro cuadrado; 3,4 el domingo y otros 0,4 más la semana pasada. En lo que llevamos de junio han caído 15,3 l/m2, según cifras de Aemet.
Elisa Valía, concejala de Ciclo Integral del Agua y de Participación Ciudadana, explica: «La red tiene una capacidad determinada y cuando se excede esa capacidad hay unos aliviaderos que vierten al mar. Lo importante es que esos aliviaderos lleven agua limpia. Lo que permite el depósito de tormenta es almacenar las lluvias primeras y el resto se pueden aliviar porque ya son limpias, las contaminadas las estás reteniendo. Más tarde se envían a depuración».
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Volvemos al tanque de tormentas. Junto a la estructura principal existe una sala de bombeo cuya función es elevar las aguas a otro colector y de ahí se envía a la depuradora. «Hay que volver a empujar el agua hacia arriba con destino final en la depuradora», explican los técnicos, Pablo y Juan. En realidad no hay ningún mecanismo sofisticado en este complejo, sólo compuertas, muros, bombas y columnas, muchas columnas.
Elisa Valía
Concejala del Ciclo Integral del Agua y de Participación Ciudadana
Cuando Valencia sufre episodios lluviosos como la DANA de esta semana, las depuradoras sencillamente no dan abasto. Así que una ventaja añadida de los depósitos es que permiten manejar los tiempos. Tenemos por un lado el agua almacenada y por otro la depuradora. Una vez terminado el episodio lluvioso, cuando esta instalación tiene menos caudal que depurar, como por las noches, se va enviando el agua del depósito poco a poco. Así termina el ciclo de purificación de las aguas más sucias.
Ya no es noticia que en Valencia se batan récords históricos de precipitaciones por lo que preparar a la ciudad de cara al futuro ya es una cuestión de presente. En este momento existen dos depósitos de tormenta en la ciudad. El de Eugenia Viñes, otro en La Torre y el que está en obras en El Saler.
«Tenemos una red de alcantarillado con unas dimensiones determinadas para que la ciudad funcione normalmente. No se puede redimensionar una red de una ciudad tan grande como Valencia para los picos de lluvia. Lo que hay que hacer es incorporar elementos que mejoran el rendimiento de esa red cuando se necesita. La red tiene una capacidad y cuando se excede esa capacidad hay unos aliviaderos que vierten al mar. Lo importante es que esos aliviaderos lleven agua limpia y eso se consiguen creando más depósitos de tormenta», explica la concejala Elisa Valía.
El depósito de El Saler, es un pequeño templo de las tormentas, mucho menor que el de Eugenia Viñes pero es de gran importancia porque da servicio a una zona donde hay mucho cambio demográfico según la estación del año y además tiene un alto valor ecológico. Con la capacidad de retener esas primeras aguas contaminantes de mil metros cúbicos, maneja un presupuesto de 6 millones de euros.
Pero sólo con tres depósitos no se cubren las necesidades de una ciudad como Valencia. Hay otros planificados: «Se han diseñado ocho depósitos a lo largo del trazado del colector norte en puntos estratégicos que permiten reducir muchísimo la presión en esos momentos picos en la red y permite una gestión mucho más flexible y controlada de episodios lluviosos», continúa la responsable del Ciclo Integral del Agua.
Cada uno de estos tanques tiene unas capacidades y un presupuesto distinto ya que dependen mucho de su emplazamiento final. Un depósito de tormentas es un elemento complementario y accesorio a la red de alcantarillado por lo que debe conectarse a un colector principal.
Hay que tener en cuenta que estas construcciones son proyectos aprobados pero a falta de financiación para poder ejecutarlos por lo que habrá que esperar a ver cómo prioriza la inversión el nuevo gobierno que toma posesión este mismo sábado. Es muy probable que mejorar la eficiencia hídrica de la ciudad esté entre sus objetivos por lo que tal vez Valencia pueda tener más templos de las tormentas que salvaguarden nuestro mar de esas primeras aguas sucias que generan las precipitaciones.
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