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Álex serrano
Miércoles, 3 de octubre 2018, 19:53
Erguida 45 metros sobre el suelo, la torre mirador del acceso a Valencia desde la V-21, más conocida como Miramar, languidece lentamente. Quizá no tan lentamente, porque apenas tres años después de su inauguración ya presentaba signos de abandono. El choque de competencias entre el Ministerio de Fomento, que la construyó, y el Ayuntamiento de Valencia, que aún no ha recepcionado la obra por una serie de deficiencias, lastra el pasado, el presente y el futuro de una de las infraestructuras más importantes de la ciudad de finales de la década entre 2000 y 2010.
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2004
Se licitan las obras para la entrada a Valencia por la avenida de Cataluña. Los trabajos incluyen la construcción del mirador, los túneles y la rotonda, así como los estanques.
2006
Se adjudican las obras, que durarán tres años, hasta su inauguración en 2009. Los trabajos provocaron importantes atascos, hasta el punto de que el Consistorio recomendaba entrar a Valencia por el by-pass para evitar las retenciones, que fueron particularmente complicadas en Fallas del año 2009.
2009
Inauguración del acceso. En el acto se dieron cita la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; la secretaria general de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, Inmaculada Rodríguez-Piñero; y el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta. La inauguración se convirtió en un cruce de declaraciones entre la primera edil, que afeó al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el retraso en las obras, y los representantes de Madrid. Rodríguez-Piñero puso en valor «el mejor acceso a la ciudad, con la entrada más emblemática, que supone un extraordinario ejercicio de ingeniería urbana y que está hecha con la mejor tecnología y diseño, lo que la convierten en un ejemplo de excelencia». Peralta, por su parte, destacó que el Ayuntamiento tenía en el Gobierno socialista «el mejor aliado» mientras, cuentan las crónicas, la alcaldesa negaba con la cabeza.
2009
Las fuertes lluvias inundan el acceso inferior. La entrada a Valencia ha de permanecer cerrada cuatro horas y provocan un nuevo cruce de declaraciones entre Consistorio y Generalitat y el Gobierno, que llegan al extremo de que la entonces concejala de Ciclo Integral del Agua, M.ª Àngels Ramón-Llin, envía una carta al delegado del Gobierno criticando que donde debería haber cuatro bombas de achique únicamente hay dos, una de las cuales es manual, lo que provocó la inundación y los consiguientes atascos.
2011
El ascensor que permite subir los 45 metros de altura de la torre se avería. Sigue así desde entonces en medio de una disputa entre administraciones que deja el complejo de Miramar abandonado a su suerte.
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2014
Fomento accede a realizar reparaciones en el complejo, que está, ya por aquel entonces, en un evidente estado de abandono. El Consistorio no quiere recepcionar las obras hasta que no se subsanen las deficiencias, por lo que el ministerio anuncia que se pone manos a la obra. Nada se sabe de esos trabajos.
2015
Nada cambia con la llegada del tripartito al poder. El nuevo Ayuntamiento también se niega a recibir la obra. Únicamente Movilidad Sostenible asume las cámaras de tráfico y el control de la circulación, pero no así las fuentes ornamentales, resecas; ni el mantenimiento de los elementos de metal, oxidados; ni el cuidado del ascensor y del mirador, que siguen averiado y cerrado, respectivamente, sin que nadie haga nada para impedirlo.
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2016
Fuentes y estanques están pendientes desde 2016 de una revisión conjunta con la empresa designada por el Ministerio de Fomento, sin que esto se haya producido hasta ahora.
2018
Comienzan a aparecer por internet vídeos de jóvenes que deciden subir hasta el mirador, situado a 35 metros de altura, sin ningún tipo de seguridad y con grave riesgo para su integridad física. La Demarcación de Carreteras asegura que no tiene constancia de estas entradas y dirige cualquier cuestión al respecto a la Policía Local de Valencia, encargada de gestionar la seguridad de la infraestructura. El abandono, en este punto, se ha enseñoreado totalmente del entorno, con la jardinería reseca y las superficies exteriores repletas de pintadas que afean las rotondas exteriores, cuyo acceso es casi impracticable.
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